Ai Weiwei aspira a «vida normal» tras la situación «extrema» sufrida en China

MÚNICH (ALEMANIA) 30/07/2015 .- El artista y crítico del régimen chino, Ai Weiwei, se dirige a la prensa a su llegada al aeropuerto de Múnich, Alemania, hoy 30 de julio de 2015. Weiwei puede viajar de nuevo al extranjero después de que las autoridades le devolvieran su pasaporte la semana pasada. El artista, abiertamente crítico con el régimen de su país, fue detenido en 2011 de camino a Hong Kong. EFE/Peter Kneffel

Berlín, (EFE).- El disidente y artista chino Ai Weiwei, que llegó a Alemania a finales de julio, aspira ahora a poder llevar «una vida tranquila» tras la situación «extrema» sufrida en los últimos años, en que se le retuvo en su país bajo distintas acusaciones, incluida evasión fiscal.

«No tengo miedo. Lo que ha ocurrido no importa. Solo pido poder llevar una vida normal y poder decir y hacer cosas que ayuden a nuestra sociedad. No solo criticar, sino también ofrecer soluciones», apunta el artista en una entrevista publicada hoy por el diario muniqués «Süddeutsche Zeitung».

Ai, el artista chino contemporáneo más cotizado del momento, explica a ese rotativo las situaciones «extremas» a que se ha visto sometido ya desde antes de su detención, en 2011, así como los déficit que, a su parecer, sufre la sociedad de su país.

Relata así las lesiones cerebrales que sufrió en 2009 a raíz de una paliza policial, de las que fue tratado luego en Múnich, la ciudad alemana a la que llegó hace una semana, y donde ha sido ahora sometido a una revisión médica, sin que se advirtieran secuelas de lo ocurrido.

Unos dos años después empezó la persecución judicial del artista, que pasó 81 días encarcelado, para pasar luego a una situación de arresto domiciliario sin que hasta ahora haya sido sometido a juicio.

«El entramado social de China es muy frágil. Todo puede hundirse en cuanto algo se mueve un poco. No hay una cultura social moderna. No hay individualismo ni libertad de expresión o autonomía personal», apunta.

A su juicio, esa situación convierte en «extremadamente peligroso» a alguien que, como él, expresa sus críticas.

Ai se dice, sin embargo, optimista en cuanto a las posibilidades de incidir positivamente en la evolución de su país de origen.

«Las necesidades de libertad no se pueden silenciar. En algún momento la presión será demasiado fuerte y todo estallará», pronostica, aunque sin concretar sus planes para el futuro.

Desde Berlín se le ha ofrecido un puesto como profesor invitado en la Universidad de Bellas Artes. EFE

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