Bienvenida, Corte Interamericana

Por Hernán Pérez
Guayaquil, Ecuador

Por esas cosas del destino en estos días nos visita la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La Corte en pleno vino al Ecuador con motivo de un litigio entre una comunidad indígena amazónica y el Estado ecuatoriano. No es la primera vez que la Corte hace este tipo de visitas in situ en casos similares. Los magistrados sesionarán además aquí en Guayaquil para atender otros casos.

Lamentablemente acá los vientos no son muy propicios para el sistema interamericano de derechos humanos. Está aún fresco el demoledor ataque a dicho sistema por parte de los más altos dignatarios del Ecuador ante la comunidad internacional. En un cónclave regional del más alto nivel se llegó al extremo de proponer la creación de un nuevo sistema interamericano de protección de derechos humanos, uno que esté inspirado, según se nos dijo, en valores latinos y no anglosajones, como si en materia de derechos humanos semejante distinción sea sostenible.

Solo las dictaduras del Cono Sur, en los años 70, y los gobiernos de Fujimori y Uribe, en las décadas siguientes, no se diga Chávez y Castro, han desatado ataques al sistema interamericano de derechos humanos tan destructivos como el lanzado por nuestro país hace poco. Aunque los actores han sido diferentes, la narrativa ha sido la misma: la soberanía nacional le impide al sistema inmiscuirse en nuestros asuntos internos.

Tal es la atmósfera de hostilidad al sistema de derechos humanos que se respira en el país que la sentencia de los 40 millones de dólares que en estos días ha regresado a la pista principal del circo nacional, con las nuevas evidencias que confirman de que ella no fue escrita por quien la firmó, en esa famosa sentencia, se afirma como si nada que el Ecuador, y concretamente los jueces no están obligados a respetar la jurisprudencia de la Corte Interamericana. Y cuando la Comisión Interamericana dispuso que se suspenda provisionalmente la decisión de la Corte Nacional que había, entre otras cosas, ratificado semejante barbaridad, los magistrados simplemente ignoraron el pedido. Ni por un elemental sentido de cortesía le dedicaron al menos una página, un párrafo o una línea, a explicar por qué ignoraban una solicitud de uno de los órganos clave del sistema interamericano de derechos humanos.

Y como si lo anterior no era suficiente, al Ecuador luego se le ocurrió salir a decir que las medidas cautelares de la Comisión no son obligatorias, cuando la propia Corte Interamericana ha venido diciendo lo contrario.

Y como de la ignorancia a la frivolidad no hay mucha distancia hay ahora una suerte de moda de invocar a los instrumentos internacionales de derechos humanos, a la Comisión y a la Corte Interamericana cada vez que se quiere cometer un atropello, perseguir a alguien o encubrir algún entuerto. Hemos llegado al punto que cada vez que un juez o una autoridad invocan los derechos humanos es cuando de seguro más arbitrariedades van a cometerse… Por eso, por lo que estamos atravesando: bienvenida, Corte Interamericana de Derechos Humanos al Ecuador.

* El texto de Hernán Pérez ha sido publicado originalmente en El  Universo.

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