La asimetría de la identidad política

Isaac Román

Guayaquil, Ecuador

La reunión de las izquierdas en la Casa de la Cultura me lleva a hacerme una pregunta: ¿y las derechas? Hoy en día, en nuestro país, «la derecha» es una construcción basada en lo que las izquierdas definen como tal. En la política ecuatoriana, no existen derechas autodefinidas. Todo lo que se percibe como derecha ha sido categorizado de esa manera por las izquierdas y prostituido a su conveniencia.

Hay que empezar por reconocer que la batalla cultural llevada a cabo por las izquierdas ha sido un éxito absoluto, otorgándoles una hegemonía total en la discusión política de nuestro país. Han logrado avergonzar a las derechas hasta el punto de hacerlas desaparecer. Aquellos que se atreven a expresar abiertamente sus convicciones de derecha no son simplemente etiquetados como de derecha, sino que se les califica de «extrema derecha», independientemente de que sus métodos sean pacíficos y no extremos.

Izquierdas y derechas son como apellidos de familia, y las izquierdas han mantenido el suyo en alto, destacando sus supuestas virtudes, tales como la justicia social, la redistribución del ingreso, el rechazo hacia los ricos y la promoción del bien común. Además, han sabido unirse entre ellos, reconociendo que los une más de lo que los separa, lo que se conoce como «prácticas políticas abiertas».

Por otro lado, las derechas se enfrascaron en un discurso económico en el que se perdieron y desconocieron sus semejanzas, lo que llevó a su fragmentación, lo que se conoce como «prácticas políticas cerradas». Así, aplastarlos por separado fue fácil para la unión de las izquierdas.

Desde entonces, las derechas han estado escondidas y avergonzadas de ser quienes son. Prueba de ello es que actualmente ningún político es capaz de decir abiertamente que efectivamente es de derechas. En lugar de eso, llaman a “buscar la unidad”, alejándose verbalmente de la derecha y auto denominándose de “centro” e incluso “centroizquierda”, todo por no tener la valentía de asumirse como lo que son. Esta cobardía nos ha traído al panorama político que vivimos hoy, en donde la izquierda es quien decide quién es quién, quién hace qué y qué cosa se debe hacer.

Para comenzar, las derechas deben recuperar su autoestima. ¿Por qué nos avergonzamos de ser quienes somos y de lo que defendemos? La libertad económica, la cristiandad, la defensa de los valores tradicionales, la patria, la tradición; cualquiera que sea la bandera de cada una de las derechas, ninguna es motivo de vergüenza. Son nuestros principios y debemos estar preparados para luchar por su defensa.

Mírenlos a ellos, orgullosos de respaldar abiertamente longevas dictaduras como la de la revolución cubana y la bolivariana en Venezuela, así como los éxodos masivos que estas generaron. Las izquierdas se muestran orgullosas de ser quienes son, a pesar de haber tenido que construir un muro para encerrar a la gente y obligarla a vivir en su sistema.

Orgullosos a pesar de haber provocado hambrunas y pobreza inimaginable. Orgullosos de defender la degeneración sexual y el conflicto entre quienes presentan mínimas diferencias. Los que deberían estar avergonzados y con la cabeza agachada son ellos. En realidad, ellos deberían hablar en voz baja, no nosotros.

Llegará el día en que una Nueva Derecha emerja en Ecuador. Dispuesta a enfrentar frontalmente a las izquierdas y sus discursos demagógicos, su terraplanismo económico y sus absurdos sociales. Una Nueva Derecha dispuesta a defender orgullosamente sus ideales, sus valores y sus principios.

Mientras tanto, este joven liberal jamás agachará la cabeza frente a las izquierdas y defenderá siempre en voz alta en lo que cree: Por la libertad y la honra, se debe y vale la pena aventurar la vida.

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