Joaquim Levy, nuevo ministro de Hacienda de Dilma, viene de la banca

Joaquim Levy

Joaquim Levy, ingeniero de 53 años, es el nuevo ministro de Hacienda de Brasil, nombrado por la presidenta Dilma Rousseff, que el 1 de enero inauguró su segundo mandato. Sin filiación partidaria y apodado «manos de tijeras» por su apego a la austeridad, Levy proviene de la banca privada.

Ingeniero naval, con un doctorado en Economía en la Universidad de Chicago, Levy trabajó los últimos años en Bradesco, uno de los mayores bancos del país. Su formación va en contra del modelo de un Estado centralizador que ha caracterizado el Gobierno Rousseff. Levy y la presidenta serían como agua y aceite, pero “esa combinación se repite en otros países”, observa el presidente de la Orden de los Economistas de Brasil, Manuel Henríquez García, citado por el diario español El País. “En Francia también hemos visto ese matrimonio [el socialista Françoise Hollande y su ministro liberal, Emmanuel Macron, nombrado recientemente]”, compara.

Levy ya anunció duras medidas de ajuste fiscal para garantizar que Brasil termine los tres próximos años con superávit en sus cuentas públicas. “Lo importante es entender que combatir el frenazo en la creación de empleo y la caída del crecimiento del PIB con una mayor expansión fiscal no encaja con la realidad y seria peligroso”, avisó.

Esas afirmaciones provocaron urticaria en una parte del electorado de la presidenta, que se sintió traicionada con la elección de un nombre más identificado con el discurso de Aecio Neves, el principal rival de Rousseff en las elecciones de este año.

Ajeno a las críticas, Levy dedicó las últimas semanas a conocer en detalle las cuentas junto al exministro Guido Mantega, y saber, incluso, el tamaño de los esqueletos que tienen que contabilizarse para definir el tamaño del ajuste de los gastos públicos en el segundo mandato de la presidenta Rousseff. Levy asumirá así el papel de mensajero de malas noticias, como el aumento de impuestos, la restricción del crédito y el fin de los subsidios a empresas, que permitieron la sustentación de empleos, patrimonio de las gestiones petistas. No es casualidad que las consultoras ya proyecten un aumento en la tasa de desempleo.

Levy dijo que viene un año amargo, pero necesario para recoger frutos después.

De acuerdo con el Banco Central, como el Estado gastó en los once primeros meses del año 264.000 millones de reales (unos 101.538,5 millones de dólares) en el pago de intereses de deuda, el país acumuló hasta noviembre un déficit fiscal nominal (ya incluidos los intereses) de 283.000 millones de reales (unos 108.846,1 millones de dólares), equivalente al 6,06 % del PIB.

En el mismo período del año pasado el déficit nominal de Brasil era equivalente al 3,25 % del PIB.

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