El temor a jueces sin miedo

Danilo Arbilla
Montevideo, Uruguay

Jorge Lanata acaba de lanzar su último libro –10K La década robada–, en el que suma nuevos datos e informaciones en torno a la corrupción en su país: más precisamente, a la corrupción durante el gobierno de los Kirchner, Néstor y Cristina.

El reconocido periodista, uno de los de mayor credibilidad y más confiable para los argentinos, y sin duda el mayor enemigo para la familia gobernante, al tiempo que denuncia, con abundancia de cifras y testimonios, el enriquecimiento de los Kirchner, acusa a estos de ser los responsables de dividir al pueblo argentino, provocando lo que el llama “la grieta” .

Lanata hace afirmaciones y recoge algunas cifras que asustan. “La fortuna de Néstor y Cristina –dice– creció 46 veces entre 1995 y 2010, esto es más del 4.567%. Nos referimos –aclara– a dos exempleados públicos con una lejanísima actividad privada en un pequeño estudio jurídico de Santa Cruz”.

“Según los datos que proporcionaron los contadores del matrimonio –abunda Lanata– entre 2003 y 2012 su patrimonio pasó de 7.000.000 a 89.300.000” pesos argentinos, conformados de acuerdo con su detalle por “12 departamentos, 6 casas, 6 terrenos, 4 locales, una camioneta, acciones, acreencias y depósitos en efectivo”. Y añade: “si se tienen en cuenta los inmuebles declarados, la pareja llegó a la presidencia con 5.626 metros cuadrados y a fines del 2011 contaban con 203.148 metros: treinta y seis veces más”.

Y estas cifras son de hace dos años y por lo que se sabe la viuda e hijos de Kirchner no han perdido plata en el tiempo que ha pasado hasta el presente. Más bien todo lo contrario.

Lanata en su libro da cuenta sobre los inicios de “esta prosperidad” de los Kirchner durante la dictadura al amparo de los mandos militares y aprovechándose de la política económica del régimen. También aporta mucha información sobre cuál ha sido “el comportamiento” de la justicia en la investigación del reiteradamente denunciado “enriquecimiento ilícito” de los Kirchner.

Lo que mete miedo, más que las cifras y porcentajes, es la impunidad que les da el poder y el pavor que le ha de generar a la presidenta Cristina volver al llano, lo que está previsto, constitucionalmente, para el 2015. Estas impunidades y miedos son los que explican las fiebres reeleccionistas –a cualquier precio, sacrificando las economías y riquezas de sus naciones y lamentablemente con la complicidad de organizaciones otrora mucho más creíbles como la OEA u otras, como la Unasur creada a esos efectos– para seguir en el poder.

Con solo mirar lo de Brasil y lo que no se pudo evitar respecto a la corrupción de jerarquías del Partido de los Trabajadores y los colaboradores más allegados a Lula, ya es para poner las barbas en remojo. Y eso que en Brasil hay una nomenclatura –con Itamaraty al frente de la diplomacia y política comercial y con la tutela de unas Fuerzas Armadas cuya actuación durante la dictadura sigue sin tocarse en serio– que regula y modera.

Pero eso es difícil que se dé en otros países, cuando les llegue el momento de “bajar” a los reeleccionistas Cristina Fernández, Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega.

A los progresistas les ha ido muy bien, han progresado mucho y ya es un hecho reconocido que no hay progresistas pobres. Pero hay cuentas pendientes. Y tienen miedos que conspiran contra las esperanzas. Lo de Bachar al Asad en Siria, tratando de acabar con la oposición; o lo de Nicolás Maduro en Venezuela, digitado por los Castro y su larga experiencia en la materia, reprimiendo a los estudiantes y la disidencia; son la expresión de esos miedos.

Es el miedo a rendir cuentas –lo que nunca han hecho hasta ahora– a ser investigados en serio y a ser juzgados por jueces sin miedo.

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* El texto de Danilo Arbilla ha sido publicado originalmente en el diario ABC Color de Paraguay

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