La guerra comercial y desacuerdos globales ponen a prueba la unidad del G20

El presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump (3-izq), mantiene una cena de trabajo con el primer ministro australiano, Scott Morrison (2-dcha), en Osaka (Japón), este jueves. Los líderes del G20 se reúnen este viernes y sábado en Osaka con el reto de enviar un mensaje común sobre protección medioambiental y a favor del libre comercio, una tarea dificultada por las brechas y roces crecientes entre sus miembros. EFE/ Lukas Coch

Los líderes del G20 se reúnen este viernes y sábado en Osaka con el reto de enviar un mensaje común sobre protección medioambiental y a favor del libre comercio, una tarea dificultada por las brechas y roces crecientes entre sus miembros.

La reunión anual del G20 que acoge la ciudad nipona de Osaka llega en un contexto de horas bajas para el multilateralismo marcado por la guerra comercial entre China y EE.UU. y la escalada de tensión en el Golfo Pérsico, y en el que el objetivo es lograr un mínimo consenso posible, según admitió la presidencia japonesa de turno.

«Estamos en un momento de cambio debido a la globalización, donde se producen más conflictos entre países. Pero queremos mandar un mensaje firme sobre la necesidad de ir unidos para afrontar esta situación», afirmó el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en una rueda de prensa celebrada el miércoles.

«No vamos a enfatizar las discrepancias, sino que quiero tratar de persuadir para que encontremos lo que tenemos en común», dijo Abe, quien avanzó como temas prioritarios para la cumbre el libre comercio, la protección medioambiental y el cambio climático, las nuevas regulaciones para el sector digital y la innovación.

La acumulación de plásticos en los océanos parece ser el único tema sobre el que el grupo de los veinte puede alcanzar un acuerdo con cierto contenido, durante una cumbre donde se espera más sustancia en citas bilaterales como la que mantendrán el presidente estadounidense, Donald Trump, y el chino Xi Jinping, entre otros líderes.

Abe confió en que «pueda haber un diálogo constructivo» entre las dos primeras potencias mundiales, y también destacó la importancia para todo el mundo de mantener «la paz y la estabilidad» en Oriente Medio.

Aunque la espiral de tensión entre Irán y EE.UU. no figura en la agenda oficial, es previsible que este asunto forme parte de las discusiones de los líderes de los países más desarrollados y los emergentes, entre los cuales hay varios mandatarios con influencia en la región del Golfo como Arabia Saudí y Rusia.

En materia económica, el cruce de medidas proteccionistas y amenazas entre Estados Unidos y China dificulta que pueda haber una declaración conjunta con «un mensaje común contundente» a favor del libre comercio, tal y como aspira a lograr la presidencia nipona.

Parece poco viable que los líderes del G20 pacten una declaración que vaya más allá del ambiguo texto acordado en la reunión ministerial de Finanzas celebrada en Fukuoka (sudoeste) los día 8 y 9, donde se advertía de la «intensificación de las tensiones geopolíticas y comerciales» sin mencionar ningún país en concreto.

Además de en los encuentros bilaterales, se esperan llamamientos en defensa del libre comercio y del multilateralismo por parte del propio Abe, del presidente francés Emmanuel Macron, de la canciller alemana Angela Merkel, o de los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión Europea, Donald Tusk y Jean-Claude Junker.

La misma fragmentación saldrá a relucir en lo referente al cambio climático, un tema que podría ser mencionado en el texto de conclusiones únicamente con una llamada a que cada país implemente sus compromisos dentro del Acuerdo de París, marco que decidió abandonar unilateralmente Estados Unidos.

También en materia medioambiental, Japón confía en que la cumbre permita al menos acordar una estrategia coordinada contra la contaminación con plásticos en los océanos, que sería la primera de este tipo, según la presidencia nipona, aunque varios países del G20 ya cuentan con iniciativas en este sentido.

El plan propuesto se centra en el intercambio de información científica y de buenas prácticas sobre reciclaje o gestión de residuos, y deja a los países adoptar las medidas nacionales necesarias de forma voluntaria, algo que ha sido tachado de insuficiente por organizaciones ecologistas.

Pese a que el plan es más vago y menos ambicioso que medidas adoptadas por ejemplo en la Unión Europea -donde se prohibirán ciertos plásticos de un solo uso desde 2021-, la presidencia nipona defiende este enfoque por ser «un primer paso hacia una respuesta global», según fuentes gubernamentales.

Japón, como país anfitrión de la cumbre, ha querido dar ejemplo con la reciente aprobación de un plan nacional contra los residuos plásticos, con acciones como promover el reciclaje y la sustitución de dicho material por alternativas biodegradables.

Pero el archipiélago nipón dista de ser modélico en este tema, puesto que se trata del segundo país del mundo que más residuos plásticos genera por habitante tras Estados Unidos, según datos de Naciones Unidas, y del segundo de Asia que más basura de este tipo exporta a otras naciones, según un informe de Greenpeace.

Antonio Hermosín Gandul, EFE

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