Juan Villoro preferiría tener un mejor país y una literatura no tan fuerte, en referencia a México

Juan Villoro en entrevista con Miguel Molina Díaz, en la Feria Internacional del Libro de Quito. Foto de La República.

Acababa de escribir un primer cuento, a la edad de 15 años, cuando Juan Villoro conoció a Miguel Donoso Pareja. Encontró en el periódico un anuncio que convocaba a un taller gratuito de escritura en la Universidad Nacional Autónoma de México. Entonces Villoro se convirtió en el alumno más joven de ese taller: “Miguel Donoso tuvo la generosidad de tomarme en serio, yo era un chamaco que a penas estaba empezando y él me adoptó con una enorme seriedad y con un gran afecto”, recuerda el escritor y periodista mexicano.

Juntos viajaron por la provincia mexicana realizando talleres y, luego de 4 años, Donoso Pareja pidió a Juan Villoro que dejara el taller: “se dio cuenta de que yo estaba creando una codependencia muy grande con ese taller y si no rompía con eso nunca iba a caminar por cuenta propia”, rememora Villoro y agrega que fue un momento de desamparo: “esa es la verdadera enseñanza de un maestro, que el alumno siga por su cuenta”.

Donoso Pareja, que es hoy es un escritor olvidado en el ámbito latinoamericano, tiene para Villoro tres facetas: la de maestro, la de divulgador y la del creador, ésta última, cree el mexicano, implicó “una renovación a la literatura latinoamericana” que lograba jugar con las estructuras narrativas, introducir el inconsciente, cambiar los puntos de vista, es decir, un juego de rompecabezas. En cuanto a divulgador recordó la columna de Donoso Pareja, ‘Bitácora latinoamericana’, donde daba a conocer autores. Y, aquella faceta que marcó a Villoro: “Un buen maestro no deja de acompañarte nunca, es alguien que te enseñó una manera de pensar y de leer el mundo”

De hecho, su visita a Quito, la tarde del miércoles 26 de noviembre, a la Feria del Libro de Quito, fue en virtud de que Villoro asistió al homenaje que el Ministerio de Cultura y el Fondo de Cultura Económico realizaron a Miguel Donoso Pareja, el novelista guayaquileño.

Por otro lado, Villoro se refirió al drama de violencia y desapariciones que hoy vive México, su país: “Estamos atravesando un verdadero infierno”. Piensa que Colombia, pese a los enormes costos, es un buen ejemplo a seguir para tratar un problema multifocal que para solucionarse requiere de una reconstrucción del país desde la ciudadanía.

También habló de la literatura mexicana. “Rodrigo Fresán dice que México es un género literario”, comentó en referencia a las obras de autores extranjeros que han retratado México, como Graham Greene, Malcolm Lowry, D. H. Lawrance, Roberto Bolaño o el mismo Rodrigo Fresán. Pero también destacó a Juan Rulfo, Sor Juana y Octavio Paz, como mexicanos que han sabido dibujar su propio país. “Las sociedades muy dramáticas, las sociedades donde el carnaval y el apocalipsis ocurren al mismo tiempo son las más fecundas para la literatura”, comentó Villoro y agregó que “preferiría tener un mejor país y una literatura no tan fuerte”.

En cuanto a la disyuntiva entre su vocación de cronista y de creador de ficción, Villoro piensa que la crónica tiene un compromiso, “un contrato definitivo”, con la verdad, hasta que la verdad es verificable. La ficción, por otro lado, proviene de la realidad pero puede imaginar otras cosas, “ la gran paradoja es que una vez que la ficción imagina ciertas cosas éstas pueden formar parte de la realidad: ¿quién nos dice que el Quijote no forma parte de la realidad, evidentemente está en el mundo con más fuerza que gente que verdaderamente existió”, reflexionó al respecto y acotó que “la diferencia entre la ficción y no ficción no es la diferencia entre la verdad y la mentira, es la diferencia entre lo verificable y lo que no necesita ser verificado”.

Una de las ventajas de la literatura, de acuerdo al autor de ‘El testigo (Anagrama, 2004) es que a ella se puede incorporar las cosas que más nos gustan. En 1990 Villoro cubrió el Mundial de Italia para hacer notas de color: es decir hablar de todo lo que rodeaba el encuentro de fútbol. Era la época en que el Papa Juan Pablo II había jugado de portero, Madona se había enamorado de Roberto Baggio, era diputada la ex actriz porno Chicholina, el Partido Comunista criticaba la organización de los juegos, etc. Es decir, había muchos componentes eróticos, sociales y políticas en torno al mundial, que eran materia de crónica. “Es una forma de la pasión que trato de reflejar como cronista de lo mismo que yo padezco: la afición al futbol”, señaló.

Villoro, en cuanto a lector, se decanta mucho más por la no ficción y como Enrique Villa-Matas lee más ensayo y poesía que cuento y novela. En cierto punto de su entrevista recordó a su amigo entrañable Roberto Bolaño, de quién dijo: “era ese tipo de personas que no olvidabas nunca”.

Por último, sobre la desaparición del libro dijo: “A veces pensamos que el libro es un objeto superado por la computadora pero si revertiéramos la historia de la civilización y tuviéramos un mundo donde solo existan computadoras y de pronto apareciera el libro, probablemente pensaríamos que es una novedad que supera en mucho a la computadora porque no se tiene que recargar, no caduca, estimula los 5 sentidos, se nos cae y no se nos rompe.”

Escuche la entrevista aquí:

_________________________________

Miguel Molina Díaz

Más relacionadas