Gaza: el derecho internacional de la guerra y la proporcionalidad

Ricardo Israel

Santiago de Chile, Chile

Se avecina una nueva guerra del medio oriente y es oportuno recordar que su origen no es solo la invasión de Hamas a Israel, sino también lo vivido el 7 de octubre con la total violación de los derechos humanos de las víctimas, incluyendo los rehenes llevados a Gaza como escudos humanos.

El Derecho Internacional se ocupa de limitar la guerra con las Convenciones de Ginebra, Tratados cuyo contenido se encuentra en cuatro convenios y sus protocolos adicionales, los que existen para regular los conflictos armados por la vía del derecho humanitario, con el propósito de proteger a las víctimas. Originalmente fueron pensados para ejércitos regulares, pero hoy se considera que también abarcan los grupos armados irregulares y los grupos terroristas, ya que de otra manera los Derechos Humanos no podrían tener aplicación universal.

El primero fue firmado en Suiza en 1864, un año después de la fundación del Comité Internacional de la Cruz Roja, para preocuparse de heridos y enfermos de ejércitos en campaña y los derechos del personal médico, quienes pasaron a ser considerados neutrales para poder atenderlos (actualizado en 1906, 1929 y 1949).

La Segunda Convención trata de uniformados heridos, enfermos o náufragos en el mar de 1906 (actualizada en 1929 y 1949). La Tercera se refiere al trato a prisioneros de guerra, es de 1929, y actualizada en 1949. Por su parte, la Cuarta es el convenio de protección a los civiles en tiempos de guerra, del año 1949.

Contrariamente a lo que se piensa, no solo Israel está limitado por ella, sino también el concepto de crímenes de guerra alcanza a Hamas y otros grupos similares, por mucho que las Naciones Unidas o la justicia internacional por razones más políticas que jurídicas, todavía se ocupe poco de ellos.

Es así como, de acuerdo con estos convenios y protocolos, Hamas también puede ser considerado el primer responsable de las muertes civiles en Gaza, toda vez que viola el protocolo 1, articulo 58, ya que este grupo al gobernar allí tiene un deber afirmativo para proteger y remover a la población civil bajo su control, y siempre evitar localizar objetivos militares dentro de áreas densamente pobladas.

Mas aún, Hamas tiene un deber que proviene del artículo 28, que dice que la presencia de civiles no puede ser usada para que ciertos lugares o áreas sean inmunes para operaciones militares. Hamas los pone en peligro, al obligarlos a aceptar que edificios y casas se ocupen como entradas a túneles y que cohetes se lancen desde allí, usándose también jardines infantiles para ello.

Otro deber afirmativo proviene de Ginebra IV, ya que en el artículo 29 hace responsable a todas las partes de un conflicto en lo que al tratamiento de “personas protegidas”, es decir civiles, se refiere. En otras palabras, el hecho que los combatientes se refugien en túneles debajo de las casas, pero sin preocuparse de la alimentación de quienes gobierna, se ha considerado siempre como una violación de esa disposición.

Sin duda alguna, tomar rehenes es un crimen de guerra, y el articulo 34 es claro al señalar que “tomar rehenes está prohibido”

Las obligaciones de Hamas también incluyen permitir que los civiles puedan abandonar su lugar de residencia durante el conflicto, deber que es restringido cuando Hamas establece controles en el camino hacia el sur de Gaza no solo para palestinos, sino también para los extranjeros que allí residen. Es Ginebra IV, el que en 1949 y con la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, establece en el artículo 35 “el derecho a abandonar el territorio”, y no ser obligarlos a permanecer como escudos humanos.

Una regla ya establecida en el Protocolo I, articulo 48, es que los ataques deben ser dirigidos contra objetivos militares. No solo obliga a Israel sino también a Hamas, que viola esta norma con miles de cohetes enviados al azar a las ciudades, lo que constituye un crimen de guerra (ver la “Regla Básica” en ese artículo).

Israel bajo ataque, el 7 de octubre de 2023.

Las obligaciones para Hamas no se detienen allí, ya que la utilización de lugares de culto religioso para apoyar el esfuerzo bélico es un crimen de guerra, según el artículo 53 de ese mismo protocolo al guardar armas en una mezquita, lo que no solo es crimen de guerra, sino que remueve la protección que tienen esos lugares para no ser atacados, algo en que no reparan los medios de comunicación al entregar noticias del conflicto. Por ello, ese artículo es muy claro al titularse “Protección de objetos culturales y de lugares de culto” (religioso).

Por su parte, contrario a lo que algunos creen, la proporcionalidad no es igual a la ley del talión, aquella disposición bíblica del ojo por ojo, sino algo muy diferente, ya que, si se tratara de infligir el mismo daño que se recibió el 7 de octubre, caeríamos en el absurdo de pedir violaciones, desmembramiento de cadáveres y descabezamiento de niños, además de rehenes.

El principio de proporcionalidad nunca ha hablado de ello como tampoco que el número de muertos en la respuesta sea exactamente el mismo recibido en la agresión original. A lo que hace referencia es nada más ni nada menos, que el nivel de fuerza que se debe emplear respecto al nivel de resistencia, es decir, en ningún caso se le pide al ejército más poderoso que no use los medios que posee para vencer en el menor tiempo posible y cuidando la vida de sus efectivos.

Si de cuidar vidas se trata, más que impedir usar el armamento que se dispone, el principio de proporcionalidad se refiere a hacer lo posible para advertir a los civiles, con instrucciones a los soldados propios de evitar en lo posible el daño a inocentes no combatientes, advirtiendo de lo que se pretende hacer. En ese sentido, es lo que se hace cuando se advierte con octavillas que se va a atacar o bombardear.

De acuerdo con el derecho internacional no se trata de cantidad, que es también la razón por la cual se castiga la utilización de escudos humanos, que busca aumentar el número de muertos para influir en la emocionalidad a través de efectos propagandísticos y de las redes sociales.

La finalidad de la guerra es el sometimiento del enemigo, por lo que la elección de medios y métodos no debe tener como objetivo primordial la muerte de civiles. Por el contrario, toda guerra justa se entiende como la defensa de seres humanos, por lo que lo que se busca castigar es que el objetivo principal de la actividad bélica sea el daño a la población civil, sobre todo, si este excede la ventaja militar que el ataque proporciona, es decir, lo contrario a lo que ocurrió el 7 de octubre, donde su objetivo principal era atacar a civiles, habitualmente el ´propósito de toda acción terrorista.

En toda acción militar pueden sufrir inocentes, pero lo que busca el principio de proporcionalidad no es el “ojo por ojo”, sino que, si hay consecuencias para civiles, estas no deben ser el objetivo, sino solo el “daño colateral”, expresión que no oculta el sufrimiento de inocentes, sino que este no fue querido o buscado.

Aunque la prensa generalmente no lo informa así, existe aplicación del principio de proporcionalidad, cuando, por ejemplo, en los últimos enfrentamientos con Hamas se ha avisado de ataques por vía de mensajes de texto a los residentes o depositando en los techos de edificios bombas de efecto retardado, para dar oportunidad de escapar a los habitantes, en los casos que esos lugares estén siendo usados para atacar territorio israelí. Lo anterior tiene lugar en consonancia con el principio de proporcionalidad, y las convenciones de Ginebra y sus protocolos adicionales.

Todas las guerras han sido diferentes para Israel, la de independencia en 1948-49, y las de 1956,1967 y 1973. Esta también lo será, además de larga, ha sido advertido. El 7 de octubre Israel perdió disuasión, y ahora debe ganar esta guerra, ya que en el medio oriente la debilidad no es bien recibida.

No sabemos si esta guerra se limitará a Hamas u originará un conflicto regional, lo que depende de Irán, dado su control de milicias en Irak y Siria, como también de Hezbolá en el Líbano y de los hutíes en Yemen. Desde el 7 de octubre USA ha recibido al menos 19 ataques a sus tropas en Irak y Siria, por lo que quizás ya se siente en una, y testimonio de ello es que el 26-X respondió como mensaje a Irán, además del envío de dos portaviones, pero si de algo sirve la historia, es que sus efectivos no combatirán por Israel que nunca ha requerido de otros soldados que los propios. USA lo apoya totalmente al igual que en 1973, pero a diferencia de esa guerra, hoy Israel tiene una muy desarrollada industria de defensa.

La novedad parece ser Europa, que a partir de 1967 comenzó a distanciarse de Israel. Ahora, Estados Unidos ha logrado convencer a sus países más importantes del derecho de Israel a defenderse. Aunque no es en un socio del todo confiable, parece interesante la propuesta de Emmanuel Macron de construir una alianza internacional contra el terrorismo yihadista, semejante a la que se logró contra Saddam Hussein, aunque por ahora, es solo una idea, con el agregado de si podrán colaborar países europeos como la propia Francia, dada la división interna de esos países sobre bases raciales y religiosas, y la cantidad de población inmigrante desde países musulmanes.

Tampoco parece esperable un apoyo de muchos otros países, ya que no es seguro que los gobiernos puedan contar con el apoyo necesario para colaborar en una iniciativa de este tipo. De partida, aunque se le derrote, no hay evidencia que Hamas desaparezca del todo, ya que además de ser un grupo terrorista es un movimiento que se originó por razones religiosas y sociales. De hecho, no han desaparecido del todo ni ISIS ni Al Qaeda. De partida, las intervenciones no han sido muy exitosas para USA, que después de 20 años en Afganistán le devolvió el poder (con muchas armas en los depósitos) al mismo Talibán, y se retiró de Irak, dejando allí nada menos que a Irán, como el país más influyente.

Lo que si logró fue aniquilar la capacidad de controlar territorios y de agresión militar de ISIS, como también evitar que amenacen la estabilidad de los gobiernos de los países donde operan. Con Hamas lo que se busca es su descabezamiento y que no vuelva a tener el poder de causar el horror del 7 de octubre, como tampoco controlar a Gaza de la forma que hoy lo hace.

No es verdad que Hamas no tenga apoyo real. El 2006, el año anterior a su golpe de estado contra la autoridad palestina, ganó limpiamente las elecciones locales en Gaza, y si Mahmoud Abbas no ha hecho las elecciones debidas hace más de una década, la razón es que seguramente las perdería, tal como se reconoce en la última encuesta del Palestinian Center for Policy and Survey Research, que en septiembre informaba que el líder de Hamas Ismail Haniyeh las ganaría con un 58% del voto, reemplazando a la Autoridad Palestina en Ramallah.

Eso no debe sorprender, ya que triunfaron en las de Egipto con la Hermandad Musulmana y las de Argelia en la década del 90, ambos derrocados por los militares y representando a movimientos fundamentalistas, como también lo es Hezbolá que gana sus elecciones en el sur de El Líbano, el territorio que controla.

Hay que recordar que Europa se conmovió cuando quienes allí habían nacido y educado, viajaron a Siria e Irak para combatir por el Estado Islámico, como también otras jóvenes para casarse con combatientes. Y hoy, con el apoyo que tiene Hamas en sus universidades, USA debe prepararse para la posibilidad que algunos de esos jóvenes radicalizados terminen combatiendo como yihadistas.

Lo cierto es que el islam religioso-político ha ganado las pocas elecciones que se han hecho en forma limpia, en algunos lugares como los mencionados. La verdad es que, en el siglo XX, después de la caída del imperio otomano, el mundo árabe se relacionó con Occidente por tres vías principales. La primera fue el islam religioso y la promoción de la Yihad, con la sacralización del siglo en que vivió Mahoma, con ideas que creían ideales para la organización política y social de los nuevos países, aunque no reconocían a esas fronteras, sino a la comunidad mundial de fieles.

Un segundo camino fue el nacionalismo árabe, que tuvo lideres como Gamal Abdel Nasser y que funcionó fundamentalmente como dictaduras militares en el propio Egipto, y con los al-Assad, padre e hijo en Siria y Saddam Hussein en Irak, que además contaron con un partido único de gobierno, el Baaz. Como dictador personalista, también el libio Muamar Gadafi fue parte de esta orientación.

El tercero fue el de las monarquías como Jordania, Arabia Saudita y otras, que en general se adaptaron a Estados Unidos y su órbita de influencia, y en menor medida, a las ex potencias coloniales, Reino Unido y Francia.

En el siglo XX se crearon también la mayoría de los países que constituyen la comunidad islámica o la liga árabe, después de la descolonización de África y Asia. De hecho, la mayoría de los países del medio oriente fueron creados en forma similar, ya sea por decisión internacional o cuando a partir de la década del 30-40 se les hizo muy difícil a las potencias coloniales como el Reino Unido o Francia, mantener su dominio.

Así fue como muchos países árabes adquirieron su fisonomía actual en años similares a Israel, fueran nuevos o la recreación de viejas naciones que estuvieron siglos dominados desde el extranjero. Como ejemplo de nuevas, Jordania tuvo mandato británico hasta 1925 y el Reino fue declarado en 1950. Por su parte, el Líbano se independizó en 1943, pero las tropas francesas se retiraron solo en 1946. En el caso de los Emiratos Árabes Unidos, la independencia es solo de 1971.

Por toda esta historia como también la de la judeofobia, no dejan de sorprender las palabras de Antonio Guterres, secretario general de la ONU, al decir que el 7 de octubre “no sucedió en el vacío” sino por “56 años de sofocante ocupación”, olvidando la “ocupación” previa de Egipto. Como es habitual, después dijo que había sido tergiversado, pero no se desdijo en ningún momento. No hay duda que su intención era que algo habrán hecho los judíos o Israel para merecerlo.

Duele escuchar esas palabras como también observar lo que ocurre en las universidades, por tratarse de Estados Unidos, donde una nueva generación hace gala de la misma judeofobia que existe desde hace tanto tiempo, ya que no se trata tanto de apoyar a los palestinos como cuestionar la existencia de Israel y ofender a los judíos, donde más que libertad de expresión, hay incitación al odio.

Sorprende lo de USA, pero no debiera. Grandes tragedias les han ocurrido en la historia, precisamente cuando los judíos se sentían seguros. Pasó en España con la expulsión de todos los judíos que no quisieron convertirse en 1492, y ese es el origen de mi apellido Israel y de esta rama familiar. Pasó por cierto en Alemania a partir de la década del 30.

¿Quién es responsable de lo que ocurra en Gaza? En primer lugar, Hamas y no solo por el derecho internacional citado, sino también por el mismo motivo que la responsabilidad por los alemanes muertos por bombardeos aliados fue de Hitler.

Sabemos que la guerra tiene miles de años, quizás desde la aparición del Homo Sapiens, y para entenderla como fenómeno cultural desde siempre, hace falta leer al británico John Keegan y “Una Historia de la Guerra”, más que a Carl von Clausewitz que solo ve en ella “la continuación de la política por otro medio”. Por su parte, la diplomacia solo tiene siglos y los derechos humanos, apenas décadas.

En una perspectiva histórica, como la fobia más antigua del mundo, la judeofobia no es novedad como tampoco quienes apoyan a los terroristas. Las diferencias con otra época histórica son dos: que ahora existe Israel y que hoy nadie puede afirmar que “no sabía”, a diferencia de esos alemanes que el general Eisenhower llevó a visitar un campo de concentración en 1945. Es la parte buena de la existencia de las redes sociales, con el propio Hamas subiendo los videos con lo que hicieron el 7 de octubre en los kibutz.

La paz sigue siendo el gran objetivo con lo que Israel aceptó en 1947, y que aún hoy muchos rechazan: dos Estados, uno al lado del otro, a diferencia de Hamas, que quiere uno en vez del otro, uno además solo islámico y con Sharía.

Manifestación propalestina en la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, una semana después del mortífero ataque de Hamás contra Israel © Joseph Prezioso / AFP/Archivos

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