Venezuela de cara al futuro

Jorge Calderón Salazar

Jorge Calderón Salazar

Guayaquil, Ecuador

Una vez más, Venezuela se encuentra ante una convulsión política. Hace pocos días, Nicolás Maduro volvió a jurar como “presidente” de ese país luego de unas elecciones presidenciales que no fueron reconocidas por un  importante número de países debido a denuncias de que no se garantizaba la participación de la oposición.  Iniciado el mandato de Maduro, la Organización de Estados Americanos decidió no reconocer la presidencia, al igual que la oposición, que fue más allá y decidió proclamar a Juan Guaidó, Presidente de la Asamblea Nacional, como Presidente Interino.

Venezuela es una estado fallido. La crisis política y humanitaria que vive ese país ha llevado a un éxodo sin precedentes de sus ciudadanos que ha incidido en la política migratoria de la región. Ahora bien, la economía cada vez se contrae más y los ingresos familiares no son suficientes para cubrir las necesidades básicas de un hogar. Carentes de acceso a bienes importados debido a la escasa presencia de dólares en el país, cada vez es más notorio cómo se alza una clase política chavista-madurista con acceso a lujos que indignan.

De igual manera, se observa una cúpula militar supeditada ideológica y económicamente a Maduro y Diosdado Cabello, que mantienen un control férreo buscando así garantizar la permanencia en el poder, soslayando la voluntad del pueblo que busca mejores días, tratando de superar la compleja situación  que atraviesan.  ¿Qué debe hacer Venezuela para superar la debacle en la que se encuentra? La verdadera transformación iniciará cuando Maduro deje el poder, algo que, lamentablemente, no ocurrirá de forma pacífica y será el mismo pueblo que deberá contar con la ayuda de facciones del ejército para poder lograrlo.  El giro de timón que necesita Venezuela no será dado bajo el régimen actual, porque entre varias de las medidas a tomar está volver más eficiente el manejo del Estado, optimizar el uso de sus recursos, revisar la administración de las empresas estatales, especialmente de PDVSA, corregir las serias distorsiones fiscales, comerciales, monetarias y cambiarias que tiene el país, entre otras medidas.

Desde afuera solo podemos observar y hacer votos porque la situación del país cambie y realmente enderece su rumbo. No se trata de una lucha entre el capitalismo y socialismo, izquierda y derecha, ni siquiera de clases, es una lucha por al supervivencia y dignidad de un pueblo al cual le robaron sus sueños y que solo desea dejar a tras las malas decisiones que tomó en el pasado y que llevaron al borde del abismo. Lo que vive Venezuela deja duras lecciones no solo a ese país, sino a todos de lo que pueden convertirse una nación rica debido a la presencia de políticos o “líderes” que venden un sueño y que terminan enfrascándose en el poder, menoscabando el futuro de muchas generaciones presentes y futuras. (O)

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