Por Miguel Molina Díaz
Quito, Ecuador
La narcoliteratura colombiana fue el punto de fuga de una sociedad que se ahogaba en el hermetismo siniestro de la violencia y el caos. Durante la década de los noventa se evidenció, en países como México y Colombia, que un lento e inevitable proceso de putrefacción había impuesto al poder del narcotráfico sobre las bases mismas del Estado y de los sistemas económicos. La corrupción invadió todos los contextos políticos posibles y un nuevo dinamismo, esencialmente basado en la violencia, aniquiló lo que durante el siglo XX llamábamos “contexto latinoamericano”.
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