El cambio de matriz que todavía no ocurre

Julio José Prado
Quito, Ecuador

Desde el inicio del actual Gobierno, se enfocaron los objetivos de transformación productiva hacia el cambio de lo que se denominó ‘matriz productiva’, por medio de la adopción del modelo coreano.

Así, el Estado ecuatoriano, con el amplio empuje de los ingresos petroleros tomó entonces la batuta del cambio de matriz productiva vía sustitución de importaciones (barreras técnicas, restricciones y mayores aranceles), y buscando la industrialización por la vía conformación de grandes industrias básicas (petroquímica, siderurgia, astilleros, celulosa, minería, entre otras). La base empresarial y competitiva sobre la que se iban a construir dichos sectores priorizados era casi inexistente, por lo que se requería un fuerte impulso público, desde la planificación, pasando por la financiación, hasta la ejecución y operación. Incluso se pensó, en forma equivocada, que el centro neurálgico del cambio de matriz, donde iban a confluir todas las necesidades públicas, privadas y académicas era la Ciudad del Conocimiento Yachay.

Lastimosamente, no se llegó a entender los verdaderos detonantes del exitoso modelo coreano que se había tomado como modelo, pero más importante, no se entendió lo difícil que iba resultaba para una economía como la ecuatoriana el adoptar y adaptar dicho esquema. Como consecuencia, el modelo de desarrollo industrial fracasó. Fracasó, tanto desde una perspectiva política, cuanto desde una perspectiva económica. Los hacedores de política industrial se dieron cuenta, allá por el año 2014, de que el proceso de desarrollo tal como lo habían planificado no iba a generar los cambios esperados, es muy demorado, muy costoso y requiere de una alta inversión nacional y extranjera privada que el modelo nunca contempló como esencial.

Así, desde mediados de 2014, se inicia un reenfoque de la estrategia productiva hacia algo más vistoso y con impactos de corto plazo: el turismo. Un sector altamente encadenado, gran generador de divisas y contracíclico. Aunque llega tarde, es la apuesta adecuada. El abandono del modelo anterior, se registra también a través del redescubrimiento de la agroindustria ecuatoriana y su importancia en la generación del empleo y divisas a través de la exportación. Otra vez tarde, pero en forma acertada, se comienzan a incorporar a los sectores primarios como parte del cambio de matriz productiva.

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Mientras nos encaminamos hacia el fin del año 2015, no existe claridad sobre la estrategia productiva que se usará de aquí en adelante. Se torna entonces urgente repensar y replantear el modelo de desarrollo productivo para aprovechar las mejoras en factores de competitividad básica que se han creado como por ejemplo las carreteras, los aeropuertos, las mejoras en la educación básica y universitaria. A continuación se enumeran algunas propuestas para caminar hacia una renovada transformación productiva:

1) Retomar a las universidades existentes como el centro de generación de la innovación aplicada. Esto implica hacer un plan que permita crear hubs regionales de investigación que junten a varias instituciones de investigación y educación con necesidades reales de las industrias del territorio. Para ello se debe reenfocar la cantidad de recursos que se destinan a proyectos sobre dimensionados como Yachay de tal forma que se puedan entregar a otros centros universitarios.

2) Las estrategias de desarrollo productivo tienen que dejar de tener una lógica top-down (arriba-abajo), se requiere que las soluciones vengan también bottom-up (abajo-arriba). Es decir se requiere otorgar independencia y discrecionalidad a cada ciudad/región para que se puedan enfocar los esfuerzos productivos en aquellos sectores industriales en donde ya existen ventajas comparativas y que tengan el potencial de convertirse en ventajas competitivas. Cuando se escoge sectores ganadores o apuestas productivas con visión nacional, se pierde la visión del territorio y su realidad.

3) Reevaluar la estrategia de sustitución de importaciones. En forma puntual y temporal, la sustitución puede ayudar a desarrollar ciertos sectores, pero de la forma genérica en la que se la está aplicando actualmente, no contribuye a generar un desarrollo industrial sostenible. El efecto sobre el bienestar del consumidor es altamente negativo, la productividad de las empresas no mejora, se profundizan los oligopolios y posiciones dominantes de mercado, y se restringe la innovación debido a la menor competencia. Hace falta reenfocar la estrategia hacia el aumento de la productividad y la agregación de valor con enfoque hacia el mercado exportador.

4) Es necesario repensar la estrategia de desarrollo industrial actual, basada en un enfoque en sectores individuales y desconectados, y cambiarla por una estrategia basada en clústers y networks industriales. Este enfoque permite enfocar los esfuerzos de política industrial hacia la generación de capacidades competitivas trabajando alrededor de las cadenas productivas existentes. La estrategia de clústers y networks se enfoca también en crear la institucionalidad adecuada para que cada cadena productiva se desarrolle en forma sostenible y exitosa, de la mano del sector privado, la academia, y el sector público. De esta forma se especializa el rol de cada actor en forma específica para cada clúster.

5) Entender que la política de desarrollo productivo no puede estar sólo en manos del gobierno de turno o de un funcionario público. Se debe estructurar un sistema nacional de competitividad en el que el sector público, la academia y la empresa privada, participen en forma activa desde la concepción de la estrategia, hasta la ejecución y posterior evaluación. Por definición, la estrategia de desarrollo económico es de largo plazo y la única forma de permitir que esta subsista a los constantes cambios políticos es institucionalizarla.

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