«Still Alice» resalta daños a veces ocultos del Alzheimer

En esta imagen difundida por Sony Pictures Classics, Julianne Moore en una escena de "Still Alice". Moore recibió una nominación al Oscar como mejor actriz el jueves 15 de enero del 2015. (AP Foto/Sony Pictures Classics, Linda Kallerus)

Washington (AP) — Con su representación de una mujer vibrante sumiéndose en la oscuridad del mal de Alzheimer, la actriz Julianne Moore está haciendo algo más que arrasar con todos los premios. La película «Still Alice» está despertando conciencia sobre una enfermedad demasiadas veces sufrida en aislamiento, aun cuando el rostro que le ha dado Hollywood es más joven que el del típico paciente de la vida real.

La cinta es sobre una profesora de lingüística atípicamente aquejada a los 50 años con una forma de Alzheimer que afecta a su familia. Ese tipo de Alzheimer suma una pequeña fracción de los pacientes afectados con la enfermedad neurodegenerativa.

Unas 35 millones de personas en todo el mundo, y 5,2 millones en Estados Unidos, padecen Alzheimer o demencias similares. La vasta mayoría tienen 65 años o más. Salvo por un logro médico, se esperan más del doble de casos en Estados Unidos para el 2050, debido al envejecimiento de la población.

Se cree que hasta un 4% de los casos son del tipo que afecta a las personas antes de los 65 años, usualmente en sus 40s o 50s, dijo la directora científica de la Asociación de Alzheimer, Maria Carrillo, quien fungió como asesora científica para la película. En Estados Unidos, la asociación calcula que estas son 200.000 personas.

El tipo de Alice es aún más raro; ella les dice a sus tres hijos en la cinta: «Es de familia. Se pasa genéticamente».

Foto: .indiewire.com
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Con esta forma de Alzheimer autosómica dominante, heredar uno de tres genes con mutaciones particulares lleva a la enfermedad. Los hijos de un padre afectado tienen 50% de probabilidades de heredar la mutación culpable del mal. Como en otras familias, los hijos de Alice tienen que decidir si desean o no hacerse la prueba para saber.

Pero la vasta mayoría de tipos de Alzheimer no están vinculados a un gen malo particular. Existen varios genes que pueden aumentar el riesgo, pero personas que nunca desarrollan síntomas de demencia también pueden tenerlos. Por eso los médicos no recomiendan que una persona promedio se haga estas pruebas genéticas.

«Puedo ver las palabras colgando frente a mí y no puedo alcanzarlas, y no sé quién soy o qué voy a perder después», dice Alice.

Para ayudar con la perspectiva de la cinta narrada en primera persona, el grupo de Carrillo puso a Moore en contacto con un paciente con principios de Alzheimer que pudo describir cuán desorientado se sentía con los síntomas — esa incapacidad frustrante de rescatar una palabra o el temor que produce de pronto no reconocer un sitio familiar.

Olvidar una palabra de vez en cuando es algo que le sucede a mucha gente. La Asociación de Alzheimer lista señales de alarma que pueden distinguirse de los olvidos normales y que uno debería discutir con un médico. En la lista: pérdida de memoria que afecta la vida diaria, dificultad para completar tareas comunes, alejamiento de actividades sociales y cambios de personalidad.

Si les parece que en la cinta Alice declina súbita y rápidamente, consideren un concepto que los neurólogos llaman «reserva cognitiva». Se cree que quienes han tenido más años de educación tienen algo de protección porque el aprendizaje adicional incrementó las conexiones entre sus neuronas cerebrales. Cuando el Alzheimer comienza a bloquear esas conexiones, el cerebro al principio puede seleccionar una ruta alternativa para recuperar un recuerdo.

«Tu cerebro se mantuvo a tope», explicó Carrillo. Pero con el tiempo, el cerebro alcanza un momento crítico y ya no puede compensar, así que «el cambio parece más dramático».

No existe una cura para el mal de Alzheimer, y los tratamientos actuales solo alivian los síntomas de manera temporal. Los científicos ni siquiera están seguros de las causas de la enfermedad, aunque se sospecha de una pegajosa proteína cerebral llamada amiloide.

Tampoco es sencillo un diagnóstico. No existe una prueba de Alzheimer, sino un montón de evaluaciones. A veces, los doctores usan tomografías para medir la acumulación de amiloides, pero sólo en casos cuidadosamente seleccionados porque mucha gente sin Alzheimer también alberga la proteína.

El gobierno del president Barack Obama ha declarado como una meta encontrar tratamientos efectivos para el Alzheimer para el 2025. Las investigaciones sugieren que el Alzheimer comienza a deteriorar el cerebro sigilosamente hasta 20 años antes de que comiencen a presentarse los síntomas. En este momento se estudia si contener el pegajoso amiloide durante ese periodo puede al menos posponer los síntomas unos años, si no evitarlos.

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