La historia del «art déco» vuelve a seducir en París

París, 14 oct (EFE).- El «art déco», el estilo que rompió con la sinuosidad del «art nouveau» e instauró las formas rectas, revive en una gran exposición organizada en La Ciudad de la Arquitectura de París, construida, precisamente, según los cánones de esta corriente estética.

La muestra «1925. Cuando el ‘art déco’ sedujo al mundo», que recuerda con su título a otra exposición que se celebró ese año en París y que supuso el apogeo de esta corriente artística, se podrá visitar desde el 16 de octubre hasta el 17 de febrero.

El comisario de la exposición, Emmanuel Bréon, explicó a Efe que el «art déco» fue «un nuevo estado de ánimo» que nació justo después de la Primera Guerra Mundial, cuando fue necesario reconstruir el norte y el este de Francia, que estaban devastados tras los combates.

Hasta este momento, dominaba el «art nouveau», un arte «ecléctico y formidable, pero muy difícil de reproducir», por lo que no se adaptaba a las nuevas necesidades, que urgían a construir viviendas y equipamientos, señaló.

Por ello, frente a las formas curvas y el protagonismo de los grandes arquitectos que habían caracterizado el «art nouveau», el «art déco» (1919-1940) optó por el trabajo coral de diferentes artesanos que buscaron la sencillez de las líneas rectas.

Esta tendencia, que sintonizaba con el ritmo rápido de la vida moderna -se habían producido grandes avances en el automovilismo y la aviación-, se convirtió en el primer estilo industrial y traspasó las fronteras francesas, ya que arraigó también en Brasil, Estados Unidos, Canadá, Japón, China o Marruecos.

La exposición propone un recorrido de más de 1.000 metros cuadrados en los que se muestran maquetas de arquitectura, mobiliario, pinturas y esculturas.

Se pueden ver muebles elaborados con maderas nobles, como la caoba o el ébano, y decorados con motivos florales, cada vez más alejados del realismo y dominados por la geometría hasta el punto que las rosas se dibujaban como espirales y las flores de loto, como triángulos.

El mobiliario también refleja la influencia de la cultura africana, que adquirió protagonismo durante los «años locos» con figuras como la bailarina y artista de variedades estadounidense y negra Josephine Baker, quien promovió diferentes exposiciones sobre la cultura africana.

El «art déco» sintoniza también con los cambios sociales que se produjeron durante los «felices años veinte», cuando nació la mujer moderna y hubo un gran crecimiento económico, y que el cine retrató después en cintas como «La Grand Illusion» o «Les Enfants du Paradis» de manera que se convirtió en una fuente de inspiración para los artistas.

Esta corriente estética vivió su apogeo con la «Exposición de las Artes Decorativas e Industriales Modernas» que se celebró en París en 1925 y que sirvió como carta de presentación para conquistar nuevos mercados.

Para ello, los grandes almacenes parisienses (como las galerías Lafayette o Le Bon Marché) encargaron a arquitectos de prestigio la construcción de sus pabellones, con el objetivo de atraer a los visitantes hacia sus colecciones de muebles.

Así, a diferencia de lo que ocurría con el «art nouveau», el «art déco» se concibe como un estilo más accesible y no está limitado a la alta burguesía.

Aquella exposición fue una gran plataforma para la internacionalización del «art déco», aunque para darse a conocer este estilo se sirvió también de imponentes barcos transatlánticos como «L’Île-de-France», decorado con esta estética, que realizó su viaje inaugural entre el puerto de Le Havre y Nueva York en junio de 1927.

Asimismo, se decoraron diferentes embajadas francesas, como las de Serbia y Canadá, con muebles de este estilo, que «ayudaron a difundir el gusto francés», explicó el comisario de la muestra.

La expansión del «art déco» se fundamentó también en que muchos de los grandes arquitectos de la época, procedentes de todo el mundo, se formaron durante algunos años en la escuela de Beaux Arts de París, como Wallace K. Harrison, quien participó en la construcción del Rockefeller Center de Nueva York. EFE

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