Por el bien del país

Fernando López Milán

Quito, Ecuador

Ya estamos acostumbrados. “Por el bien del país” se cede; “por el bien del país” las autoridades claudican.

“Para garantizar la paz”, “para salvar la democracia” se cede y claudica. Y cada vez que se cede y cada vez que se claudica salvamos los muebles, pero, en realidad, las instituciones democráticas se hunden sin remedio y, ahora mismo, ya están tragando tierra.

Un candidato, que se siente inconforme con los resultados electorales, se queja, alborota, presiona, y las autoridades, en lugar de resolver las quejas del candidato de acuerdo con sus competencias legales, dejan la solución del problema en manos de dos civiles. De dos  de dieciséis candidatos a la presidencia de la república, que tienen el derecho de reclamar, pero, de ninguna manera, de imponer soluciones a las autoridades.

Políticos, transeúntes, periodistas, “analistas” de todos los pelajes, felicitan el “acuerdo”. Es decir, la celebración entre dos ciudadanos comunes y corrientes de un acto jurídicamente inválido, pues a estas personas, como a usted y como a mí, la ley no les ha dado ninguna potestad para, en el caso que nos ocupa, acordar y decidir.

Como si hubieran necesitado del “acuerdo” entre dos simples ciudadanos para actuar, los miembros del CNE anuncian públicamente que, una vez que estas personas, que no tienen por qué decidir, han decidido, van a ponerse manos a la obra a fin de que un proceso que no está previsto en la ley se realice.

«Fraude, fraude…»

De darse el recuento de votos en diecisiete provincias anunciado por el CNE, el Gobierno tendrá que gastar unos cuantos millones de dólares -que en el contexto de crisis sanitaria que vivimos bien podrían destinarse a salvar vidas- en satisfacer el capricho y los delirios “conspiracionistas” de un señor que recorre el país gritando “fraude”, “fraude”, “fraude”, sin que, hasta el momento, haya presentado las pruebas que la ley exige para demostrarlo.

“Fraude”. “Fraude”. “Fraude”. “Pueblo”. “Pueblo”. “Pueblo”. Y de tanto oír estas palabras, a uno le entran ganas de gritarles a los megáfonos populistas: ¡Por qué no se callan! ¡Por qué no nos dejan en paz un rato!

En fin, así estamos. Decidiendo como en tiempos de guerra civil, cuando las instituciones, sobrepasadas por las circunstancias, deben dejar las decisiones sobre la suerte del país en guerra a las fuerzas beligerantes.

¡Buena suerte!, Diana, Diana Atamaint, primera mujer amazónica en avalar un acuerdo entre dos personas que nada tiene que ver con la ley ni la democracia.

¡Buena suerte!, Manuela, Manuela Picq, repentina aparición, fervorosa vocera de la discordia.

¡Buena suerte!, Leonidas, Leonidas Iza, ocupante de última hora del coche, el tractorcito de una inexistente victoria.

Así estamos. Y por el bien del país, hemos dado un paso más hacia el caos, la desinstitucionalización, el imperio de los fuertes.

El candidato presidencial de Ecuador Guillermo Lasso interviene en el Consejo Nacional Electoral hoy, en Quito (Ecuador). El candidato conservador ecuatoriano Guillermo Lasso aceptó este viernes la petición de su rival, el aspirante indígena a la presidencia Yaku Pérez, para realizar un nuevo escrutinio de las elecciones del domingo pasado dentro del «marco de la ley» con el fin de transparentar la democracia. EFE/ José Jácome

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