Miguel Varea presenta sus últimas obras en la exposición ‘Tóxico’

 

El Museo de Arte Colonial acoge sesenta y seis obras que Miguel Varea realizó entre el 2009 y el 2011. Este artista nacido en Quito en 1948 crea siempre con ingenio y una mirada crítica.

En El Comercio habla de sus ‘Eko beatas’, unos personajes ilustrísimos de la muestra. “Son estas señoras que se preocupan del ambiente y que a todo dicen no, igualitas a las beatas de antes”, dice como quien no dice nada. Y remata: “Pero a mí la que más me gusta es la ‘Socióloga del Círculo Rosa’”, una tinta de formato medio -cuyos zapatos rosados iluminan el papel blanco-, muy propia de la ironía fina de Varea. Como lo es también ‘Funcionario okupadísimo’: un hombre sentado detrás de un escritorio, sin hacer nada…

La ternura también encontró espacio en una de las tres salas donde están repartidas las obras. Y tiene nombre y apellido: Miguel Ángel Varea o “el Miguicho”, su nieto. Aparece dormido varias veces en los cuadros que llevan por título ‘Ruko’ o ‘Miguicho’. “Ha sido una maravilla ser abuelo, con los hijos uno tiene que sacar para el caldo, para la pensión, en cambio con el nieto se disfruta”.

Tan buena relación ha entablado con su nieto que hasta pintan juntos (Miguel Ángel bordea los 2 años). “Él dice nuestro cuadro, cuando ve el mural de las puertas (en la foto grande). Porque estuvo pintando conmigo; yo le di un pincel y él le daba donde sea, y se retiraba hacia atrás, se quedaba viendo y decía: bonito”.

Pero como reza el dicho: genio y figura hasta la sepultura, a Varea no hay embelesamiento que le haga perder la mordacidad; tampoco se ha dejado convencer por el discurso de los que él llama “los solemnes”. Esa es la razón por la cual las 66 piezas que conforman ‘Tóxico’ están en exhibición. Para él no podría tener otro título ni la temática pudiera ser otra. “Estamos viviendo una intoxicación masiva de comunicación llamada política. Es tremendo, todos los días te interrumpen el noticiero con su propaganda, para qué…”.

Por los cuadros desfilan “los intoxicados”, hombres de sombrero, mujeres jóvenes y viejas, él mismo. De alguna manera, todos aquellos que son los protagonistas de esa especie de “borrachera psicodélica” que Varea cree que está viviendo el país. “La gente está alucinando, porque está intoxicada y ya no ve la realidad como es. En peso se están llevando el paisito, como nunca”.

También están salpicadas en las paredes del Museo de Arte Colonial unas cuantas estampas taurinas, que hablan de su afición por las corridas de toros. “Ahora ser taurino es ser subversivo, gracias a la juventud quiteña”, dice y se queda pensando, sonreído.

El gesto le cambia cuando hablamos de la muerte. “Sí me da miedo. Feo ha de ser… imagínate, terrible”. El tema sale a propósito de los días que pasó internado recientemente porque llegó a un punto en que los pulmones no le respondían. Solo por eso, dice, está alejado de su “máxime delectábilis”, su “vicio delicioso”.

Quiere vivir y se le nota. Aunque no tenga planes -ninguno más allá de pintar, como todos los días desde hace casi 50 años- porque “qué ridículo hacer planes, ni siquiera el día planifico yo”.

Sobre la exposición y el autor

La muestra está compuesta por tintas y  plumillas, tintas y óleos, tintas y lápiz, tintas y acrílicos, y  por grabados.

El Museo de Arte Colonial  está ubicado en la Cuenca y Mejía en el Centro Histórico.

‘Tóxico’ se puede ver de martes a viernes de 09:00 a 13:00 y de 14:00 a 17:00; sábados de 10:00 a 14:00. Lunes y feriados permanece cerrado. La entrada es libre.

Durante el 2011   esta es la tercera exposición de Miguel Varea, pues también participó en ‘Inhumano’ (CAC) y en ‘Fibras’ (en Argentina).

Varea ha publicado tres libros: ‘Vareaciones’ (1997), ‘Una estétika del disimulo’ (2001) y ‘Sobredosis Patriótika’ (2007).

Tiene listo un cuarto libro,  titulado ‘A la luz de una esperma nuevecita’, en el que reflexiona sobre la condición del pintor, y que quiere presentar antes de que termine el año.

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