La pandemia ha empeorado la situación humanitaria en Corea del Norte

Kim Jong-un, líder de Corea del Norte.

El relator de la ONU para Corea del Norte, Tomás Ojea Quintana, dijo hoy que hay que evitar «recrear un nuevo ciclo de aumento de tensiones» con el país asiático, donde la pandemia ha empeorado una situación humanitaria que ya era grave, al mismo tiempo que el gobierno ha aumentado el control y las amenazas contra la población.

«Corea del Norte ya mostró su capacidad nuclear y una tecnología de misiles balísticos que evoluciona rápidamente. Mi temor es que haya una nueva escalada en la península coreana que pueda desestabilizar la región de forma rápida y peligrosa», comentó a la prensa tras la presentación de su último informe sobre la situación del país al Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

«Lo que ocurre en Ucrania nos recuerda la devastación que trae la guerra. Considero que el único camino viable es una diplomacia en favor de la paz y de la desnuclearización de la península coreana, que se combine con un compromiso por mejorar los derechos humanos», agregó el relator, cuyo mandato de seis años concluirá en breve.

Ninguna mejora en seis años

Ojea sostuvo que desde 2016, cuando empezó esta misión, no ha visto ningún avance significativo en las condiciones de vida de los norcoreanos, que más bien parecen haberse degradado aún más a causa del aislamiento total en el que se encuentra el país desde que empezó la pandemia de COVID-19.

Según los datos que ha podido recoger el relator en los dos últimos años, el número de personas que sufren inseguridad alimentaria se mantiene por encima de los 10 millones, o el 41 % de la población, mientras que entre los niños menos de un tercio en el rango de seis meses a dos años tienen una dieta mínima aceptable.

No obstante, hacer un diagnóstico de la situación humanitaria actual dentro del país es muy difícil porque se desconoce si China (vecino y mayor aliado del régimen norcoreano) ha suministrado de manera regular alimentos en este periodo y en qué cantidad, explicó Ojea.

De lo que no duda, es de que las personas ancianas que viven en zonas rurales, los huérfanos y los prisioneros pueden estar en una situación de hambruna o cercana a está.

Aumento de la represión

Durante la pandemia, el régimen de Pyongyang cerró completamente las fronteras y restringió el movimiento hasta el punto de autorizar disparos contra todo aquel que intentase entrar o salir del país, así como sanciones que podían llegar hasta la pena de muerte para quienes accedieran a «información prohibida, particularmente de contenido extranjero».

Ojea defendió un cambio de estrategia de los países occidentales en relación a Corea del Norte y consideró que el aislamiento en el que se encuentra no ayudará a mejorar los derechos humanos.

En Corea del Norte existen campos de detención, donde estimaciones que datan de 2014 indicaban que había alrededor de 120.000 prisioneros.

Ojea no ha podido verificar si esa cifra sigue siendo válida, aunque confirmó que esas instalaciones siguen funcionando porque «sin ellas el régimen político no sobreviviría», ya que son el símbolo de lo que le puede ocurrir a cualquiera que muestre cualquier signo de disidencia.

Durante su conferencia de prensa, el relator mostró un tipo de candado muy antiguo que -explicó- servía para cerrar una celda en uno de esos campos y le fue entregado en 2017 por una mujer que había logrado escapar, como símbolo de la situación general en la que viven los norcoreanos. EFE (I)

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