El fraude

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Escribo estas letras al amparo de la decisión del Contencioso Electoral, que rechazó de forma definitiva el reclamo de Yaku Pérez y determinó que los candidatos que pasan a la segunda vuelta son Andrés Arauz y Guillermo Lasso. En los últimos años, a través del mundo, se ha hablado con insistencia de fraudes electorales. Los reclamos, por supuesto, han estado siempre a cargo de los candidatos perdedores.

Muchos argumentos se han esgrimido. Patrones electorales inflados, alteraciones cibernéticas, apagones sospechosos, corrupción de los organismos a cargo. Y finalmente, se ha consagrado como argumento definitivo la “ falta de transparencia “, hermosa frase hecha, solo comparable a “ manos limpias, corazones ardientes“, “ todo para la Patria, nada para nosotros” y tantas frases grandilocuentes que finalmente se usan para elevarse sobre el común de los mortales para dictar nuestras propias leyes de acuerdo al gusto y conveniencia de los elegidos.

Y para engañar sin piedad a posteriori. Pero siempre olvidamos que los desacuerdos tienen que ser zanjados por alguien. Y ese alguien es la autoridad a cargo. Porque esa es la democracia. No concordar con ella es incitar al voto nulo, a la agresión, a los paros nacionales, a los golpes de Estado.

Es partir de una falacia para imponer nuestra verdad por encima de las demás instancias. Es ignorar la ley porque nos resulta incómoda, y elevar nuestra suspicacia al rango de cosa juzgada. Y ese es el verdadero fraude.

El que nos incapacita para dialogar, para buscar consensos, para entender la fortaleza de la unión para frenar los abusos de minorías preparadas y belicosas que pretenden tomarse por asalto las instituciones. Esas minorías que han lucrado del poder gracias a las indecisiones de las mayorías, tan cegadas por su parcela de votación y apoyo que finalmente son incapaces de mirar más allá de su horizonte y pensar honestamente en lo que el Ecuador requiere.

El fraude somos nosotros, que desconfiamos de todo y de todos, que estamos listos a creer cualquier fábula sobre los hechos, que minimizamos toda labor ajena si no sirve para darnos la razón, que nos quedamos anclados en el pasado, en nuestras creencias, que somos incapaces de leer, entender y prepararnos para elegir con responsabilidad y no por cálculo personal.

Es el fraude que propicia un país dividido por odios ancestrales, por una clase media egoísta y codiciosa, por un grupo dirigente que privilegia sus intereses sobre los del resto. Insistir sobre el recuento total es una de esas falacias. No existe argumento válido ni legal para hacerlo. Sirve únicamente para deslegitimar al CNE y a la legalidad. No corresponde a los candidatos exigirlo porque son parte interesada. Pero suena bonito.

Y mantiene ocupado al gran público, legitimando su sensación de haber sido estafados, como en tantos ámbitos de la vida. Y mientras seguimos pidiendo lo imposible, otros peligros acechan al Ecuador. La posibilidad cierta que una gavilla de delincuentes prófugos vuelvan a apoderarse del gobierno gracias a ofertas nunca cumplidas con responsabilidad, el riesgo inmediato de un estado perseguidor y abusivo, la posibilidad cierta que pretendan eternizarse a través de la manipulación del poder. Ya lo vimos en los últimos catorce años.

¿Qué nos hace pensar que va a ser diferente ? Lo único que puede cambiar esto es la unión contra la delincuencia organizada. Y eso sólo puede lograrse a través de la responsabilidad social de los lideres políticos que creen en una democracia alternativa y representativa. No en el totalitarismo. En vez de continuar una polémica ociosa y circular, es indispensable tender puentes para frenar el caos. Y lograr que el gran público lo entienda no como una capitulación ideológica, sino como una solución pragmática. Allí, y solamente allí, lograremos avances como país.

Quito, 1 de marzo 2021. YaKu Pérez presenta recurso contensioso en el TCE. APIFOTO/DANIEL MOLINEROS

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