El 16 de marzo de 2020, en Ecuador, el tiempo se detuvo. Ese día marcó el inicio de una cuarentena que apareció tres meses . Las calles estaban vacías, mientras los hospitales se llenaban de enfermos y en las morgues ya no había espacio .
Solo en Guayaquil, la ciudad más golpeada por el coronavirus, el exceso de muertes fue de 121%. Las imágenes de los cuerpos en las calles y ataúdes de cartón recorrieron el mundo y marcaron la vida de cientos de familias. A escala nacional, las muertes se multiplicaron 17 veces.
En Quito se hacia visible la falta de insumos y elementos basicos en los hospitales. En junio de 2020, tras visitar las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de los hospitales de la capital.
Mientras que quienes iban a los servicios privados adquirían a altas deudas con tal de salvar sus vidas. Mientras tanto, el virus se expandía y la esperanza, materializada en una vacuna, aún se veía lejana .
Antes del segundo trimestre de 2020, los meses avanzaron con incertidumbre. La economía ya no podía sostenerse con la ciudadanía en las casas y los niños y adolescentes educándose de manera virtual . Quienes no tienen una computadora, celular o internet para entrar a clases, abandonaron la escuela.