Me quedo muy decepcionado de usted

Víctor Cabezas

Víctor Cabezas
Quito, Ecuador

Sin duda alguna el debate gestado entre el Presidente Rafael Correa, su equipo económico y los economistas Mauricio Pozo, Ramiro González y Alberto Dahik, ha sido uno de los acontecimientos político-mediáticos más interesantes de las últimas fechas. Por primera vez pudimos ver al Presidente cara a cara con un adversario fuera de la lógica del Enlace Ciudadano o de las entrevistas complacientes. Algunas decepciones -más allá de la que tiene el, ahí si, pseudoperiodista Rodolfo Muñoz– surgieron después del debate:

1. El pasado es el lugar más recurrente y visitado tanto por la oposición como por el Gobierno. Ni Alberto Dahik ni Mauricio Pozo pudieron desprender sus intervenciones centrales del “yo le dije, yo le avise, para que no hizo caso….”, aunque ciertamente tuvieron un tinte más propositivo.  Por otro lado, el Presidente ha hecho  del prohibido olvidar 1999 una tradición discursiva que, en lo personal, ya pasó al campo de la pura y simple falacia.

2. La oposición aún no puede superar los reproches políticos de un modelo de manejo económico que perdió en las urnas. ¿Por qué no se crearon fondos de reserva para los tiempos de crisis? Simplemente porque el proyecto político que ganó pregona la inversión pública intensiva como motor de crecimiento económico y desarrollo social, el proyecto político con la legitimidad democrática no cree en guardar fondos para las vacas flacas, cree en meter toda la carne al horno, recuperando los años perdidos en materia de desarrollo de infraestructura, de inversión social, eso y nada más. La calidad de esa inversión pública, la pertinencia de ciertas obras y servicios, la eficiencia del gasto, ese, el verdadero tema de discusión fue obviado por los panelistas. Es decir, se critico el modelo per se, no su eficiencia y calidad concreta.

3. La estrategia mediática Correa de responder peras con limones se está convirtiendo en una herramienta lasciva para su credibilidad y, hasta cierto punto, irrespetuosa con los ciudadanos. Se le pregunta si Ecuador vive una crisis económica y responde que crisis era lo que había en el 2000 con millones de ecuatorianos fuera del país, inflación y desempleo. Mauricio Pozo pregunta qué respuestas -más allá del endeudamiento- tiene el Gobierno para palear la falta de liquidez y la escases de recursos, “¿es que todos los países que mantienen reservas son idiotas y solo los ecuatorianos somos brillantes y decidimos no tenerlos?” ante esto el Presidente responde “entonces todos los países que mantienen moneda nacional son tontos porque no perdieron su moneda”.

4. La oposición utiliza la situación actual de la economía ecuatoriana como catapulta política, quizás el mayor acierto del Presidente y su equipo económico es enfatizar en la magnitud del golpe externo que han tenido las finanzas nacionales. El decrecimiento abrupto del precio del petróleo, la devaluación de monedas como el peso colombiano o el sol peruano –competidores directos del país en la mayoría de sus exportaciones-, han sido impactos directos e imprevisibles. Por más que se quiera pintar un panorama del apocalipsis now Ecuador, los grandes compromisos del gobierno en materia de inversión social, la estabilidad laboral, los depósitos y las finanzas público privadas no han sufrido un golpe de las dimensiones que se pretende dibujar.

5. El Presidente y, en particular sus asesores mediáticos, han sido incapaces de generar, por primera vez, un espacio democrático, abierto, proporcional, independiente y objetivo para que el Presidente pueda contrastar sus ideas. Quizás esa es la mayor decepción que me llevo del conversatorio del miércoles. El Gobierno que arremete contra la parcialización de la prensa, contra sus intereses mercantilistas, contra su falta de objetividad y su agenda política, ha diagramado el mismo modelo de gestión tantas veces criticado en la línea editorial de los medios que controla. Fue tan vil la falta de profesionalismo e independencia de Rodolfo Muñoz que terminó colocándolo como el gran perdedor de la noche.  Intimidado, subyugado a una postura política, abiertamente favorable a la lógica discursiva del Presidente, el Sr. Muñoz perdió su título de periodista, esa noche fue un mercader/conductor/publicista y, en lo que a mi respecta, le debe una disculpa pública al país.

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