La fanesca

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Este año llegó con retraso, pero repleta de los ingredientes que han condimentado desde hace décadas la vida nacional. La preparan los políticos de siempre, los que confunden la política con un reciclado de basura, los periodistas que huelen a bacalao, los sábelo todo expertos en granos, lunares y demás defectos, el todo sazonado con empanadas de viento con pujos de crear tempestades.

Y no olvidemos los huevos duros, invocados por el Presidente y la oposición, que demuestran que la política se ejerce por debajo del cinturón, sin importar el daño que se hace al adversario.

El público consumidor, por supuesto, otorga singular importancia y es presa de gran fascinación por este despliegue de incultura. Finalmente, la fanesca nacional es un plato típico y una gran mayoría la consume. No interesan las cifras macroeconómicas en franca mejoría, ni el éxito de la vacunación, ni la ausencia de corrupción ( por el momento) en los estamentos públicos . Lo que interesa es ser convidado a la degustación de huevos al gusto como suprema herramienta de poder.

Allí si se despierta la galería. Eufórica, proactiva y burlona. Se aplauden los enfrentamientos machistas y procaces y se privilegia el escándalo sobre las realidades. Un poco de sangre nunca está demás para sazonar el plato nacional.

En realidad, quienes consideran que la solución a los problemas de todo tipo consiste en exhibir sus atributos sexuales como trofeo son generalmente quienes carecen de ellos en la vida, o se acostumbraron a utilizar la violencia como único camino para resolver los conflictos y superar sus complejos.

Ojalá exhibieran otros atributos para impresionar al público: una maestría en ciencias políticas, un PHD en finanzas públicas o al menos una hoja de vida limpia y una fórmula para el éxito que no pase por la agresión al resto para calmar sus frustraciones.

La valentía, la decisión y la fortaleza son por supuesto necesarias para lograr resultados, pero no tienen que ir acompañadas por la violencia para ser efectivas.

Ojalá estas demostraciones primitivas y lamentables de incultura política desaparezcan del espacio público para privilegiar las acciones positivas sobre el show mediático y la mesura sobre el escándalo. El País requiere de urgencia un cambio de cultura política para salir del chisme, la calumnia, el escándalo fácil y la bravuconada para recuperar la cordura, la institucionalidad y el respeto a la ley que se ha venido tan a menos en los últimos años.

Y les corresponde a los actores de opinión dar ese ejemplo para mejorar y enderezar a un País desubicado y dolorosamente ausente ante su propia suerte.

Jaime Nebot y Guillermo Lasso recorren Las Orquídeas, en Guayaquil, el 7 de noviembre de 2020. Foto difundida por la campaña de Lasso.

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