¿Cheque en blanco hoy, hambre para mañana?

¿Pero qué es lo que nos deja la Ley? Hoy después de las primeras reacciones desde el sector privado hasta el Gobierno Central, pasando por el Servicio de Rentas Internas (SRI) y Banco Central del Ecuador (BCE) que no han podido esconder su satisfacción en redes sociales, vale la pena analizar el impacto que tendrá en las finanzas públicas.

Hay que destacar los incentivos tributarios y las remisiones. Es positivo que se le haya retirado al BCE la facultad de comprar papeles emitidos por el Ministerio de Economía y Finanzas, así como de la banca pública, es bueno que se haya aclarado el concepto de deuda agregada y que se hayan incluido conceptos como el de las ventas anticipadas de petróleo y los valores adeudados después de haberse liquidado el presupuesto. También es acertado que se haya creado el fondo de estabilidad económica con los excedentes del precio del petróleo en relación con el presupuestado, o la creación del fondo de garantía para la economía popular y solidaria con un porcentaje de los excedentes de la banca pública.

Pero no podemos dejarnos llevar solo por lo aparentemente correcto en el corto plazo, sino más bien analizar el proyecto en su conjunto y cuál será su impacto real en la economía a mediano y largo plazo, es decir la necesidad de atacar el problema de fondo: La indisciplina fiscal. La nueva Ley introduce reglas fiscales que, en lugar de servir como freno al excesivo gasto público para reducir el tamaño de Estado y el déficit global, le otorga al Ejecutivo un cheque en blanco para continuar con el agresivo endeudamiento, mientras el gasto público total permanece intacto.

Si se quiere poner realmente límite al endeudamiento hay que ponerle frenos que eviten sucumbir ante la tentación de seguir adquiriendo más deuda. De no ser el caso, esto se puede volver en un “pasar la pelota” al que venga; es decir, que el próximo Gobierno tenga que hacer frente a la crisis fiscal frente a un déficit global y excesivo endeudamiento.

Durante la última década se puso en riesgo la estabilidad fiscal, la liquidez del sistema monetario y la solvencia de la seguridad social. Para lograr romper este círculo vicioso se necesita más que una ley, se requiere la voluntad política del Gobierno para poner en orden las finanzas públicas. No podemos esperar resultados positivos sin atacar el problema de raíz, que es el gasto público desmesurado, ni tampoco celebrar un crecimiento económico que no es sostenible en el tiempo por ser impulsado por el endeudamiento.

Si nos guiamos por los hechos todo indica que el cheque en blanco será utilizado para seguir adquiriendo más deuda. Esperemos que por el futuro de las siguientes generaciones esto no sea “pan para hoy y hambre para mañana” y se reduzca el gasto corriente y el déficit global para tener un verdadero programa de estabilidad y fortalecimiento fiscal que logre el equilibrio de las cuentas públicas.

Debemos lograr el cambio hacía una economía productiva que genere puestos de trabajo, que vengan principalmente del sector privado, mientras el Gobierno se concentra en mantener y hacer cumplir las reglas macrofiscales. Para que la economía ecuatoriana crezca sostenidamente necesita inyección de nversión, no solo crecer a base del consumo y endeudamiento.

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