Camino hacia la prosperidad

Aquellos que surfean la ola, con el riesgo de caerse cuando un burócrata decida modificar el plan, y los que prefieren un marco jurídico que les permita emprender en libertad.

El primer empresario se siente privilegiado y por ende, nunca dejará de exigir prebendas al gobierno. Ya vivimos eso cuando el Ecuador siguió el modelo cepalino que exigía fabricar todo aquí. Eso fracasó, porque concluyó en la creación de una falsa industria que requería de un gobierno paternalista, castigando al consumidor con productos más caros y de menor calidad. En ese modelo existe menor variedad de bienes para escoger al momento de comprar. Solamente beneficia a los dueños de las industrias.

La justificación para implementar las salvaguardias fue defender la fabricación nacional. En el camino se gravaron con salvaguardias la importación de productos que no se fabricaban en el país, mientras que se le daba discrecionalidad a los servidores públicos para eliminar tal o cual partida del pago de las salvaguardias, ocasionando la posibilidad de corrupción. En un modelo de libertad no es necesario que los empresarios tengan que conversar constantemente con los funcionarios públicos para poder operar.

Ningún país del mundo fabrica todo, solamente lo que es conveniente. Los países exportan para poder importar. La balanza de pagos es únicamente una cuenta del balance. No importa que sea deficitaria si la última línea del balance está en azul.

El supermercado donde hago las compras jamás ha comprado lo que vendo. Sin embargo, es más conveniente comprarle al supermercado, porque de lo contrario, tendría que criar animales y cultivar los vegetales. Y a pesar de que el supermercado no me compra, soy rentable al final del año.

Esa idea de que es malo importar o comprar es retrógrada. Se necesita importar para producir y generar comercio. Debemos impulsar un cambio. Un marco jurídico que le permita al emprendedor comenzar sus negocios en libertad. Que no privilegie a empresarios so pretexto de una matriz productiva.

Los mejores gobiernos son los que no interfieren constantemente con el mercado, cambiando las reglas del juego y tratando de dirigirlo. No es teoría, son recetas probadas por países que ofrecen mejor nivel de vida a sus habitantes.

Quieren subir nuevamente los impuestos. Implementar nuevas reformas laborales, suscitando mayor incertidumbre. Ninguna de las dos cosas genera empleos, sino lo contrario. Estas medidas buscan exclusivamente financiar un presupuesto estatal deficitario por el ingente gasto público improductivo.

Este pudo haber sido el mejor gobierno de la historia nacional. Lo tuvo todo: coyuntura, organización, líderes políticos con el don de la comunicación y elevado precio del petróleo. Por egoísmo, prefirieron desaprovechar la oportunidad de favorecer al país.

Los empresarios que se someten a la planeación estatal le dan la razón a Lenin cuando afirmó que “los capitalistas nos venderán la soga con la que los ahorcaremos”. Está en nosotros salir adelante impulsando reformas de libertad para promover la innovación y el emprendimiento.

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