El Teatro Real canta victoria final con «Tosca»

Madrid.- Como el tenor Joseph Conrad en la piel de Mario Cavaradossi cuando le escupe la palabra «victoria» a su antagonista en uno de los momentos cumbre de «Tosca», el Teatro Real ha escrito con este clásico la última página de su temporada más ardua, pero también una de las más gloriosas de su historia.

«Ha sido un año duro, largo y complicado, con dificultades personales, institucionales y laborales, pero dejando de lado la parte sanitaria, desde el punto de vista artístico ha sido positivo», resumía hace solo unos días el director general de la institución, Ignacio García-Belenguer.

Esta noche se ha materializado de nuevo con casi diez minutos de aplausos y los asistentes en pie, el 66% del aforo completo atendiendo a las restricciones que han acompañadado cada función desde aquel pase inicial de «Un ballo in maschera» en que el público se revolvió por la distancia de seguridad, un efímero susto del que pronto se recuperaron.

Entonces también estaba en este escenario como director musical el italiano Nicola Luisotti, destinatario de los aplausos de hoy junto al español Paco Azorín, este al frente de la parte escénica, así como los cantantes Carlos Álvarez como el pérfido Barón Scarpia, el citado Joseph Calleja como el pintor libertario y sobre todo Sondra Radvanovsky como Floria Tosca, aclamada con bis incluido.

Al otro lado, en los palcos y patio de butacas, no han querido perderse la ocasión otras personalidades como Christine Lagarde, presidenta del Banco Central, el tenor Plácido Domingo y su familia o el escritor peruano Mario Vargas Llosa e Isabel Presyler.

LA ÓPERA MÁS HOLLYWOODIENSE.

Fue a comienzos de 1900 cuando el Teatro Costanzi de Roma acogió el estreno de «Tosca» de Giacomo Puccini con libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, y antes de que concluyera ese año el Real recibió la primera producción.

Desde su reapertura, se habían ofrecido aquí 32 funciones entre las temporadas 2003-2004 y 2010-2011, siempre bajo la dirección de escena de Nuria Espert. El nuevo montaje, desarrollado entre el Liceu de Barcelona y el Teatro de la Maestranza de Sevilla, ha llegado actualizado para el coliseo madrileño.

Considerada una de las más representativas del verismo italiano, decían Luisotti y Azorín tras las semanas de ensayo que «Tosca» es lo más parecido a un prolegómeno del cine en el mundo de la ópera, empezando por la simbiosis entre su música, su intensidad dramática y su sólido argumento.

Este se desarrolla a finales del siglo XVIII, con el melodrama de fondo de los personajes condicionado por los hechos políticos del momento: la invasión napoleónica en Italia y el conflicto entre republicanos de ideas liberales, como Cavaradossi, y los realistas y la élite tradicional, a cuyos intereses sirve Scarpia.

Además, todo sucede en 24 horas, una trama policial, cinematográfica con estética muy en blanco y negro, con tres actos que empiezan y acaban como el anterior, lo que le da a todo una solución de continuidad muy hollywoodiense.

Para realzar todos estos aspectos y conseguir que el público viera «Tosca» como aquellos espectadores que se sentaron por primera vez en Roma en 1900, Azorín ha ideado fórmulas como mostrar sobre todo el reverso del altar desde el que habla el sacristán, dejando así expuestos los intereses ocultos de la Iglesia.

Además de este carácter anticlerical que contenía la ópera de Puccini, también se han centrado en la reflexión inherente sobre la dimensión ambigua del arte.

BIS PARA RADVANOVSKY.

«No son los hombres los que guían a la revolución, sino la revolución la que guía a los hombres». Esa premisa, con la que ha arrancado la ópera, toma cuerpo literal en este montaje de Azorín en el que un personaje femenino desnudo se pasea por el escenario y prende los alientos libertarios de sus protagonistas.

Se ve en un tercer acto simbólico, casi onírico, donde el sacrificio de los protagonistas no cae en saco roto, porque la revolución continuará sin ellos. «Han dado la vida por el arte y eso queda», explicaba Azorín.

Y vaya si ha triunfado en la célebre aria «Vissi d’arte» de Radvanovsky, con bis incluido pedido por aclamación del público, convirtiéndose en la segunda mujer que lo hace tras Lisette Oropesa en «La Traviatta».

Y de ahí también esa «victoria» de Cavaradossi previo a su ejecución, esa victoria que Joseph Conrad dijo que entonaría personalmente en contra de la pandemia y por el esfuerzo del Real – International Opera Award al mejor teatro lírico de 2020- por mantener bajo la premisa de la cultura segura una programación de altura.

«Tosca» estará en estas tablas hasta el 24 de julio. Además, se retransmitirá el 10 de julio a las 21 horas en pantallas instaladas en la plaza de Oriente y en la de Isabel II, con aforo limitado de 1.000 asientos. Ese día, también los espectadores de MyOperaPlayer y de los canales de Youtube del teatro y de RTVE podrán disfrutarlo de manera gratuita y el 11 de julio se emitirá a las 23 horas en La 2. EFE

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