Letizia, la primera periodista que se convierte en reina

Reina Letizia de España. Foto de Archivo, La República.

Escribe el diario español El País, que de no haberse casado con quien se casó, tal vez hoy Letizia Ortiz Rocasolano (Oviedo, 1972) habría contado esta mañana en directo una de esas noticias históricas que tensan a cualquier periodista. Pero el rey que ha abdicado es su suegro desde hace una década, lo que desemboca en que Letizia se convertirá en reina de España, un papel para el que lleva preparándose más de una década.

Hace doce días que los príncipes de Asturias celebraron el décimo aniversario de su matrimonio, una década de trabajo en la que Letizia Ortiz, de 41 años, no se ha limitado a mantener un perfil de consorte.

La en otro tiempo periodista de televisión Letizia Ortiz Rocasolano se metió de lleno en su nueva misión en cuanto se comprometió con el príncipe, a finales de 2003 y desde entonces no ha parado de formarse, con la reina Sofía como modelo.

Al casarse, sacrificó una carrera que la había llevado a presentar el noticiero de máxima audiencia en Televisión Española adonde llegó en 2000 procedente de CNN. Y como periodista había cubierto los más importantes evenetos de esos años: el hundimiento del Prestige frente a las costas gallegas, los atentados del 11-S contra las Torres Gemelas o la invasión de Irak. Su padre, Jesús Ortiz, era periodista, igual que su abuela Menchu Álvarez del Valle. Así que se matriculó en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, donde logró una beca del departamento de Relaciones Internacionales para hacer el doctorado en México, que le permitió trabajar en el diario Siglo XXI. Antes de la televisión picoteó en la prensa escrita (Abc y Efe), pero su mirada estaba puesta en lo audiovisual.

Ahora, como princesa, cada vez ha asumido más protagonismo y ha logrado consolidar un espacio propio de trabajo, con actividades en favor de la infancia y la juventud, la educación, la lucha contra las enfermedades penosas y la investigación científica.

En su agenda propia (la tiene desde 2007) han entrado la defensa de los afectados por enfermedades raras y el apoyo a la innovación, la educación y la colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS) en temas de nutrición. En sus hábitos menos protocolarios ha introducido en palacio aficiones de clase media: salidas al cine (es fácil encontrarla en las sesiones de versión original de la plaza de los Cubos en Madrid), conciertos de música indie (compra su entrada junto a un par de amigos y suele entrar cuando ha empezado por razones de seguridad y discreción) o la Feria del Libro, en vaqueros y en visita privada. 

Todo ello, sin descuidar los numerosos viajes oficiales y actos públicos compartidos con el príncipe, y siempre pendiente de la educación y la protección de sus hijas, las infantas Leonor y Sofía.

Una de las mayores preocupaciones de la princesa de Asturias ha sido mantener, sin descuidar sus obligaciones institucionales, una vida privada lo más normal posible, junto a su marido, sus hijas y su entorno de familia y amigos.

Pero el acto en el que es más visible su presencia institucional junto a Felipe de Borbón es la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, un acontecimiento especial para ambos porque se celebra en Oviedo (norte), ciudad natal de la princesa.

En la última década, los príncipes han recibido juntos a más de 7.200 representantes de todos los sectores de la vida española en 248 audiencias con cobertura informativa y han intervenido en 1.516 actos oficiales. Asimismo, sólo la agenda propia de Letizia le ha llevado a recibir a más de 2.100 personas en 107 audiencias y asistir a 190 actos oficiales.

La princesa ha contribuido asimismo a consolidar el papel del príncipe Felipe como promotor de los intereses españoles en el extranjero a través de 73 viajes en los que han visitado 38 países de cuatro continentes, sin olvidar las 70 visitas de su esposo a 39 países -incluidas 38 tomas de posesión iberoamericanas- y los dos viajes de doña Letizia a Ginebra para reunirse con expertos de la OMS.

Letizia tiene además, según anota El País, la mirada desprejuiciada de una perfecta representante de la clase media, alguien que ha viajado en metro y se ha hipotecado para pagar un piso en Valdebernardo. Una mujer con pasado sentimental (se casó por lo civil en agosto de 1998 en Almendralejo con su profesor de Literatura del instituto, Alonso Guerrero, y se divorció un año después) y sueños profesionales.

Hace sólo unos días, la presencia de las infantas Leonor -de ocho años- y Sofía -de siete- en su primer acto oficial, junto a sus padres, en la tribuna de una ceremonia militar en la base aérea de San Javier reforzaba la imagen de continuidad institucional de la Corona.

A su alrededor ha intentado edificar un hogar normalizado y ajeno al protocolo de una casa real. Los príncipes llevan a las niñas al colegio y las acuestan por la noche. Su casa, una residencia construida en 2000 y conocida como el pabellón del Príncipe, trata de huir de la frialdad palaciega y desprender aroma familiar. Es probable que, cuando se conviertan en el rey Felipe VI y la reina Letizia, no la abandonen, según el País.

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