
Guayaquil, Ecuador
La muerte cruzada decidida por el presidente Guillermo Lasso, intempestivamente removió la política nacional. Rafael Correa que incansablemente venía conspirando a la distancia, moviendo sus fichas en el país a través de su bancada en la Asamblea y sus aliados, torpedearon el trabajo del débil gobierno de Lasso.
Las propuestas de los candidatos se centraron en la principal demanda ciudadana, la garantía de seguridad frente a la arremetida brutal de las bandas criminales.
Un componente de estas elecciones, que no hay que perder de vista, es el accionar sinuoso del Consejo Nacional Electoral (CNE), que para la ciudadanía tiene poca credibilidad; desde hace rato viene funcionando sin que se haya cumplido con la ley, de cambiar parte de sus vocales; además, de cerrar los ojos frente a flagrantes violaciones de candidatos como los del CPCCS, que ahora están en funciones.
Igualmente, fue censurable su accionar en el asesinato del candidato Fernando Villavicencio, sobre todo en el proceso, que era excepcional, en la aceptación de la candidatura de su reemplazo; en situaciones similares como fue en el asesinato del candidato a alcalde de Puerto López, obraron diferente.
Una vez conocidos los resultados de la primera vuelta de las elecciones, la ciudadanía escogió los candidatos que deben disputar la presidencia en el balotaje de la segunda vuelta electoral. Por un lado, está el verdadero candidato, Correa (Luisa González), llegó en primer lugar con alrededor del 33%, similar a las elecciones de 2021, cuando el candidato Arauz, del correísmo, alcanzó en la primera vuelta el 32.7%, es decir que el correísmo alcanzó su techo, es el resultado del llamado “voto duro”.
El empleo de la figura de Correa en la campaña fue profusa. Correa estuvo permanentemente no solo opinando, sino confrontando a través de las redes. Por estrategia, con seguridad le ordenaron ocultarse a su aliado Leonidas Iza y refundirse a Andrés Arauz por sus declaraciones sobre el ecuadólar.
Para la candidatura correísta será más difícil sumar, se enfrentará al «resto del mundo», es decir alrededor del 67% de electores, incluido el PSC, no hay que olvidar, sus intereses están más cerca de Guayaquil que de Bélgica.
El candidato sorpresa fue Daniel Noboa, a más de su figura fresca, joven, con recursos económicos importantes, nunca fue confrontador. Su campaña fue silenciosa, desapercibida, no solo que no lo tomaron en cuenta y los números que aparecían en las encuestas eran cifras bajas; con seguridad, las reflexiones de quienes supuestamente eran los más opcionados habrá sido ¿para qué atacarlo, para qué perder el tiempo? Nunca estuvo en el pelotón de favoritos de acuerdo, especialmente, en las encuestas chimbas (unas hasta notariadas).
Hurgando un poco más, los opinólogos no tomaron en cuenta el trabajo de años que viene haciendo su madre, con sus brigadas médicas, entregando medicinas gratuitas a gente pobre y ayudando a personas discapacitadas, Daniel Noboa ha cosechado ese trabajo de zapa (en forma oculta) que ha venido haciendo por años su familia.
Concluyendo, Noboa sin que tenga asegurada la presidencia, la realidad es que hay un 67% de electores que no votaron por el binomio correísta, ahí estará la capacidad del joven seductor de captar los votos especialmente de los jóvenes de este importantísimo segmento de la población.
