El Profeta
@xavoviz
El profeta ingresa al templo. Orondo y con gesto seráfico se dirige al Altar. “Introibo ad Altare Dei”, dice a media voz, mientras acomoda sus doradas mancuernas. “Ad Holguerum qui laetificat juventutem” responde el joven fedatario. “Podéis tomar asiento”. La multitud recibe un turno y se sienta. Cada uno lleva en la mano el pequeño papel numerado. Confirman la cifra impresa cada pocos minutos, como si fuera a cambiar. Apóstoles menores los reciben en los confesionario distribuidos en torno al Templo. Una pantalla luminosa anuncia a los fieles el momento del sacramento. Mientras esperan para ser atendidos, miran y escuchan La Palabra en televisores repartidos por el salón.
