Quito, 31 dic (EFE).- Un frenesí de «viudas» y monigotes invade las ciudades de Ecuador, una colorida tradición que hoy afloró con entusiasmo y que se presenta como antesala a la despedida del 2015 en esta Nochevieja.
Miles de jóvenes ecuatorianos, travestidos por esta ocasión como voluptuosas y sensuales «viudas», han salido a las calles para llamar la atención de los conductores y transeúntes, a quienes imploran con provocativos bailes la entrega de «limosnas» para velar al difunto año que se extingue.
La colecta servirá para pagar la fiesta final del año, donde se reúnen familias y amigos.
Las «viudas» velan al Año Viejo, un monigote confeccionado para la ocasión y que a la medianoche será incinerado junto a las malas vibras y experiencias que ha dejado entre los ecuatorianos los últimos doce meses.
También conocidos sólo como «viejos», los monigotes evocan a personalidades o situaciones consideradas importantes en el año, sobre todo personajes de la farándula, el cine o la vida política nacional.
Muñecos parecidos a los minions, de la popular película animada estrenada a mediados de año, han tenido gran demanda entre el público, así como monigotes de políticos como el presidente del país, Rafael Correa, o el opositor alcalde de la ciudad costera de Guayaquil, el conservador Jaime Nebot.
En las calles de Quito, el tráfico se detiene a momentos ante la presencia de las «viudas» que atajan a los conductores para pedir la entrega de las «limosnitas» para el funeral del «viejo».
La gente disfruta de esta tradición que invita a las familias a pasear por las calles y a calificar a las mejores comparsas que, naturalmente, mejoran la nota mientras más atrevidos aparecen los atuendos de las «viudas».
En Quito incluso se organizan concursos de los mejores «viejos», el más popular es el que se organiza en la céntrica avenida Amazonas, donde se presentan muñecos gigantes con distintos motivos.
En Guayaquil es también vistosa la muestra de muñecos gigantes que hábiles artesanos confeccionan para la venta
A la par, la gente aprovecha la ocasión para visitar a parientes y amigos y en muchos barrios se improvisan verbenas a las que acude todo el vecindario y que se extiende hasta la madrugada.
No obstante, la tradición dicta que a la medianoche, justo después de la explosión de los fuegos de pirotecnia, las personas acudan a sus hogares para el abrazo de Año Nuevo, aunque luego vuelvan a la calle para continuar con el festejo. EFE