La paja en ojo ajeno
“Los están sacando sin compasión, como si fueran enfermos que están contagiando la peste”, me dijo por teléfono, con voz baja y temblorosa, una señora que me pidió que no la identificara “porque me da miedo que me pase lo mismo”. La llamada provenía de una institución del Estado donde, por orden presidencial, estaba siendo forzada la salida inmediata de decenas de empleados que, aunque reciban una compensación y hasta puedan jubilarse, están quedando en la desolación, la incertidumbre y el olvido. “La mayoría salen llorando –agregó la asustada señora-. Están angustiados, desesperados”.
