¿Quién se beneficia del paro?

Samuel Uzcátegui

Quito, Ecuador

 Ante las medidas económicas anunciadas por el presidente Lenin Moreno, la mafia de los transportistas decidió llamar a un paro nacional al estar en contra de la eliminación del subsidio al combustible. Con esta medida buscaban paralizar al país, y de cierta manera lo lograron. Crearon un ambiente de caos que complicaba la libertad de circulación, dieron aval a saqueos y protestas violentas y le entregaron capital político a los correístas que se aprovecharon de la coyuntura para vender su narrativa socialista. Además, se irrespetaron derechos fundamentales como la libertad de prensa y el derecho a protestar, con repulsivas detenciones arbitrarias y abuso de poder por parte de los cuerpos de seguridad. Con la finalización del paro de transporte surge la pregunta ¿Quién se benefició? ¿Qué se logró más allá de promover la vagancia?

Algunos dicen, para justificar estos hechos, que el subsidio es un derecho adquirido, pero en realidad es una ayuda temporal que, de mantenerse por mucho tiempo llevará a resultados económicos negativos a largo plazo y, el Ecuador duró 45 años con subsidio, evidenciando la urgente necesidad de recortar los gastos públicos.

Los medios mienten cuando dicen que subió el precio de la gasolina, no subió, lo que pasa es que ahora no es un servicio asistido por el Estado y su precio será fijado por el mercado, siendo una decisión acertada y necesaria para garantizar el crecimiento. Aunque los precios de los productos pueden aumentar, los beneficios de la productividad y competitividad a futuro compensarían estos cambios con mayores ingresos para la población.

Quizás hubo un problema de forma y de fondo, quizás los subsidios debieron ser eliminados paulatinamente, pero, el fallo en esta cuestión radica en como un gremio intentó paralizar a todo un país cuando sus beneficios se vieron afectados y como tantas personas festejaron sus acciones, apoyando una lucha que claramente no los incluye. No se pudo asistir a clases, muchas personas no llegaron a su trabajo a cumplir horario, impidieron la libre movilidad para que personas fueran a mercados con precios más económicos, impidieron que los enfermos cumplieran sus citas médicas, impidieron a los comerciantes surtir bien sus tiendas y los terroristas saquearon y robaron a diestra y siniestra esperando quedar impunes. En términos generales, impidieron que la gente viviera su vida por mero capricho.

Con el Estado de Excepción y el abuso de poder por parte de ciertos cuerpos de seguridad que se creen intocables, es inconcebible que se normalice la violencia y se haga la vista gorda de diferentes hechos que son inaceptables en una democracia. El ataque a los periodistas de El Comercio, a los de Ecuavisa y Primicias y la detención arbitraria del joven periodista de Udla Channel, Iván Lozano, por parte de la Policía son hechos insensatos y vergonzantes. A Lozano lo golpearon repetidas veces, le destruyeron sus herramientas de trabajo e incluso lo amenazaron con ponerle piedras en la mochila, querían plantarle falsas evidencias para que cumpliera con el arquetipo de un protestante subversivo y así justificar su detención. Con ese mismo modus operandi el dictador Nicolás Maduro ha apresado a decenas de periodistas en Venezuela y los perpetradores de estos abusos deben ser señalados para que asuman sus responsabilidades ante el peso de la ley. Informar nunca será un delito y sin prensa no hay país; Lozano no debió estar detenido ni un solo segundo. Lenin Moreno y María Paula Romo fracasaron rotundamente garantizando la seguridad de sus ciudadanos.

Las medidas y el acuerdo con el Fondo no son tan leoninos como lo intentan hacer ver, pero para los populistas es más fácil vender la retórica de que el FMI está asfixiando la economía y así lo hizo Rafael Correa, que se aprovechó de la crisis política para intentar ganar terreno y resaltar en la palestra pública. No podía faltar el comentario del genocida Nicolás Maduro mostrándose en contra del FMI y apoyando al ‘heroico pueblo ecuatoriano’, mostrando una vez más como el socialismo del siglo XXI no deja de causar estragos en la región.

Rápidamente la bancada correista (los pocos que no han huido del país aún) con Gabriela Rivadeneira como vocera pidieron a la Asamblea que “avanzarán en la destitución del presidente Moreno y que se adelanten elecciones presidenciales”. Además, apoyaron fielmente el paro, invitando a alterar el orden público. Afortunadamente grupos fallidos como estos han caído por su propio peso y por su demagogia al hablar de querer retomar el poder después de robar al Ecuador por toda una década, pero la justicia debe encargarse de igual manera de estos insurrectos. El plan no le funcionó a Correa y a largo plazo las protestas no se mantendrán sin el apoyo de la mafia de los transportistas, por lo que el Mashi tampoco salió beneficiado de la crisis política del Ecuador. Son simples patadas de ahogado con las que intenta resurgir, pero está más que desacreditado.

La experiencia nos dice que un gobierno debe correr riesgos y afrontar obstáculos para aplicar las medidas necesarias para el crecimiento del país, por más impopulares que sean. Pero hay un problema de raíz, que es el pueblo que festeja la holgazanería, como el estudiante mediocre que se alegra por el paro porque no lo ve como un ataque hacia su derecho a la educación sino como un día libre o el delincuente que roba y saquea a su gusto lucrándose del caos.

Nadie se beneficia del paro, todos perdemos. Perdemos tiempo, dinero, oportunidades y tranquilidad. Los que están en contra de las medidas jamás ganarán adeptos vandalizando, el más valiente no es el más violento y deben entender que a este país le hace falta crecer como conjunto y dejar de andar separando todo entre dicotomías siguiéndole el juego a los pseudopolíticos. El Gobierno debe priorizar después de esta medida las personas en condición de pobreza y/o necesidad de atención prioritaria, coadyuvando en la mejora de sus condiciones de vida y poniendo, de una vez por todas, las riendas del país en el camino correcto.

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