Muere Lukánikos, el perro que participó en las protestas griegas

Lukánikos.

Lukánikos, el perro que en 2011 se convirtió en la mascota de las manifestaciones contra el programa de ajuste draconiano impuesto a Grecia por sus acreedores y aquejado desde entonces de problemas respiratorios a causa de la inhalación de gases lacrimógenos, ha muerto con diez años de un fallo cardiaco.

Este perro callejero color canela ganó notoriedad internacional a comienzos del verano de 2011, cuando decenas de miles de manifestantes asediaban a diario el Parlamento griego que, ante el fracaso del primer plan de rescate del país, adoptado en mayo de 2010, preparaba la adopción de una serie de medidas aún más dolorosas.

Lukánikos («salchicha» en griego), que desde 2008 se había instalado en la emblemática plaza de Syntagma, frente al Parlamento, había decidido desde el primer día quiénes eran sus amigos: los manifestantes que a diario organizaban protestas contra el draconiano programa de ajustes, que con el tiempo costaría a Grecia la cuarta parte de su producto interior bruto y llevaría a un paro que de más del 27 %.

Lukánikos siempre estaba allí, a la cabeza de todas las manifestaciones, ladrando a los policías antidisturbios que le lanzaban a él y a las multitudes, gases lacrimógenos.

Y fue el protagonista de varios reportajes, entre ellos de la CNN, de BBC, de Al Jazeera.

Ese mismo año la revista «Time» incluyó a Lukánikos entre el centenar de las personalidades del año, bajo en nombre «The riot dog» (El perro de los disturbios).

En Grecia el semanal progubernamental «To Vima» lo nombró incluso «Personalidad del año 2011».

Lukánikos nació como perro callejero, pero desde su niñez lo había adoptado el señor Aquiles, un pensionista que vivía en el barrio de Exarjia, en el centro de Atenas.

Pero Lukánikos prefirió seguir su vida en la calle, en la plaza de Syntagma, en lugar de transformarse en un perro de salón.

Finalmente, hace dos años y ya maduro con sus ocho años, decidió abandonar Syntagma y aceptar la invitación del señor Aquiles.

Lukánikos no estaba sano. Su lucha callejera le pasaba factura y el veterinario que le atendía diagnosticó que los gases lacrimógenos le habían dañado el sistema respiratorio.

Ahora Lukánikos ha muerto apaciblemente del corazón mientras dormía en el sofá del señor Aquiles. EFE

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