Guayaquil, Ecuador
La institucionalización del apoyo al desarrollo por parte de las Fuerzas Armadas se produce formalmente en el Ministerio de Defensa, con la creación de la Subsecretaría de Desarrollo como ente planificador de políticas en este campo. Se configura un sistema para la ejecución con limitaciones en el financiamiento de proyectos y programas sociales; se incluye la participación en mitigación ante desastres naturales, pese haberse eliminado la Defensa Civil que era parte de la desaparecida Secretaría del Consejo de Seguridad Nacional, organismo permanente, dependiente de la Presidencia de la República. Estas actividades tienen una directa relación con los objetivos nacionales de integración nacional, justicia social, desarrollo integral, democracia, integridad territorial, soberanía y seguridad; las óptimas relaciones civil-militares, fortalecidas por las actividades de apoyo a la comunidad, constituyen una de las mejores herramientas de prevención de las amenazas internas y externas y de los conflictos que las originan, basadas en los principios de equidad en los contextos sociales, políticos, económicos y de institucionalidad para el fin principal, que es el logro del desarrollo humano sostenible en la sociedad ecuatoriana.
La seguridad, va de la mano con el desarrollo; el control militar y policial no bastan en las fronteras, en forma especial la frontera norte; una frase de un periodista que desnuda la realidad económico-social de este sector crítico de nuestro país, a propósito del secuestro y asesinato de periodistas por parte de las bandas criminales que operan en la frontera norte, es: “Mataje está en el Ecuador, pero Ecuador no está en Mataje”, la población que vive en las tres provincias que lindan con Colombia, carecen de servicios básicos, escuelas, hospitales, carreteras y un largo etcétera; se hace indispensable un verdadero plan de desarrollo fronterizo que sirva de prevención de los graves conflictos sociales derivados de la falta de atención del Estado y de las actividades ilícitas y del narcotráfico, que han generado hechos como la falta de seguridad ciudadana, por lo tanto no ha sido posible un real desarrollo socio-económico fronterizo.
En el gobierno de Rafael Correa, no sólo que trató de debilitar a las Fuerzas Armadas en su capacidad operativa, en razón de no poderlas cooptar para sus aviesos proyectos políticos; redujo en forma irresponsable el aporte militar al desarrollo nacional; vale la pena transcribir un fragmento del artículo Desafíos a la esencia de las Fuerzas Armadas, de la autoría del general José Gallardo exministro de Defensa: “La entrega, por disposición del gobierno, de las principales empresas de las Fuerzas Armadas, que estaban asignadas al ISSFA por decreto ejecutivo de julio de 1999, al patrimonio y administración de una institución gubernamental afecta a la capacidad operativa de la institución militar, por las siguientes razones: 1) Las empresas aportaban importantes recursos económicos a las Fuerzas Armadas para diversas actividades, tanto que en el presupuesto de 1999 la auto gestión alcanzó el 21%”. Además, se refiere a las empresas que apoyaban en forma importante al desarrollo y defensa nacional, como TAME, ANDEC, FLOPEC, ASTINAVE, INOCAR, para nombrar unas cuantas, las mismas que pasaron a ser botín político para usufructo de gente cercana al régimen; actualmente, la mayoría de estas empresas o quebraron o están al borde de la quiebra económica, producto del infame saqueo de estos piratas modernos. Igual, los colegios militares, liceos navales, colegios aeronáuticos, regentados por las tres Ramas de las Fuerzas Armadas, fueron despojados del control militar, acción que fue duramente criticada por la ciudadanía y los padres de familia que confiaban que sus hijos reciban una educación integral, sobre todo, de valores cívicos, morales y éticos.
Para concluir, apelo nuevamente a un fragmento del artículo ya señalado del general José Gallardo: “Las Fuerzas Armadas deben fortalecer, entre sus miembros, los valores y principios que les dan cohesión y fuerza: la disciplina, el honor y la lealtad que, encarnados en la conciencia de sus miembros, consolidan la fe mutua entre los superiores jerárquicos y sus subalternos, la devoción por el deber, el sentido de la responsabilidad, la voluntad de lucha, la abnegación y el heroísmo a toda prueba. Valores morales que dan como resultado instituciones militares invulnerables a cualquier desafío, en la paz y en la guerra”.