La muerte y la muerte de Froilán Jiménez

Froilán Jiménez. Fotografía de su álbum familiar.

Floilán Jiménez tenía 28 años el día en que asumió la misión más importante de su carrera como policía: rescatar al presidente de la república. Jiménez cumplió con su deber, se mantuvo leal al sistema constitucional y al Jefe de Estado, pero murió en la acción. Este 30 de septiembre se cumplen 4 años de su muerte, cuyo caso reposa en los archivos judiciales, sin mayores avances.

La noche de ese jueves, mientras el presidente Rafael Correa era sacado del interior del hospital de la policía, donde oficiales sublevados lo mantuvieron contra su voluntad, Froilán Jiménez recibió un impacto de bala en el pecho cuando protegía el automóvil en el que salía el primer mandatario.

Jiménez tenía una esposa y era padre de un niño. Ese día terminó la vida de un oficial que cumplió con su deber y su íntima convicción de servir a la patria, incluso con su propia vida. Así lo asegura su hermana Sandra Jiménez, en declaraciones a La República.

Hace un año, el Fiscal General Galo Chiriboga, recibió a los familiares de Froilán Jiménez en su despacho para explicarles que los continuos cambios de fiscales asignados al caso se han dado porque ninguno ha realizado un trabajo fructífero. Hasta ahora, siete fiscales han sido designados para investigar la muerte de Jiménez, un caso que sigue estancado en la etapa de indagación previa. “Si se asigna un fiscal a un caso, éste deberá continuar hasta el final (del proceso), pero no ha sucedido así, ni siquiera se ha hecho la reconstrucción de los hechos que sería lo básico para partir todo el proceso de investigación”, asegura Sandra Jiménez.

La indignación y la impotencia de la familia es inconmensurable frente al estancamiento del proceso judicial. En estos cuatro años no se ha podido determinar quién disparó contra Froilán Jiménez la noche del 30 de septiembre del 2010. “No existe justicia en mi país”, sentencia Sandra Jiménez, al recordar que su hermano murió frente a miles de ecuatorianos y ciudadanos del mundo, que veían la transmisión en vivo del rescate al presidente de la república.

Ella está en contacto con la familia de Edwin Calderón Landeta, otro policía que murió durante el operativo de rescate, en cuyo caso tampoco hay avances. “Ni siquiera existe un fiscal en el caso (de Edwin) que pueda dar respuesta, le hablo de esto porque el dolor que aconteció nos ha unido a las familias que perdimos el 30 de septiembre”, reflexiona Sandra Jiménez.

Para ella, ese día su hermano no se desempeñó “protegiendo a alguien ni salvando a alguien, cumplió con su misión, con lo que un día el juró defender, eso lo tenemos muy claro”. Hoy, con notable indignación, se pregunta: ¿por qué sí se ha podido establecer responsabilidades en unas circunstancia y no se establece respecto de las muertes de ese día, no lo digo solo por Froilán”. Sandra Jiménez piensa que la única forma de conmemorar esas muertes es ofreciéndoles justicia.

Sandra Jiménez, cuando habla de avances en otros casos, se refiere a los resultados en procesos judiciales que han tenido como objetivo identificar a los responsables de la revuelta policial. Justamente, hace pocas semanas, seis policías fueron sentenciados, el 1 de septiembre pasado, a doce años de reclusión por el delito de intento de magnicidio durante la sublevación que el gobierno califica como “intento de golpe de Estado”. Cinco de ellos rechazaron la posibilidad de recibir el indulto del presidente Rafael Correa, mientras uno de ellos pidió disculpas públicas para ser indultado.

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