Últimas tardes con Correa
Barcelona, España
Cuando se abren las puertas, dos filas de académicos ingresan solemnemente al paraninfo de la Universidad de Barcelona (UB).
Cuando se abren las puertas, dos filas de académicos ingresan solemnemente al paraninfo de la Universidad de Barcelona (UB).
Nadie parece decir nada, nadie parece horrorizarse o es que ya todos dieron por sentado, a golpe de costumbre o simple novelería de la boba y servil y folclórica política latinoamericana. Ya dirán: es una jugada diplomática y además espiritual normal y deseable, una iniciativa nacional que todos aprobarían, un acto de contrición ecuménico y libre de mal, algo que hasta la oposición retrógrada y opusdeísta ve con ojos piadosos y corderiles.
¿Cómo un economista puede utilizar las obras de García Márquez? Pues en muchos casos los economistas debemos analizar los contextos históricos, políticos y culturales del lugar o espacio geográfico que se va a estudiar. En el caso de Latinoamérica, en mi opinión, no existe mejor recurso que las obras del gran García Márquez.
Escribo esta columna con el único fin de reclamar un derecho que asiste a más de una persona; esto es, el derecho a recibir un doctorado honoris causa.
Los oligopolios son algo así como ‘monopolios light’.
A finales de enero de 2014, durante el festival de cultura digital y arte multimedia Transmediale en Berlín, el experto informático Jacob Appelbaum dijo que durante su visita a Quito encontró en la Embajada de Estados Unidos estructuras similares a las usadas para espiar a la canciller alemana Angela Merkel. Appelbaum mostró fotos de los mecanismos que, según él, la Embajada de los Estados Unidos en Quito utiliza para la recolección masiva de datos.
El régimen de Nicolás Maduro ha dejado claro que ninguno de los principios democráticos establecidos en la Carta Democrática Interamericana se cumplen en Venezuela.
En mi opinión, existen dos tipos de tragedias: las que se esperan con antelación y las que llegan de súbito. Las diferencian las probabilidades, los plazos y la consecuente predisposición que nos permite aceptarlas, con grados distintos, o no. Alguien incluso diría que cuando se conocen con el tiempo justo ni siquiera son tragedias. Se lloran de a poco y luego se asumen. La pena en cómodas cuotas pareciera saber mejor.
El premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa ha declarado esta semana desde Caracas, que «Venezuela ha dejado de ser una democracia», que en la situación venezolana hay una enorme responsabilidad de los grandes países democráticos latinoamericanos «que han mantenido una neutralidad que se parece mucho a la complicidad», neutralidad que ha calificado de «oportunista y una manifestación de cobardía». Sin duda, Vargas Llosa tiene razón. Su declaración plantea ‘entre otras- la cuestión de cuándo un país deja de ser una democracia.
Históricamente a las organizaciones, especialmente de trabajadores, les ha costado sangre, sudor y lágrimas para demandar de sus patronos, no sólo mejoras salariales, sino también capacitación, reducción de horas de trabajo, período de descanso, medidas de prevención de riesgos, condiciones dignas de trabajo, atención médica, jubilación digna, etc.
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