Una entidad cultural carcomida por la corrupción y la antidemocracia

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

La Casa de la Cultura Ecuatoriana es una de las más prestigiosas entidades culturales del Ecuador. En sus años de gloria fue sitio de simposios y discusiones de gran envergadura por donde pasaron Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Miguel Ángel Asturias y Gabriel García Márquez, por citar algunos intelectuales. Sus académicos nominaron a Gabriela Mistral al Premio Nobel de Literatura, reconocimiento que obtuvo en 1945, un año después de la fundación de la Casa de la Cultura.

La Biblioteca Nacional Eugenio Espejo fue uno de los departamentos que estaban dentro de la C.C.E. así como sus múltiples museos dónde yacían obras de la Escuela Quiteña como las de Manuel Chili «Caspicara» y en una de las paredes de la llamada «Casona» se ve el cuadro de Andrés Sánchez de Gallque Los Negros de Esmeraldas (pintura que data del siglo XVI y que también pertenece a este conjunto de manifestaciones artísticas).  En el Museo de Arte Colonial igual yacen cuadros de Miguel de Santiago como Virgen y las flores del siglo XVII. En 1945 nació la editorial de la Casa de la Cultura dónde se publicaron textos de vital importancia como traducciones al español de los poemas del norteamericano Walt Whitman y otros textos como Las obras escogidas de Juan Montalvo, las Obras completas de poesía de José Joaquín de Olmedo, El perfil de la Quimera de Raúl Andrade y Alondra de Enrique Garcés o las Obras escogidas de González Suárez. En el Salón de Bellas artes yacen obras pictóricas de Bolívar Mena Franco y José Enrique Guerrero.

El periodista y escritor Benjamín Carrión dio luz a un maravilloso conjunto de libros cargados de inteligencia dentro del género epistolar y de la narrativa, pero su máxima obra fue, gracias a José María Velasco Ibarra, fundar la Casa de la Cultura en 1944. Su labor fue alabada, por ejemplo, por Miguel de Unamuno. Junto a Carrión estuvo Oswaldo Guayasamín, Edmundo Ribadeneira, Eduardo Kigman, Demetrio Aguilera Malta y Jorge Izcaza. César Dávila Andrade, en agosto de 1945, inicia su participación en Letras del Ecuador un prestigioso periódico cultural del país que tuvo colaboradores internacionales de alto renombre. La Casa de la Cultura, así mismo, fue un imán para reconocidos periodistas entre ellos: Jorge Mantilla Ortega y Pedro Jorge Vera, posteriormente se vincularía Diego Oquendo Silva y su hermano, el músico Hugo Oquendo. Al cabo de los años, Jaime Guevara también tuvo un reconocimiento por su trayectoria musical por parte de la Casa de la Cultura.  

La C.C.E. vio nacer a grandes generaciones de intelectuales que sucedieron a la de Jorque Enrique Adoum como Antonio Preciado, Raúl Pérez Torres, Simón Zavala Guzmán, Iván Égüez, Abdón Ubidia y Jorge Velasco Mackenzie. Muchos de ellos ocuparon altos cargos en la Casa de la Cultura y mantuvieron el prestigio de la entidad. No obstante, como en el caso de Égüez, Ubidia y Pérez Torres se dejaron seducir por el correísmo, lo que implicaría la debacle de setenta y siete años de historia. A pesar que Pérez Torres publicó el texto Cría cuervos, cuando ocupó el cargo de Ministro de Cultura con Lenín Moreno, se dio cuenta, muy tarde, lo que implicaba jugar en la sucia cancha del Socialismo del Siglo XXI. El pensamiento de Carrión se tergiversó y ahora, bajo las manos de Camilo Restrepo y Luis García Cañas, utilizan la Casa de la Cultura como si fueran sus dueños, evitan elecciones libres para escoger nuevos representantes y hacen allí una plataforma junto a los mencionados Ubidia y Égüez —a los que se suman Kintto Lucas y Édgar Allan García, fugado en México— una plataforma política en pro de Andrés Arauz donde la corrupción impera y el libre pensamiento no está en el vocabulario de estos «artistas» y «escritores».

Es urgente que el nuevo gobierno reestructure la Ley Orgánica de Cultura para dar autonomía a esta entidad, que muchos, muy feamente la llaman «dinosaurio» cuando realmente es un organismo respetable que no puede caer en las peores manos. «¡Elecciones libres ya!», es lo que exigen los gestores culturales y que el correísmo deje de secuestrar la C.C.E. Es labor de todos rescatarla y devolverle su brillo, que ciertos personajes, de a poco, se han ocupado de irlo opacado.               

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