Fiscalía de Ecuador recibió casi 350.000 denuncias en 2018

Fiscalía General del Estado

La Fiscalía General del Estado ecuatoriano recibió en 2018 casi 350.000 notificaciones de delito y denuncias que se sumaron a las que están pendiente de resolución de años anteriores, reveló hoy la fiscal general Ruth Palacios.

En una comparecencia ante el Pleno de la Asamblea Nacional (Parlamento), la titular del organismo fiscal presentó su informe de trabajo sobre el año pasado y señaló que la Fiscalía había recibido un total de 347.819 notificaciones de delitos.

«Existen Fiscalías en donde un solo equipo tiene que atender entre 4.000 y 5.000 casos», destacó la alta funcionaria sobre el peso laboral que soporta su organismo, donde hay apenas 840 agentes fiscales a nivel nacional.

Los principales delitos que han sido objeto de denuncia en el último año son los que tienen que ver con diversas sospechas contra el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, el exsecretario Nacional del Agua (Senagua), Walter Solís, y el extitular de la Superintendencia de Comunicación (Supercom), Carlos Ochoa, según un comunicado de la Fiscalía.

Palacios indicó además en su comparecencia que existen denuncias por cobros indebidos por parte de diecinueve asambleístas y que han dado paso a la investigación de otros delitos.

En cuánto a la lucha contra la corrupción, uno de los males que afectan al país, informó que la Unidad Nacional de Investigación contra la Delincuencia Organizada Trasnacional (Unidot) ha generado 27 investigaciones previas.

Se han procesado 104 personas por delitos como terrorismo, delincuencia organizada, tráfico de armas, secuestro, narcotráfico, entre otros y 40 de ellos ya tienen sentencia, agrega la nota de prensa.

En cuanto a la violencia de género, la funcionaria mencionó varios casos que han conmovido a la ciudadanía, como la desaparición en 2012 de la ecuatoriana Juliana Campoverde, aun por resolver, la reciente violación en manada de Martha en un bar de Quito, o el asesinato de una embarazada en Ibarra (norte) a manos de un emigrante venezolano. EFE

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