Por Fernando Balseca
Quito, Ecuador
Como en un picado cinematográfico, desde arriba, vemos la fachada del Teatro Sucre de Quito con su tejado de color ladrillo. Una tela anuncia: “Hoy Estreno Hoy”. En los balcones, unos pesquisas otean los alrededores; abajo, otros guardias de seguridad flanquean la alfombra roja de la puerta principal. En la boletería, la gente común hace cola para comprar la entrada. El que ha llegado a la taquilla pregunta: “¿Qué obra estrenan hoy?”. Y el boletero responde: “La Corte Nacional, compañerito”. Las máscaras de la risa y el llanto, emblemas del acto teatral, se destacan en el frontispicio de la edificación.
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