Argentina: la tumba de los cracks

Danilo Arbilla

Montevideo, Uruguay

Llamé a un colega argentino, fino analista político, y le pregunté, entre otras cosas, por la eventualidad de que se adelanten las elecciones, y me dijo que no lo veía: “Eso te lo digo hoy, miércoles 14 de agosto del 2019 a las 17:30 horas, mañana no se lo que puede pasar ni tampoco dentro de unas horas”.

Así de vidriosa es la situación con un dólar disparado, derrumbe de la Bolsa local y de los títulos argentinos en New York, y el riesgo país cada vez mayor.

Esto son los datos reales, mientras tanto se dice cualquier cosa, y como es costumbre las redes dan cabida a lo que sea: una foto de Cristina Kirchner, con gesto que inflama a muchos y genera repugnancia a otros, es acompañada por la leyenda “Si sabía que eran tan boludos les robaba el doble”.

Muchos están sangrando por la herida. Más serio que ello resultan las declaraciones de figuras como Alberto Fernández, titular de la fórmula kirchnerista con Cristina como vice, quien dijo que el terremoto en los mercados se debía a la política económica del gobierno de Macri. Fantástico. El pánico lo generó la perspectiva de que el kirchnerismo gane las próximas elecciones. Y eso no lo puede ignorar Fernández. Está mintiendo, porque si lo ignora es mucho peor.

Es cierto que el hombre que puso Cristina no es muy cuidadoso: llamó “misógeno”, “racista” y “violento” al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Alberto Fernández hoy por hoy es favorito a ser presidente. ¿No debería cuidar esos detalles, con vistas a su futura misión?

Pero más allá de estas anécdotas —llamémosle así— las PASO (primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias), que son una especie de simulacro, sin mucho sentido, cuyo propósito parecería que es calmar una ansiedad propia de los argentinos, pero lo único que genera es caos e incertidumbre como acaba de ocurrir, permiten algunas observaciones.

La primera es el enojo de la gente con los resultados electorales; esto es, cuando no les gusta. Los brasileños son ignorantes y medio fascistas si votan a Bolsonaro; y lo mismo los gringos que votaron a Trump, los españoles, en cambio, están locos votando a Sánchez y Podemos, y más locos los argentinos con este entusiasmo kirchnerista.

Pero es lo que el pueblo decide y elige. Es la democracia. Descalificar a los votantes y a las mayorías, porque los resultados no nos gustan, no es muy democrático, ni republicano ni liberal. El pueblo tiene razón, y además es el soberano. Si se piensa que no tiene razón, la pregunta es: ¿quién la tiene? Cuidado.

Otro dato, que ya resulta repetido, es que las encuestas yerran muy feo. Ocurre en todos lados, y a cada rato.

Tercera anotación es precisar que en las PASO la gente no elige sino que da su opinión. Y es diferente dar la opinión que elegir a quienes gobernarán.

Parece muy difícil, como opinan casi todos, revertir la tendencia y achicar las diferencias (47% contra 32% de Macri). Las PASO son una encuesta en serio, pero como tal refleja la opinión del público en un determinado momento. Las elecciones, para elegir el próximo presidente son el 27 de octubre.

No le va a ser fácil a Macri conducir el país hasta ese día. Alberto Fernández se ha comprometido a ayudar y contribuir a la calma, pero eso no basta. El tema es que la moneda —el peso argentino— se ha envilecido, y eso hace estragos en la economía.

Otro apunte, también repetido, es que Macri ganó a destiempo, recibió un país que se hundía en el que el ajuste era inevitable.

No lo supo hacer por frivolidad, soberbia o porque no lo sabía.

Fue por el gradualismo, generando opinión en contra todo los días, dejando crecer y en libertad a los corruptos, en vez de sincerarse con los argentinos, llamarlos al sacrificio y “las cosas”, como diría Ortega y Gasset, aplicar medidas de fondo, desmantelar el sindicalismo corrupto y meter presos a los kirchneristas que robaron, empezando por Cristina Kirchner, hoy la triunfadora.

Última anotación es resaltar que lo de Argentina es bien sui generis: los presos pueden ser candidatos y votan, y dirigentes como Cristina Kirchner, que tiene once causas abiertas en la Justicia, algunas por ser la jefe de una banda de delincuentes con billetes, maletas, hoteles, bolsones con dólares y patrimonio desbordante a la vista, procesada y con pedido de prisión en por lo menos cinco de ellas, están libres. Los “fueros parlamentarios” dan para todo en ese país.

No es fácil, ¿no?

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