Baños de Agua Santa, Ecuador
Parecería que fue sólo ayer cuando escuchábamos al amado líder y salvador del pueblo, al gran iluminado MashiRafael, quien semana a semana (un total de 523 episodios) impartía sus insuperables (y casi interminables) sabatinas, como se les llamaba a los Enlaces Ciudadanos y que solíamos buscar en el YouTube cuando nos queríamos saltar los shows y esas largas y solemnes peroratas llenas de odas y alabanzas, y así, finalmente escuchar los sugestivos, sublimes y subliminales mensajes del inefable y por siempre proclamado guía.
Cómo olvidar aquellos gloriosos días de la patria, tierra sagrada, de honor y de hidalguía.
En aquellos tiempos nada era más ofensivo y terrible que ser llamado pelucón o sufridor. Pelucón, si se pertenecía a ese tenebroso grupo conservador, de apellido noble y por lo general inmensamente rico. Quizás, uno de los logros más notables y significativos de la Revolución Ciudadana fue, el que haya logrado juntar a los pelucones de ayer con los nuevos ricos de la renovada RC5: hicieron alianzas y se fortalecieron, compartiendo atrio, bancada y curul.
¿Será que volverán todos, toditos, una vez más a apropiarse de la Asamblea y del Poder? Que Dios nos libre, nos proteja y nos ampare.
Pero los sufridores… Ay, esos pobres infelices. Gente odiosa y resentida que no se conformaba con nada, que les dolía hasta el respirar y que se ponían verdes de envidia el ver a los otros surgir, salir adelante y progresar. Estos sufridores no supieron aprovechar(se) de las bondades ni supieron gozar de los gloriosos años dorados de la revolución. Ellos eran quienes jodían la nación y a quienes se los debía sacara a empujones de cualquier mitin o concentración pública y que por su bien se les tenía que domesticar.
Era un reducido grupo de desadaptados, descontentos y amargados que osaban criticar al régimen, a su monarca o a su selecto grupo colaborador o a cualquiera de sus más allegados; eran pues: la prensa corrupta, los sicarios de tinta, los odiadores, los tirapiedras, los ecologistas infantiles, los mismos de siempre, el pasado… en fin, más tarde las variantes y epítetos fueron creciendo y se volvieron cada vez más punzantes e incisivos.
Bastaba una palabra del autoproclamado “Jefe de todos los poderes del Estado” para privar de libertad a cualquiera y enviarlo a la cárcel o al cuartel. De los sufridores, los más afortunados, si así se les podría llamar, sufrieron “apenas” la condena del descrédito, la burla, el insulto y la humillación pública. Y aunque ser sufridor, en sus inicios, no era un sinónimo de odiador; con el tiempo, estas dos palabras se empezaron a juntar.
Los sufridores no entendieron que la sumisión, la complicidad y transgresión compartida; la impericia y la obediencia tenían su encanto, su plus y su beneficio (no es en vano que, según la Encuesta Mundial de Valores, el 60 % de ecuatorianos consideran que el valor más importante a inculcar en los niños y adolescentes es la obediencia; y que en porcentajes mucho menores están los valores de la independencia, la imaginación y la perseverancia que ocupan apenas el 37, 25 y 25 % respectivamente).
Los sufridores nunca entendieron (ni entenderán) que es mejor estar del lado vencedor, y que es ahora, mientras se está vivo, que hay que disfrutar de todos los placeres y oportunidades que los gobiernos corruptos nos pueden brindar y gozar de sus regalías, privilegios y prebendas. Olvidarse del resto y sus problemas, de sus penas y vicisitudes. Despreocuparse de los otros, de los demás, incluso de aquellos a quienes, a menudo, abusando de su ingenuidad, suelen ser usados como peldaños para alcanzar poder, fama y fortuna.
El vulgo, la plebe, la clase obrera, la oprimida, la desempleada, la explotada, pero que es la más imprescindible y necesaria especialmente en temporadas electorales… ¡Que se jodan y se vayan a un carajo! ¡Para qué que son pendejos! Que siga soñando en días mejores, ternuritas, esperando siempre por un desenlace feliz, tal como suele suceder en las casi hipnóticas novelas que la televisión les suele inundar a diario, a cada momento y en todo canal; tal como sucedía con el inmenso y millonario aparataje publicitario de la Revolución Ciudadana ideada y manejada por los tan afamados Hermanos Alvarado.
¿Quiénes eran pues, entonces, los que no eran pelucones, los que no eran sufridores? Los de las mentes lúcidas, las manos limpias y corazones ardientes; una triada criolla encabezada por un Emperador y su séquito, por sus más fieles partidarios; y una turba fanática, ingenua y enceguecida.
Mas no era fácil pertenecer a la élite correísta, pues era necesario tener en su hoja de vida una lealtad inquebrantable y ser absolutamente obediente y sumiso; sabido era que, mientras más alto era el rango, y más corta la cercanía al tirano, mucha más grande era la impunidad y también los privilegios… claro está que, si solamente se era parte de la militancia y de las ligas menores, sólo era necesario disfrazarse de acuerdo a la ocasión y a lo que la logia pida; nombrar de vez en cuando a Bolívar, a Alfaro o al Che, tararear a Pablo, Silvio o a Sabina y por supuesto, siempre despedirse poniendo el puño en alto y exclamando: “Hasta la victoria siempre, (patria o muerte), compañeritos”.
¡Nos devolvieron la esperanza! Y tenían todo el derecho de sacar su merecido provecho y beneficiarse de los jugosos pero cuestionados proyectos y contratos que eran de todo color, de todo sabor y de todo olor: ENFARMA, Coca Codo-Sinclair y un sinnúmero de hidroeléctricas más, los elefantes blancos y las mega estructuras, las costosísimas carreteras, la Refinería del Pacífico, el Yasuní y la preventa petrolera, los contratos mineros a cielo abierto, los acuerdos entre privados y los tratos con el crimen organizado… en fin, etc., etc.
La lista es larga y probablemente igual o más extensas que la lista de insultos y agresiones impartidas por el gobierno de ese entonces. Los pseudo revolucionarios no sólo nos quitaron la esperanza y nos robaron nuestros sueños e ilusiones, sino también nos privaron de los tesoros más sagrados que puede poseer el ser humano: nuestra dignidad y nuestra innegociable libertad… Y quieren volver, volver para perennizarse en el poder, así como en Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Esperemos que mañana no tengamos que maldecir el haber escogido en las urnas un país donde tengamos nuevamente que vivir arrodillados, acosados y temerosos de volver a ser llamados sufridores, majunches o hijos de perra imperialistas yanquis por una piara hipócrita y canalla que calla y que aplaude cuando otros imperios, muchos más desalmados y agresivos (y para nada democráticos) se apoderan brutalmente y a manos llenas de nuestros recursos, nuestras vidas y de nuestros destinos.
¿Será que, a la final, derrotados y caídos, entremos en convenio con la apatía, la cobardía y la quimera y empecemos a bailar alegremente cualquier grotesca melodía que nos impongan, mientras miramos impávidos y silenciosos cómo nuestra patria se nos hunde inevitablemente en el abismo, viendo como inmóviles testigos el nacer de una generación condenada a la ignorancia, a la esclavitud y la miseria?
Son ocho los binomios que competirán en la primera vuelta y serán sólo dos quienes disputarán este octubre el privilegio de ocupar los cargos públicos más importante de esta nación.Es imprescindible que elijamos esta vez un binomio valiente, decidido, coherente, inteligente y capaz; que tenga experiencia, pero también los bríos rebeldes de la hermosa y lozana juventud. Que luche y que no le tiemble la mano por erradicar la corrupción que es la fuente de todos nuestros males. Un binomio que busque soluciones económicas que no afecten el bolsillo de la clase popular, sino que, por el contrario, que las busque en armonía y comunión con un sólido y vanguardista proyecto socio-ambiental.
1.235 son los candidatos a asambleístas a nivel nacional, de los cuales son: 135 asambleístas nacionales, 666 provinciales, 394 provinciales por circunscripción y 40 asambleístas del exterior. Ahora más que nunca es importante recalcar que para asambleístas nacionales debemos votar por un candidato y candidatos preparados y con experiencia en temas de justicia y de seguridad nacional, que puedan aportar con sus conocimientos y sus destrezas para mejorar el campo legislativo y judicial, pero que, además, tengan la habilidad de solucionar conflictos y resolver problemas basándose en a la dialéctica, la diplomacia y el diálogo.
Puede ser probable que, dentro de los movimientos y partidos de nuestra elección, se hayan enlistado o infiltrado personas que, como el camaleón, van y vienen de partido en partido aprovechándose de cualquier pretexto, oportunidad o coyuntura, a estos los debemos rechazar, de estos debemos estar atentos y nos tenemos que cuidar.
Votemos por los candidatos que tengan la capacidad académica, ética y moral para representarnos en esta nueva Asamblea. Votemos sensatamente y con la cabeza fría, con sentido común y sin apasionamientos. Recordemos que la política no es el fútbol y que no nos estamos jugando la Sub-19, ni la Copa América o el Mundial, sino el destino de todo un pueblo que tiene el derecho a progresar dignamente y a vivir en paz y en libertad.