La identidad de la caricatura y sus protagonistas

Asdrúbal de la Torre, caricaturista. Foto de Thalia Noboa para La República.

Quito.- La caricatura editorial es inconforme y efímera. Denuncia, satiriza y luego se desdibuja en el tiempo. Situada entre la agudeza y la ironía; la imaginación y la realidad, esta expresión es, según el caricaturista Roque Maldonado, “la representación grotesca de una persona, cosa o también, por supuesto, alguna idea”.

A diferencia de la ilustración o el humor gráfico, la caricatura se rige por el presente. La eventualidad de las circunstancias políticas, sociales y económicas, y los personajes de primera plana.

“Todo eso, básicamente, ya no tiene sentido después de un tiempo, inclusive un tiempo corto”, indica Ponto Moreno, caricaturista y editor gráfico de diario El Comercio. ”Tengo caricaturas inclusive del mismo año que ya no recuerdo bien”, por eso sus bocetos de batalla, como los denomina, terminan en la basura. Otros, en cambio, conservan todavía sus caricaturas a pesar de que el sentido de las mismas permanezca con los hechos del pasado. Es el caso de Roque Maldonado y Asdrúbal de la Torre, caricaturistas con 63 años de experiencia y fundadores de la antigua revista quiteña de humor informativo “La Bunga”. 

Al igual que el editorial escrito, la caricatura maneja su propia ecuación: información verificada, sagacidad, trazos artísticos y humor en todas sus variantes; que hacen de ella una expresión de significación autosuficiente. “Concentramos todo en una especie de embudo para tener una idea más simple, que llegue a todo el mundo”, menciona Asdrúbal de la Torre.

Roque

“En el fondo, lo que pasa es que tenemos que comenzar a reírnos de nosotros mismos.”

Roque Maldonado

Pero, a diferencia del editorial o la columna escrita, “la caricatura tiene ese poder de transmitir con una imagen, a veces sin texto, la misma [idea] que las cien o doscientas palabras de un texto”, indica Marcelo Chamorro, caricaturista de diario La Hora desde 1985.

A pesar de la hilaridad que generalmente acompaña a este formato, la risa no es su principal objetivo. “La caricatura es una crítica”, dice Roque Maldonado, “sino que es una crítica más confianzuda”, cuya misión es la reflexión del público.

Con ilustraciones, y a veces palabras, se denuncian hechos con una intensidad indefectiblemente aplastante. “Es un poco sobre eso de la condición humana que no queremos aceptar”, comenta Ponto Moreno. Sin embargo, a pesar de la tensión que la caricatura puede denotar, su alcance dependerá de los lectores y las interpretaciones dadas, “sino simplemente no se compra”, aclara Marcelo Chamorro.

Su aceptación temática y de formato es interdependiente de la sociedad y la cultura en la que se desenvuelve. “Solo los franceses se permiten hablar de todo, y decir de todo, y dibujar sobre todo, pero es porque la sociedad permite esas libertades”, menciona Ponto Moreno luego de trabajar 16 años en un diario francés. “Aquí [Ecuador]  la caricatura siempre la he visto mas bien gentil, en general”.

Chamorro

Las leyes sobre el trazo

En la discusión jurídica se debate el régimen legal por aplicar a la caricatura; ¿información u opinión? “Sería un error tremendo que el caricaturista haga información”, indica Asdrúbal de la Torre. “El caricaturista es un comentarista de los temas del día”; idea que comparten el resto de entrevistados para este artículo.

Tras el paso de 27 gobiernos, Asdrúbal ha podido percibir los diversos ambientes políticos del país y sus reacciones frente a las expresiones divergentes. “Me he dado cuenta de que los gobiernos autoritarios, los que concentran poder, se molestan con la caricatura; cosa que no sucede con los gobiernos democráticos”.

Igualmente, con la valía de una amplia trayectoria, Roque Maldonado menciona que “hasta hace poco la caricatura era un arte, de los lindos artes que han habido. Ahora es un arte-ciencia porque tenemos que aprendernos todas las leyes de memoria para saber cómo defendernos de las críticas del gobierno”.

Con la aplicación de la Ley Orgánica de Comunicación (L.O.C.) se han establecido normas que confinan a los caricaturistas a un área de acción. Existen, sin embargo, profesionales como Marcelo Chamorro que creen más en la ética del profesional que las leyes con una agencia ética.

Roque

“La caricatura es una crìtica, sino que es una crìtica más confianzuda”.

Roque Maldonado

La sanciones impuestas sobre las caricaturas se han justificado sobre la palabra escrita que acompaña a la viñeta, catalogándola en calidad de información. Cuando empleado, el texto constituye una segunda humorada. “Estás haciendo un doble disparo, es una escopeta de dos cañones”, aclara Ponto Moreno y “es evidente que cuando escribes algo, ESCRITO ESTÁ”.  

Frente a este panorama, han suscitado un sinnúmero de dudas y reacciones en el gremio de caricaturistas. Para Roque, “a veces se confunden los límites morales con el miedo a lo que le hagan a uno”. Las medidas punitivas de la L.O.C. llevan a “estar alerta, pendiente, desconfiando inclusive de tus propias ideas”, menciona Ponto.

La persistencia de la caricatura editorial, sin embargo, no flaquea ante las penalidades y las clasificaciones; se erige sobre la perspicacia que la distingue; algo así como dijo el escritor catalán Joan Garriga: “Algunas crisis operan como si llevaran un regalo implícito”.  Es decir que si es difícil, también es provechoso; tanto que “ la ventaja de esta cuestión de las leyes es que nos obliga a nosotros a ser más creativos, ver de otra manera y darle la vuelta”, alega Marcelo.

Chamorro

La palabra es una doble humorada. “Estás haciendo un doble disparo, es una escopeta de dos cañones”.

 Ponto Moreno

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Por Thalia Noboa Lamar

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