Opinión

La mesa es la clave

Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

Las ciudades que progresan -según la acepción más común de tal término- parecen condenadas al atasco. Cada vez se dedican más horas a pagar las facturas asociadas al bienestar, cuyos acreedores más importantes son el Estado y la banca, a través de impuestos e hipotecas, dedicación que vuelve fugaces los momentos personales. Porque las necesidades parecen crecer y sofisticarse por encima de los salarios, el margen de ahorro crece simbólicamente, y el gran salto hacia la clase media no se traduce tanto en reservas cuanto en mejores marcas, visitas más frecuentes a los shopping malls, la cuota del carro, vacaciones en familia y, sobre todo, la fascinación de estar conectado a las redes sociales, el rebaño digital de Jaron Lanier.

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Opinión

Artes y oficios

Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

Los abogados llevan ventaja, con los médicos pisándoles los talones. Hablan bonito, y usualmente demasiado, tanto más mientras menos saben, de manera que el maquillaje verbal, salpicado de jerga forense incomprensible para los legos, alcanza a darle colorido y pretensión académica a su lata. Es la misma verborrea que, fragmentada y diseminada en artículos, parágrafos, incisos y códigos, componen una red de decenas de miles de leyes y reglamentos superpuestos, contradictorios y tan indescifrables que necesitan, en la lógica del círculo vicioso, de más abogados.

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Opinión

Contra la leche derramada

Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

La calidad de la música es tan buena como el inferior de los componentes del sistema de audio. Con el tránsito pasa algo parecido, porque los tiempos de desplazamiento están dados por los cuellos de botella, aunque los tramos intermedios sean fluidos. El nuevo aeropuerto de Quito inició operaciones la semana pasada, sin autopista que lo conecte con la ciudad; como se esperaba, la Interoceánica, degradada a calle urbana de segundo orden, acusó la sobrecarga, especialmente en tres embudos: el puente del Chiche, Tumbaco y la entrada a Quito, los elementos inferiores de ese sistema vial. Los tres últimos kilómetros de ingreso a la ciudad toman, en horas pico, tanto como los 20km previos, o tanto como salvar la quebrada del Chiche en las impredecibles horas de congestión hacia el aeropuerto.

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Opinión

El Papa inspirado

Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

Nada como el testimonio de aquel cuyo escepticismo ha sido desvanecido por una inspiración sobrenatural. Peter Seewald, un periodista alemán que en su juventud abandonó la fe y suscribió el marxismo, fundando un semanario de izquierda radical, entrevistó a Joseph Ratzinger en varias ocasiones, cuando cardenal y también cuando Papa. La primera de tales entrevistas, en 1996, no solamente terminó en un libro titulado «Sal de la Tierra», sino también en la conversión de Seewald al catolicismo, quien describe en estos términos la presencia de Benedicto XVI: «…se hace visible de forma especial un resplandor de la Luz del mundo, del rostro de Jesucristo, que quiere salir al encuentro de cada ser humano…»

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Opinión

El ascensor

Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

Uno de los prodigios del mundo urbano es juntar civilizadamente a una decena de desconocidos en un cajón cerrado de dos metros cuadrados, suspendido de unos cables de acero que nadie ve ni por cuya calidad de instalación y mantenimiento se pregunta, aunque el habitáculo acuse desgaste. En este cubo flotante se apresuran a entrar, como si perdieran el único vuelo a los pisos superiores, y aún a riesgo de experimentar la compactación propia de las sardinas en una lata -hálitos incluidos-, gente de toda laya, oficio, estilo y posición en la jerarquía, porque en el ascensor todo es cuestión de jerarquía: unos llegan primero y otros se quedan fuera; unos suben a pisos inferiores y otros se encumbran a lo más alto, no hay igualdad posible; unos llevan pesados fardos, visibles en forma de encomiendas o comida a domicilio, o casi invisibles en la conciencia, bajo cuyo peso se encorvan los hombros o se enturbian las miradas.

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Opinión

Entrañas infernales

Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

La naturaleza humana necesita a veces de la cuantía para darle a la tragedia la dimensión conceptual de tal y tomar acciones en consecuencia, como ha sucedido con más de 230 víctimas fatales del incendio de una discoteca en Brasil, que ha suscitado el luto internacional. La semana pasada murieron cinco personas que trabajaban en Puerto Nuevo, Azuay, en una de esas 1 400 operaciones mineras en el Ecuador que se realizan al margen de la ley, cada una con decenas o centenares de mineros, sin observar las normas más básicas de seguridad y salud. Recordar la historia de los asentamientos ilegales es recorrer una historia de muerte, trabajo infantil, caras dinamitadas, miembros mutilados, ríos contaminados… Pero como mueren de cinco en cinco y por cuotas temporales y espaciales, es un drama frente al cual el país entero ha hecho la vista gorda por décadas, amén de autoridades que de tiempo en tiempo presionan demagógicamente por su «legalización».

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Opinión

La culpa es de la culpa

Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

No falta el marido que justifica sus fracasos en su mujer -o en la mujer del suegro-; y esta, en el marido. Algunos hacen de su infancia el chivo expiatorio, gracias a la impronta dejada por algún profesor tiranuelo, en tanto el empleado le echa la culpa a su jefe y viceversa, el izquierdista se carga al capital, los ciudadanos, al gobierno, y los políticos critican a sus predecesores, a la oposición, a la prensa, a la historia. Una variante más paranoica inventa -y los más tontos se lo creen- conspiraciones a diestra y siniestra, como si las constelaciones orbitasen en torno a un personaje, a un proyecto, a un país, dispuestas a cumplir los más oscuros designios y a obedecer a las más perversas fuerzas para hacerle la vida imposible a los héroes, a los buenos; la mismísima ley de la gravedad rendida al servicio de villanos todopoderosos. ¡Héroes y villanos, la dialéctica mediocre que ha nutrido la historia!

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Opinión

El disparate valioso

Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

Se estimula a los hijos a educarse para que consigan un buen trabajo, salvo excepciones. Pocos los alientan, más bien, a formarse con la idea de generar empleo en lugar de conseguirlo. Esta es la tendencia común en América Latina y, según se ve una vez pasada la fiesta de la zona euro, de los países de raigambre latina del Viejo Continente. El sistema educativo ha reflejado este paradigma familiar, premiando a aquellos que han sabido memorizar y repetir las lecciones antes que cuestionarlas. Hay cada vez más escuelas y colegios que intentan imprimir en sus alumnos valores de liderazgo, responsabilidad y espíritu crítico -léase riesgo, libertad, innovación-, pero todavía son mayoría los que se limitan a impartir conocimiento bajo esquemas de disciplina militar, esquemas que, al menos una generación atrás de los recientes bachilleres -la generación que ocupa actualmente puestos directivos-, eran la norma.

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Opinión

Pescados sin pescadores

Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

Solo Dios sabe si Chávez será llamado a rendir cuentas póstumas en fecha próxima, pero sus posibles herederos políticos ya han trabado conflicto sobre la sucesión de la banda presidencial, posesión de incalculable valor en una economía que depende casi exclusivamente del petróleo, recurso manejado por el Estado. Si Chávez no se posesiona hasta el 10 de enero, quienes se sienten ungidos para continuarlo al más puro estilo monárquico, no parecen estar dispuestos a convocar a nuevas elecciones, como manda la Constitución. Es que en ese tipo de economías los contratos más jugosos y los negocios más importantes los administra el Gobierno sin competencia, con todo lo que eso trae consigo cuando en la práctica desaparece la autonomía judicial y legislativa, instituciones que conservan apenas su fachada democrática como tapadera de un trasfondo dictatorial.

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Opinión

Se despide el viejo

Por Bernardo Tobar
Quito, Ecuador

Vivimos bajo la ilusión de que matamos el tiempo, cuando es el tiempo el que nos mata. Nos aprestamos a dar fin a otro año más, uno que suma en la infinitud del universo, uno que resta en la finitud de nuestras vidas. Es toda una curiosidad que la humanidad celebre el cambio de año, ¡hurra, somos más viejos!, proceso natural que no estaría mal festejar siempre que, si tanta alegría suscita la creciente distancia entre el nacimiento y el presente -alargamiento inversamente proporcional a la distancia que va quedando entre el presente y el más allá-, no se disfrazara la dicha existencial con todos los artilugios que ofrece la tecnología para ocultar la edad.

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