Bachar al Asad, maestro de la supervivencia que aspira a un tercer mandato

Beirut, 28 abr (EFE).- El presidente sirio, Bachar al Asad, que presentó hoy su candidatura para un tercer mandato, ha demostrado ser un maestro de la supervivencia, conocedor de los resortes del poder, pese a la guerra y a que, en un principio, no estaba llamado a ser jefe de Estado.

No se sabe si Al Asad, un oftalmólogo de profesión que cuando accedió al poder parecía un hombre con poco carisma y de talante moderado, es un Maquiavelo que mueve los hilos o la cara visible de un régimen inexpugnable que maneja la situación.

Sea como fuere, Al Asad se ha valido del férreo sistema político construido por su padre, Hafez al Asad, del que heredó el cargo tras su muerte el 10 de junio de 2000, para mantenerse en el puesto.

Su persona mueve pasiones entre los sirios, que lo odian a muerte o lo idolatran, dependiendo de su simpatía o enemistad con el régimen, aunque existe una gran masa que simplemente aspira a vivir en paz.

Frente a la rigidez de sus discursos, en las entrevistas que ha concedido en los últimos tres años el mandatario se ha exhibido siempre relajado, e incluso sonriente, sabedor de la idiosincrasia de la sociedad siria.

«La mayoría de los sirios está en el medio y luego tienes a gente que te apoya y a gente que está en contra, así que la mayoría siempre está en el medio, lo cual no significa que esté en contra», decía en una de esas intervenciones, en las que suele dominar la retórica con gran habilidad.

Pese a defender contra viento y marea que su país afronta una lucha contra el terrorismo y haber mandado los tanques contra los manifestantes, ha admitido que el sistema político de su país no es democrático y que son necesarias las reformas.

«Hay diferencia entre dictador y dictadura. La dictadura es el sistema y nunca dijimos que fuéramos una democracia, pero nos estamos moviendo hacia las reformas (…) Sobre mi persona, lo que haga debe basarse en la voluntad del pueblo, porque necesitas de legitimidad popular», afirmaba en diciembre de 2011.

En una entrevista a una televisión árabe, daba su diagnóstico de lo ocurrido en Siria, donde, en su opinión, ha habido tres etapas: la primera, de manifestaciones que pedían reformas; la segunda, de infiltraron de grupos armados entre los manifestantes; y la tercera, de la irrupción de Al Qaeda en el territorio sirio.

Ante estos síntomas, la receta de su permanencia en el poder la revelaba en un encuentro con un canal estadounidense.

«En Siria hay estabilidad porque el Ejército no está dividido, si lo estuviera no la habría», explicaba el jefe de Estado, consciente de que su gran baza es la institución castrense, dirigida por oficiales próximos al régimen pertenecientes a la secta alauí, a la que él mismo pertenece.

También se ha cumplido a rajatabla el plan de reformas que él mismo esbozó en 2011, cuando adelantó que habría elecciones parlamentarias y una nueva Constitución antes de comicios presidenciales en 2014.

Ahora que se encuentra en plena campaña electoral ha aumentado sus apariciones en público en la que se muestra magnánimo y protector.

En algunas va acompañado por su esposa Asma, con la que tiene tres hijos, y junto a la que intenta dar una imagen de modernidad y moderación frente a «los enemigos de la nación», como llama a «los terroristas de ideología takfiri» (extremistas radicales).

Nacido el 11 de septiembre de 1965 en Damasco, Al Asad estudió medicina y se especializó en oftalmología en la capital siria y Londres, donde cursó un postgrado.

En 1994, fue llamado por su padre, el entonces presidente, Hafez al Asad, tras la muerte de su hermano mayor Basel, el primogénito, en un accidente de tráfico.

A partir de entonces, Bachar fue ascendido en la carrera militar con el apoyo paterno.

Después de la muerte de su padre, que gobernó durante casi tres décadas, fue declarado presidente por el Parlamento tras un referéndum popular en el que recibió una aprobación del 97,29 % y juró el cargo el 17 de julio de 2000.

A su llegada al poder se pensó que iba a dar un giro democratizador, pero menos de un año después dio marcha atrás y fueron arrestados activistas y opositores.

En 2007, Al Asad renovó su mandato por otros siete años en un referéndum en el que obtuvo el 97,62 % de los votos.

Su intención es ir a por un tercero pese a un país fragmentado por un conflicto bélico, que hasta ahora no ha conseguido moverle ni un ápice del sillón presidencial. EFE

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