Carta de un joven periodista

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

“El periodismo, tanto el informativo como el de opinión, es el mayor garante de la libertad, la mejor herramienta de la que una sociedad dispone para saber qué es lo que funciona mal, para promover la causa de la justicia y para mejorar la democracia”

Mario Vargas Llosa

Queridos colegas periodistas:

Por antonomasia el poder ha sido el primero en tratar de mermar al periodismo, sobre todo, el que más ha incomodado es el de opinión. Mario Vargas Llosa retrató en sus novelas La fiesta del Chivo y Tiempos recios un par de dictaduras fuertes y brutales (la una en República Dominicana y la otra en Guatemala). Hemos visto a Cuba, Venezuela, Nicaragua y Argentina (al que tal vez se sume el Chile de Boric y Colombia de llegar Gustavo Petro a la presidencia) como modelos fallidos, tanto política, como social y económicamente.  En Ecuador parecería que hemos superamos una década de abusos y de autoritarismos. Digo parecería porque en el país no es el Gobierno Nacional quien se opone a la prensa sino la propia prensa.

Ver a Diego Cazar de la Barra Espaciadora defendiendo a Ola Bini, a Luis Eduardo Vivanco y a Andersson Boscán desprestigiando a un colega periodista (Carlos Jijón) por haber ocupado un alto cargo en el Estado al cual, con toda seguridad puedo señalar cualquiera de los dos hubiera dado el ojo izquierdo para obtener dicha distinción, hoy se dedican a desprestigiar no sólo a Carlos sino a dos entidades que merecen nuestro completo respeto: las honorables Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

Yo me he preguntado ¿por qué se ha dado esto? En resumidas cuentas, he sacado una conclusión: parece ser que ciertos periodistas no se han desayunado que estamos viviendo tiempos de cambio, de democracia plena y al parecer ciertos colegas de profesión (entre líneas) añoran que regrese ese totalitarismo y sueñan a ese dictador que les tire de los cabellos y trapee el piso con la prensa para “reaccionar”.

Es más fácil, quizá, victimizar al criminal, volverse showman yendo a Ucrania a jugar a los soldaditos y hacer el ridículo en lugar de ponerse a trabajar como se debe. En lugar de destilar odios y envidias a quienes triunfan, miren su propio trabajo, las agendas de varios medios (sobre todo digitales) se han vuelto mero activismo más que un periodismo serio.

De la noche a la mañana, algunos se convirtieron en feministas, medioambientalistas, indigenistas, pro-hackers, en lugar de buscar soluciones y tener la valentía de dar soluciones a los problemas que atraviesa nuestra nación. Quejarse es cómodo, arrimar el hombro es difícil. ¿Por qué no sacar reportajes sobre por qué están metidos los criminales en las cárceles? ¿Cuántas vidas se han acabado por la droga y el tráfico? No, lo que a muchos les interesa, al parecer, es mostrar al criminal como “víctima” por culpa de un “Estado fallido” que dicho sea de paso día a día ustedes contribuyen a que éste exista. 

El populismo social está acabando con la prensa nacional, las agendas están viradas hacia una dirección completamente errónea y peligrosa. El periodismo ecuatoriano en gran medida parece estar perdiendo valores éticos, morales y cívicos (siendo esto aún más grave). Recuerdo una entrevista en La Posta a la Ministra de Educación, María Brown sobre el aborto. ¿Qué realmente el medio quería con ello? Su postura es irrelevante en muchos casos, pero con inteligencia la ministra logró sacarse la vuelta por una pregunta que más apuntaba al morbo que a una implicación real en sus funciones. Que tácitamente esté en contra de la Ley de Herodes le salva de ser cómplice de la muerte de niños inocentes que no tienen los recursos legales para defenderse. ¿Y a ustedes?

Los días de borracheras en público han cobrado una factura al final que es muy costosa. Yo les pregunto (no sólo a los señores Boscán, Vivanco y Cazar) a otro grupo de periodistas, ¿dónde estuvieron cuando fuimos convocados a marchar contra las amnistías dadas a terroristas por la Asamblea Nacional? ¿Acaso las agendas progres de sus medios les impedía velar por un civismo y defender la honra no sólo de la capital del Ecuador sino de los actos atroces que 99 traidores le dieron a esta República al aprobar esas amnistías? Muchos, con su inasistencia dieron su punto: estar con los terroristas y gamberros. Ustedes, supongo, sabrán poner la mano en el corazón.  

Señores, si esta es la “nueva forma” de hacer periodismo espero nunca estar en ese punto. Es hora de que muchos dejen de estar tuertos y cegados por su rencor y envidia a otros quienes han buscado de hacer de este un país mejor y tengan la bondad de cambiar sus posturas, dicho sea de paso, antirrepublicanas. A veces pienso, ¿qué dirían nuestros antecesores Eugenio Espejo, Jorge Mantilla Ortega, Benjamín Carrión, al ver en lo que muchos han caído? Quizá se volverían a morir de la pura rabieta. Al parecer “a los nuevos” les gusta estar al margen de la ley y estar con los malos, bueno allá ellos. Están perdiendo justamente esa causa justa que expresa el epígrafe con el que he abierto este escrito. Dejen en paz a quienes con nuestras palabras en viva voz velamos por la democracia y añoramos un triunfo de nuestro país. De ustedes no estar con estas ideas, tengan la valentía y den un paso al costado.

Cuando escogí esta profesión, a la cual le he dado ocho años de mi vida, jamás creí que el periodismo fuera (en estos últimos años) a decaer tanto. El periodismo tiene una función clara, defender la democracia y la institucionalidad de toda nación republicana. Están perdiendo el horizonte, mis distinguidos amigos. El periodista debería estar a la altura de un intelectual, realidad cada vez más lejana, tristemente. No hay que confundir el acto de ser críticos con el de fomentar la decadencia social, por irse por una línea que ha hecho más bien un daño a la vida del ciudadano por mostrar un berrinche infantil y no mostrarse radicales contra quienes realmente están acabando con el país (que sólo como pista no están dentro del actual Gobierno sino en sus propias narices).

Este joven periodista anhela días mejores para este país, que, tal vez por ahora, los verá fuera de ciertas editoriales arrodillada a los intereses de los colectivos más dictatoriales. No se crean intocables y dejen de victimizarse. Si algún día llego a parecerme a alguno de ustedes, juro ante Dios y el país que dejaré de ser periodista porque quiere decir que he llegado a lo más bajo. En lo personal, de estar en su lugar, no podría dormir con mi conciencia tranquila al saber que le he fallado a mi país y a sus ciudadanos. 

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