Sandro Magister
Roma, Italia
Hay una particularidad, en las misas celebradas por el papa Francisco, que suscita interrogantes que hasta ahora han quedado sin respuesta. Al momento de la comunión, el papa Jorge Mario Bergoglio no la administra personalmente sino que deja que sean otros los que den a los fieles la hostia consagrada. Se sienta y espera que termine la distribución del sacramento. Las excepciones son poquísimas. En las misas solemnes, antes de sentarse, el Papa da la comunión a quien lo asiste en el altar. Y en la Misa del Jueves Santo pasado, en la cárcel de menores de Casal del Marmo, quiso dar él la comunión a los jóvenes detenidos que se acercaron a recibirla. Desde que es Papa, Bergoglio no ha dado una explicación de este comportamiento suyo.
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