Más acerca de «La fecundidad de la incertidumbre»

Obra de Alexis Esquivel

Guayaquil.- En la Sala Temporal del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo MAAC se exhibe la muestra colectiva “La fecundidad de la incertidumbre”, que forma parte de un proyecto de investigación sobre el arte de Cuba y Ecuador, realizado por la curadora y crítica de arte cubana residente en Guayaquil Amalina Bomnin, que permanecerá abierta hasta el 15 de agosto del presente año.

Los artistas que integran la muestra son: Miguel Alvear, Paola Almeida, Alejandro Arellano, René Bohórquez, Juan Carlos Fernández, Claudia Carrera Mariscal, Pamela Hurtado, Graciela Guerrero, Raymundo Valdéz, Williams Hernández, Christian Proaño, Katya Cazar, Ana Fernández, Leo Moyano, Maureen Gubia, y Alexis Esquivel.

Amalina le dice a La República que le interesaba buscar denominadores comunes entre el arte que estaban produciendo los artistas de Ecuador y de Cuba, porque ella advertía que, a pesar que en la isla, en algunas ocasiones existía más acceso al medio artístico; en cambio, en ambos casos, los artistas tenían que estar lidiando con cuestiones como el difícil acceso a los materiales, el escaso apoyo institucional y las frágiles políticas culturales que benefician, en la mayoría de los casos, a industrias como el cine o la música.

Obra de Leo Moyano
Obra de Leo Moyano

«Yo quería construir ese diálogo y me pareció interesante hacerlo partiendo del concepto de «deriva», manejado por un grupo de artistas del situacionismo de los años cincuenta del pasado siglo, que en medio de la postguerra, y con los cambios que empezaban a darse en las ciudades, como consecuencia de los crecimientos demográficos, se sintieron urgidos de intentar una reconciliación afectiva con el espacio citadino. Reconciliar arte y vida formaba parte fundamental de sus propuestas en un afán de subvertir ciertas constantes rutinarias que había construido aquella sociedad del espectáculo a la que aludían. Las acciones, performances, el lenguaje apropiacionista, y las intervenciones en espacios públicos, fueron los soportes y estrategias más socorridos en aquel entonces».

«Yo pensé en un inicio que pudieran participar más artistas cubanos, pero eso no fue posible. Sólo estuvieron dos de ellos: Williams Hernández y Alexis Esquivel. No quería en el caso del grupo seleccionado que fueran artistas que estuvieran trabajando con alguna galería en específico, ni que fueran muy reconocidos, o pertenecieran a alguna institución o generación clasificable, sino que se ajustaran a la idea comentada».

«Algunos artistas todavía estaban estudiando en algunas instituciones ecuatorianas, otros lo hacían en la Universidad de las Artes, y había otros consolidados como Ana Fernàndez, Miguel Alvear o Katya Cazar. Comencé a nuclearlos intentando que se advirtiera la diversidad del conjunto en cuanto a sus problemáticas y a los soportes. Quise incluir fotografía, instalación, video, performances, objetos, y las obras en algunos casos iban cambiando en el proceso.»

Obra de Claudia Carrera
Obra de Claudia Carrera

«La museografía fue fácil porque como habíamos trabajado de antemano, las obras guardaban relación entre ellas. Comencé con un discurso sobre lo íntimo. Ahí entraba las piezas de Christian Proaño, de René Bohórquez, que en el caso de este último es un discurso sobre la infancia pero que trasunta violencia. La de Claudia Carrera, relacionada con el tópico de los discursos de status y cómo éstos  pueden entrañar cierta dosis de intimidación.»

«Continúo con Raymundo Valdéz, cuyos personajes están en una lucha permanente, y luego, ya en las salas posteriores, seguimos con un discurso que tiene más que ver con lo político, con la ideología, con artistas como Williams HernándezJuan Carlos Fernández, más interesado en los vericuetos del llevado y traído tema de la identidad. Esa identidad que a veces se torna algo abstracto, como esos animales que van mutando en otros animales, con la idea de cómo es visto el Ecuador desde afuera, y al mismo tiempo cómo se piensa el ecuatoriano desde adentro, como se teoriza incluso sobre ciertos discursos, sin que ellos estén realmente incorporados al pensamiento y la vida del ecuatoriano medio, de a pie».

Obra de Williams Hernández

Obra de Williams Hernández

Williams Hernández, es un pintor grabador y escultor cubano, que lleva cinco años radicado en Guayaquil nos explica  su obra «Made in Ecuador»: «ésta obra nace de la propuesta del gobierno de consumir lo nacional, esto de made in Ecuador tiene que ver con lo que tú preguntas desde fuera del Ecuador: ¿qué produce Ecuador? y te dicen plátano, y bajo esa presupuesto y ese prejuicio también, la obra tiene que ver con este gran angelote transparente de una sola ala, atravesado por esa cantidad de plátano, que se transparenta sobre el paisaje, que interactúa con el paisaje, ese paisaje que son franjas de siembra que se van desvaneciendo. De la obra forma parte un libro de un autor ruso que se lo puede ojear, que habla sobre cómo es la producción en el capitalismo. La obra habla sobre arraigarse a las cosas que uno tiene y eso mismo exponerlo, proponerlo».

Sobre Ana Fernández,– que ha usado a una colaboradora para llevarla a cabo.- ésta aparece que está sentada en una mesa con mantel rojo leyendo las cartas de un tarot terapéutico, Amalina comenta que «es una pieza para acercar a la gente al arte, porque la gente habla mucho del arte, pero muchas veces no lo entiende, o las exposiciones que se llevan a cabo sólo consiguen alejarlo más, tornarlo inaccesible, hermético, entonces era una forma de que la gente pudiera acercarse con un fin de sanación, porque la artista ofrece a través de la lectura ciertas guías, ciertos consejos. La terapeuta te acerca a ellas desde un espacio poco tradicional y sin costo alguno».

Otra obra que sorprende y divierte a la vez es la de Paula Almeida, en la que colaboró Gustavo Zevallos, quien permanece encerrado en una caseta de vidrio dialogando con el público, que trata sobre el cambio de sentido del arte desde la óptica del espectador, de cómo el arte pierde el contacto con el publico por querer aparecer como acto intelectual.

«A través de un happening, donde la persona que está afuera puede advertir al que aparece en la cabina, pero éste en cambio, no puede observar al público, se establecen la relaciones que todo artista aspiraría a tener con los espectadores, cercana, humana, lúdica, afectiva», dice Amalina.

Pieza de Paula Almeida
Pieza de Paula Almeida

mrjc/Fotos larepublica.ec

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