El canadiense Andre de Grasse, sucede a Bolt en los 200 metros

El canadiense André de Grasse e impuso por delante de los estadounidenses Bednarek, Lyles y Knighton y logró el primer título del velocismo canadiense desde #Atlanta1996

El canadiense Andre de Grasse, amigo personal de Usain Bolt, el campeón olímpico de 100 y 200 metros en los tres últimos Juegos, heredó del astro jamaicano este último título, en los Juegos Olímpicos de Tokio, con un tiempo de 19.62, récord nacional, relegando a Estados Unidos a un triplete secundario.

Kenneth Bednarek (19.68, récord personal), Noah Lyles (19.74) y el adolescente Erriyon Knighton (19.93), los tres estadounidenses tuvieron que inclinarse ante la punta de velocidad del canadiense, subcampeón en Río 2016, que eclipsó por completo al campeón del mundo Lyles.

Como sucedió en los 100 metros, la final de 200 buscaba un sucesor para Bolt, invariable campeón desde Pekín 2008, y el más señalado pretendiente era Noah Lyles, campeón del mundo en ejercicio, que llegaba con el mejor registro mundial del año (19.74) y en posesión de una marca personal de 19.50 (de 2019).

Lyles no perdía una carrera de 200 desde junio de 2019, cuando le batió su compatriota Michael Norman en Roma. Hoy sido derrotado por partida doble.

La omnipresencia del astro jamaicano desde 2008 había privado de títulos a Estados Unidos desde entonces. La última vez que el gigante norteamericano ganó esta prueba fue en Atenas, y además con triplete: Shawn Crawford, Bernard Williams y Justin Gatlin.

En Tokio, pese a no estar su eterno verdugo, Estados Unidos tampoco pudo recuperar la corona del esprint sostenido.

CHEMUTAI PRIMERA UGANDESA CON MEDALLA OLÍMPICA

La agente de policía Peruth Chemutai, de 22 años, ascendió 20 puestos con respecto a Río 2016 para proclamarse en Tokio campeona olímpica de 3.000 m obstáculos con 9:01.45, récord nacional, por delante de la estadounidense Courtney Frerichs, que había roto la carrera en el segundo kilómetro.

Chamutai es la primera mujer ugandesa que gana una medalla olímpica en cualquier deporte.

Kenia, superpotencia de la disciplina en categoría masculina, en la que obtuvo por todo consuelo el bronce de Benjamin Kigen después de 9 títulos seguidos, también en la final femenina hubo de conformarse con un tercero, el de Hyvin Kiyeng, campeona del mundo en 2017 y plata olímpica en Río.

NOWICKI GOLPEA MÁS FUERTE

Un lanzamiento de 82,52 metros, el mejor de su vida, dio el título olímpico de martillo al polaco Wojciech Nowicki, que había sido bronce en Río 2016, mientras su compatriota Pawel Fajdek, cuatro veces campeón mundial, sólo fue tercero.

Cansado de colgarse bronces en los cuatro últimos campeonatos globales (olímpicos o mundiales), Nowicki se hizo con su primer título grande en un concurso impecable en el que superó los 80 metros en sus cinto lanzamientos válidos.

El noruego Eivind Henriksen, con un tiro de 81,58 en la penúltima ronda, se alzó con la medalla de plata, dejando un consuelo de bronce al teórico favorito, Fajdek, que pese a sus cuatro títulos mundiales nunca había estado en una final olímpica.

Fajdek, el mejor lanzador del último decenio, con 62 tiros por encima de los 80 metros, hoy sólo hizo uno más allá de esa marca (81,53). Su experiencia olímpica había sido calamitosa. En Londres 2012 no fue capaz de hacer un solo lanzamiento válido en primera ronda, y en Río 2016 fue eliminado con un pobre registro de 72.00. Ahora, al menos, ha subido al podio. EFE

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