Encuentre las diferencias

Lo dijo, con todas las letras, refiriéndose al presidente de la Nación Argentina, Mauricio Macri.

Hebe, presidenta de la Asociación de Madres Plaza de Mayo, se ha convertido en el ariete de la oposición y una especie de vocero —voz cantante e insultante— del kirchnerismo en general y de Cristina Fernández de Kirchner en particular. Hebe es amiga de la expresidenta y, a igual que esta, está investigada por la justicia por “mal manejo de fondos públicos” (léase corrupción). Vale aclarar que lo de Hebe es juego de niños respecto a lo de Cristina y su familia, cada vez más multimillonarios según se está sabiendo y surge de cuentas, maletas, sacas y bolsones aparecidos y que aparecen en cofres fort, casas financieras, fosas y hasta en conventos, entre otros escondrijos.

El pronóstico sobre el “futuro de Macri”, la señora De Bonafini lo hizo al cierre de una serie de actos, manifestaciones y marchas organizadas por el kirchnerismo y organizaciones opositoras al actual gobierno, que tuvieron lugar durante dos días —26 y 27 de agosto— en Buenos Aires, y que comenzaron en la famosa Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno (Casa Rosada), se desarrollaron en distintas puntos de esa capital y culminaron con un acto en la nombrada plaza.

Hay que resaltar que no hubo ningún inconveniente, ni desde el Gobierno se puso traba alguna, ni antes, durante o después, para la realización de esas jornadas opositoras. Tampoco ha habido consecuencias o represalias respecto al exabrupto de Hebe, salvo un fuerte repudio a nivel de redes y opinión pública.

A Macri ni a nadie de su gobierno se le ha ocurrido decir que todo ello es parte de una conspiración internacional y un intento de golpe de Estado. En este caso la tal conspiración sería de izquierda porque, como es sabido, Macri es de derecha. Así se le califica , se oye y se lee. Hebe, con su reconocida sutileza, ya hace un tiempo calificó a Macri de fascista; a él y al entonces arzobispo Jorge Bergoglio, quien ahora papa Francisco pasó a ser de los buenos y recibe a Hebe en el Vaticano.

Hebe, Cristina, su hijo Máximo y el peronismo kirchnerista serían la izquierda. Quizá también el Papa.

Imagínese el lector lo que pasaría en los “izquierdistas” Ecuador y Bolivia, siempre bajo la amenaza de un intento de golpe de Estado y víctimas de una conspiración de la derecha internacional, si un dirigente opositor calificara a Correa o a Evo como Hebe calificó a Macri.

Qué pasaría si Capriles, Ramos Allup o cualquier otro dirigente opositor venezolano hicieran el mismo vaticinio —“vas a caer solo…— respecto a Nicolás Maduro, o ni tanto, si se refirieran en esos términos a Diosdado Cabello o a los presidentes del Supremo Tribunal de Justicia o del Tribunal Electoral, tomando en cuenta cómo actúan.

En Venezuela, además, ni se requiere apelar a la imaginación y menos a hechos tan extremos como el de insultar soez y en público al Presidente de la República. No es necesario, basta ver lo que ocurre con relación a la convocatoria del jueves 1 en apoyo del referéndum que reclaman los venezolanos, según está probado y firmado, para que Maduro deje la Presidencia y se llame a elecciones.

Como es usual, el gobierno chavista, progresista y de izquierda, acusa a la oposición de derechista y de ser parte de una conspiración internacional para dar un golpe de Estado. (Otro más y van…). El gobierno de Maduro, frente a “esa amenza” ha detenido y llevado a la cárcel a varios dirigentes políticos (los que se saben) y anunció que sus fuerzas de choque saldrán a la calle ese día. Puso en marcha toda su estructura mediática y su aparato represivo para meterle miedo a la población para que la marcha fracase. Pero el Gobierno sabía que los venezolanos  iban a estar, y tan seguro de ello estaba que prohibió sobrevolar Caracas, en ningún momento ni forma —ni con alfombras mágicas—, para que nadie pueda filmar o tomar fotografías del pueblo venezolano en la calle.

Esos son los hechos. Que cada uno encuentre las diferencias y, ya de paso, las ubique a la izquierda o a la derecha como a tantos les gusta, aunque cada vez sirva de menos, para engañar a nadie.

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