Realismo venezolano

Joaquín Hernández Alvarado
Guayaquil, Ecuador

Uno de los éxitos de gobiernos autoritarios como el venezolano y que entienden a la negociación política como debilidad, – el pueblo es el que impone su voluntad mayoritaria cuyos intérpretes únicos son los mismos dirigentes – es convencer a todo el mundo de que no existen fisuras ni contradicciones en ellos. Mientras un gobierno europeo estuviera haciendo en este momento complejas e innovadoras gestiones de negociación frente al descalabro de la economía, este tipo de gobiernos lo único que hacen es amenazar para dar la impresión de que las cosas van excelentemente bien o sino tan bien por culpa de los enemigos externos e internos que no quieren el cambio.

Distraídos por la dureza de las represiones que se anuncian contra la oposición y contra todo el que ose pedir el recuento de votos, Venezuela parecía estar en una economía boyante a la que solo perturban unos cuantos sujetos que no entienden la transformación que se está produciendo.

Ya es un lugar común la caída de las reservas internacionales de ese país. Hay problemas de liquidez y las divisas suficientes para pagar importaciones solo alcanzan a dos meses de acuerdo a la información traída por la periodista de El País de Madrid, Mayé Primera.

El precio del crudo venezolano está bajando y Petróleos de Venezuela ha tenido una variación negativa en su exportación. La inflación y la escasez son otros jinetes no del Apocalipsis sino del fracaso que aparecen en la realidad de la vida de los venezolanos.

En estas condiciones se extraña de parte del Gobierno venezolano la ausencia de una explicación sistemática de los problemas que afronta y de las políticas que llevará adelante para enfrentar estos problemas. Por supuesto la idea no es recaer en el uso de retóricas agresivas ni la denuncia de supuestas conspiraciones.

¿Existen o no los problemas? ¿Qué los origina? ¿Cómo se puede disminuirlos sistemáticamente sin hacer llamado a deidades o a demonios? Lo que cuenta en definitiva es la situación de todos los ciudadanos venezolanos que sienten deterioradas sus condiciones de vida.

¿Que la actual inseguridad, escasez, inflación es la consecuencia de la atención a las grandes mayorías? ¿Significa ello que dichas mayorías no la sufren? ¿Está claro el modelo para determinados sectores de las clases medias que se avienen sin complejo de culpa a colaborar con este tipo de gobiernos la factura que pasarán a sus conciudadanos?

Cuando los grupos de izquierda se debatían en los años sesenta del siglo pasado por la represión de los gobiernos de la época, luchaban no solo por la igualdad sino por la libertad. Y la libertad era entendida como el ejercicio de poder cuestionar al poder. Imposible pensar en esos años que aquellos a quienes se consideraba con simpatía por las persecuciones que sufrían y sobre todo por su compromiso de mantener sus principios con todas sus consecuencias, iban a ser reemplazados por generaciones que no supieron sino por lecturas de lo que les había ocurrido y que ejercerían el autoritarismo y la censura como argumento definitivo.

* El texto de Joaquín Hernández ha sido publicado originalmente en el diario HOY.

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