
Roberto Fernández Retamar: Calibán en el paredón
Quito, Ecuador
Hace pocos días murió en La Habana Roberto Fernández Retamar a los ochenta y nueve años.
Hace pocos días murió en La Habana Roberto Fernández Retamar a los ochenta y nueve años.
La universidad y el campo literario han sido de los primeros espacios en que se han asentado las reivindicaciones de género en el Ecuador y no veo razón para no alegrarse después de décadas de una institucionalidad machota, mediocre y perezosa.
Ya todos saben que la semana pasada el Ecuador abrió las calles para sendas marchas de inquisidores.
Cómo me gustaba la ciudadanía universal correísta.
Cuando hace más de quince años se cayeron las torres gemelas de Nueva York, la ciudad tuvo que soportar una selecta colección de homenajes letárgicos y vacuos. Los peores, desde luego, fueron los que le dieron los militares, vestiditos de muñeco coqueto marchando como si se alistaran para la guerra.
A la nueva película de Kleber Mendonça Filho, “Aquarius” (2016), le faltan o sobran pocas cosas para decir sin ambages que es una obra maestra.
Uno debe dudar, me digo siempre, de los sujetos o las instituciones a los que les es dado el especial privilegio de ser depositarios del odio y frustraciones de una sociedad o una época enteras.
Al menos dos discursos, o celebraciones, pueden recabarse después de la caída y segura defenestración posterior de Dilma Rousseff de la presidencia de Brasil.
Estamos a seis meses de la inauguración de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sustentable en Quito.
Relata Enzo Traverso, en un libro de conversaciones con Régis Meyran, el estupor que causó la foto, publicada en el 2000 por la agencia France Presse, de Edward Said, profesor de la Universidad de Columbia y sabio de los estudios postcoloniales, lanzando piedrazos contra un puesto de control israelí en la frontera entre ese país y Líbano.
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