Lasso y la mítica figura de Churchill

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

Las guerras se ganan con estrategia y no atacando a los aliados. Cuando hay causas comunes es indispensable conocer los factores propios y los de nuestros amigos que nos ayudarán a ganar la contienda. Las coaliciones son cruciales en tiempos de crisis. Todo gran líder debe conocer sus horas más oscuras, aquellas que ponen a prueba su capacidad y dan a conocer su liderazgo no solo a la sociedad —más a aquellos que no confían en la proeza de una cabeza plagada de idealismo y libertad— sino a sí mismos. En mayo de 1940, Winston Churchill, un estadista de gran envergadura, se posicionó como Primer Ministro británico en una época donde Herr Hitler tenía un poder sin igual y el nacional socialismo tenía la predisposición de invadir toda Europa.  

Cuando Churchill ocupó el cargo nadie creía que tendría la posibilidad de hacer frente a la crisis desatada por la Segunda Guerra Mundial y se decía que la invasión nazi a Londres sería inminente. El 7 de mayo de 1940, Hitler ya había tomado el control de Checoslovaquia, Polonia, Noruega y Dinamarca. Mientras esto ocurría, poco antes en el Parlamento inglés, todos pedían que salga del poder el conservador Neville Chamberlain: «¡Dimite, hombre, dimite!» gritaban los representantes. Cuando finalmente Churchill asumió tendría dos rivales de su mismo partido (el derrocado Chamberlain y Lord Halifax que más tarde se los vería muy cercanos a Hitler listos para formar una rendición bajo la mesa sin que Winston se entere) además del propio rey de Inglaterra, Jorge VI, quien tampoco confiaba en el Primer Ministro porque era demasiado «anciano y de poca credibilidad social» como para mantenerse en el poder…

Churchill entrega su lealtad, entonces, en sus aliados: Franklin Delano Roosevelt y el General Maxime Weygand. Si bien Churchill tenía fe en ese gran hombre llamado Weygand, cuando llegó a París el 22 de mayo de 1940, vio a un viejo y arruinado general listo para firmar la rendición.

Tendrían que pasar cinco largos años para que finalmente, Churchill, hiciera una maniobra genial y arriesgada: salvar a cientos de soldados atrapados en el infernal puerto francés de Dunkerque mientras estaban a tiro de los aviones alemanes. Gracias a los civiles se pudo salvar incontables vidas y la invasión de tropas por Normandía —donde se vieron juntos comunistas rusos comandados por Joseph Stalin, a estadounidenses liderados por Roosevelt y a ingleses estratégicamente enviados por Churchill, adicionando a los hombres franceses por entonces bajo la figura del imponente Charles de Gaulle— llegarían a libertar Europa Occidental en el llamado Día D. Posterior al Día de Elba, el 25 de abril de 1945, los nazis firman la rendición y se da por terminada la Segunda Guerra Mundial.

Si bien este ajedrez entre Churchill y Hitler terminó hacía tiempo, los ecuatorianos vivimos un conflicto similar iniciado precisamente ese 7 de mayo de 1940: Guillermo Lasso y Andrés Arauz jugarán otra partida entre la que, nuevamente, está en juego la democracia versus la dictadura.

Arauz y Lasso tienen sus fichas colocadas en el tablero. Así como Winston Churchill vivió sus horas más oscuras, Guillermo Lasso está en las suyas propias, listo para demostrar su talante de líder. En este caso, Roosevelt y Stalin son reemplazados por la figura de Xavier Hervas y Yaku Pérez Guartambel.  Lasso tendió puentes y sus «adversarios» políticos pudieran convertirse en aliados que luchen a su lado, pese a que ambos tienen a Leonidas Iza y Wilma Andrade (actores del calibre de Chamberlain y Halifax que podrían pactar con el corereísmo al menor respiro).

Guillermo Lasso debe ser consciente de que Winston Churchill ganó la Segunda Mundial con fuertes combatientes (y de distante ideología) y además con cabeza fría. Si quiere derrotar a Herr Correa y a su nuevo aprendiz, deberá usar todos los recursos que están a su lado. Tiene fuertes caballos, alfiles, peones y torres que lo empujarán a una victoria segura mientras a su lado permanece María de Lourdes, como Clementine, que nunca dejó de dar aliento a Churchill.

Las reglas están trazadas… ¡Don Guillermo, use sus estrategias como el encuentro en el CNE que tuvo junto a Yaku Pérez y únanse junto a Xavier Hervas para vencer al mal de este país! La militancia debe estar consciente que juntos pueden vencer la barbarie que, financiada por el ELN, nos puede caer encima. La única bandera que debe triunfar es la nuestra, el glorioso tricolor ecuatoriano.

Señor Lasso, confió en usted… ¡Debe triunfar a toda costa mientras está ya disipando sus horas más oscuras y llegando al límite: el de ser un gran gobernante!    

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