
Santiago de Chile, Chile
Lo que estamos presenciando en Gaza entre Hamas e Israel no solo va a tener repercusiones en el medio oriente, sino que con cierta probabilidad va a tener consecuencias en la invasión a Ucrania.
No es que se necesite un abastecimiento similar de armas (solo de municiones), sino que existe una potencialidad para que se desparrame a países vecinos y traiga consigo una guerra regional, partiendo por la posibilidad que el conflicto entre Irán e Israel a través de Hamas y Hezbolá se transforme en un plazo más bien cercano en un enfrentamiento directo.
Es decir, la gran diferencia es que la guerra en suelo ucraniano está limitada a un espacio geográfico delimitado, mientras que lo que se ha iniciado en tierras bíblicas se puede convertir en un conflicto regional.
La invasión rusa ha sido un tipo de guerra a la que nos acostumbró el siglo XX, es decir, una reducida a actores estatales y alianzas militares, mientras que el medio oriente incorpora actores no estatales que controlan territorios, Gaza en el caso de Hamas y el sur de El Líbano en el caso de Hezbolá.
Es cierto, que Ucrania ha sido también la primera guerra global del siglo XXI por su impacto en los mercados de combustibles y de alimentos, pero un conflicto regional en el medio oriente tiene la potencialidad para generar consecuencias desastrosas para la economía mundial, como se recuerda que ocurrió con la guerra de Yom Kippur de 1973 y el consiguiente embargo petrolero, y la revolución islámica iraní de 1979.

No hay duda de que el colapso de la frontera israelí, y la consiguiente invasión de mil y tanto terroristas, con su consecuencia de terribles violaciones de derechos humanos fue inesperado por el gigantesco fallo de los servicios de inteligencia, y que la invasión rusa fue esperada por la concentración de tropas en la frontera ucraniana, pero la concatenación posterior de sucesos y eventos ha seguido en Gaza un patrón que va a impactar a Ucrania.
El más relevante de ellos es lo que ha estado pasando con Estados Unidos. Es así como la potencia se encontraba crecientemente dividida en torno a apoyar a no a Ucrania, tal como lo expresan las dudas de si la Cámara de Representantes bajo control republicano respaldaría esta vez el paquete de ayuda que quiere la Casa Blanca.
Sin embargo, esa duda no existe en el caso del apoyo a Israel, donde republicanos y demócratas están totalmente unidos al igual que la mayoría de la opinión pública estadounidense. Fue algo casi automático, en cierto modo, la reacción ante la violación de todo código civilizatorio por parte de los terroristas el 7 de octubre con su orgía de asesinatos de mujeres, ancianos, niños, el secuestro de más de un centenar de personas a ser usadas como escudos humanos, que en palabras del presidente Biden, hizo recordar lo peor del Daesh, el Estado Islámico.
Hace tiempo que no se daba una reacción de ese automatismo, quizás desde la época de la guerra fría, y el apoyo de USA sin condiciones a Israel hizo recordar la forma que lo respaldó en la Guerra de Yom Kippur.
Por su parte, los medios de comunicación masivos informaron como hace años que no ocurría a favor de Israel, incluso en medios que desde hace tiempo lo criticaban duramente, como es la gran prensa liberal, ejemplificado en el New York Times y la CNN. Mas aun, Washington consiguió algo que tampoco se daba, como es el respaldo de los principales países europeos.

La Casa Blanca olvidó el distanciamiento con Netanyahu (que venía en el caso del presidente Biden desde el mandato de Obama y era por ambos lados, por la firma del acuerdo nuclear con Irán), para dar un respaldo sin condiciones para lo que viene, que es el bombardeo de Gaza y el ingreso de tropas en un número suficiente para una guerra urbana muy complicada para sacar a Hamas del poder, en forma similar a su modelo, que es la forma como USA y también Rusia eliminaron al Daesh en Siria e Irak, imagen que muestra lo que Israel espera hacer, esta vez con legitimación internacional para Jerusalén.
Y sin duda, las matanzas del 7 de octubre explican muy bien por qué Israel no puede perder ninguna guerra y lo que pasaría con su población si pierde alguna.
En todo caso, la perspectiva de una contienda regional y sus consecuencias para el comercio mundial son también un motivo por el cual es posible que Europa también se preocupe en forma distinta de su compromiso con Ucrania, por las consecuencias económicas para un continente, que tendría una situación mucho más complicada que USA.
El impacto mayor para Ucrania puede ser un cambio de las prioridades estratégicas para la OTAN ya que la combinación de guerra regional y consecuencias para el mundo, probablemente empujarían para presionar a Ucrania en torno a un arreglo negociado de la guerra, con la posibilidad de pérdida territorial.
Este es uno de los principales temores de Kiev y es recurrente en lo que expresa públicamente Zelenski y ha pasado antes (ver ¿Y Ucrania?, Infobae, 25 febrero, 2022)
Parece duro, pero también es consecuencia de un estancamiento de la guerra, el que se manifestaba primero, en el fracaso ruso de la toma de Kiev, y después en su ofensiva que solo alcanzó hasta Bajmut (o Artemovsk). Por su parte, la contraofensiva ucraniana, hasta el momento no ha alcanzado ninguno de sus objetivos y se ha estancado.

Esta situación contribuye a la mantención de un tipo de conflicto que habitualmente es el escenario propicio para una negociación o al menos un alto del fuego, que hoy no lo desean ni Kiev ni Moscú, pero parece inevitable, aun si hay una nueva ofensiva rusa el próximo año.
Si a esto se le agrega que han surgido diferencias entre Ucrania y vecinos como Polonia, que en la última cumbre de la NATO en julio en Lituania no consiguió Ucrania ninguno de sus objetivos con relación a un ingreso próximo, y que hay muestras de que la luna de miel no es la de antes, es necesario pensar en este escenario, que pudo haberse presentado en la primera reunión después de la invasión, y que quizás no prosperó por las muestras de apoyo total de parte de Estados Unidos y Europa, y las seguridades que se dieron entonces a Ucrania.
Sin embargo, la guerra iniciada por Rusia hoy es una de desgaste que favorece al invasor, que sufre de sanciones que han fracasado en detener su maquinaria bélica, lo que se manifiesta no solo en el problema compartido con Ucrania de falta de municiones, sino también en que sigue atacando con misiles en forma diaria para los cuales no parece haber defensa suficiente como tampoco Ucrania ha sido abastecida de los elementos que le permitan contar con una Fuerza Aérea o una marina equivalente.
En otras palabras, el rol de Estados Unidos es clave en armamentos, inteligencia y apoyo presupuestario a Ucrania, sin los cuales le sería difícil continuar la guerra, y sin duda, el compromiso que ha mostrado USA con Israel solo puede acrecentarse en las condiciones de campaña electoral que USA ha ingresado para la presidencia del país, con la duda de si ganará su reelección el presidente Biden.
Puede sonar a sorpresa para muchos, pero habitualmente, tal como ocurrió en Corea, este tipo de empantanamiento conduce a altos del fuego que a veces se transforman en situaciones casi definitivas de separación.

Y en el caso de la invasión de Ucrania, la prensa internacional quizás no ha entregado una visión ajustada de cuan terrible ha sido la guerra y como ha castigado al país invadido, que tarde o temprano tendrá que enfrentar una costosa reconstrucción, con la duda de si Europa querrá apurar o más bien dilatar el ingreso, por su costo.
Suena duro, pero parece realista. Basta observar la velocidad con la que se ha desplazado el interés mediático hacia el medio oriente para entender que también la preocupación de los gobiernos puede alejarse, sobre todo, si se avecinan nubarrones económicos.
Indudablemente, suena y es injusto que se pierda interés en Ucrania y que pueda servirle a quien originó todo (lo que no debe olvidarse) con la invasión y la violación del derecho internacional, como es Rusia. Sin embargo, un escenario de regionalización en el medio oriente no solo perjudica a Ucrania, sino que también puede arrastrar a Rusia por sus compromisos en Siria (donde tiene una muy importante base) y los adquiridos recientemente por su alianza con Irán.
Incluso el propio Israel ha tomado con cuidado la guerra de Ucrania, ya que, aun respaldando a Ucrania, no ha querido antagonizar a Rusia, ya que durante la guerra civil de Siria tuvo un acuerdo de seguridad con Putin donde no se atacaron mutuamente, a pesar de estar en bandos rivales, y Rusia no intervino cada vez que se entró en Siria en combate aéreo con Irán, ampliamente favorable a Israel.
Es indudablemente un mundo cada vez más interconectado, donde USA, portaaviones mediante volvió al medio oriente, consciente del error que cometió al alejarse de la región en la administración Obama, lujo que una superpotencia no puede permitirse. Solo se obtuvo la llegada de Rusia, y, de todas maneras, debió regresar militarmente, al aparecer el Estado islámico.

Desde 1948, para Israel y la Guerra de Independencia, todas las guerras han sido distintas. Gaza también lo será, con la enorme dificultad de la guerra urbana, pero también está obligado a ganarla, aunque ha aprendido que ganar guerras no conduce a la paz.
Es una guerra que conduce a Teherán, al igual que lo que ocurre hoy en Siria, Irak, El Líbano y Yemen. Hamas no quiere un estado palestino, es solo un paso en su ideario doctrinario islamista. Quiere la destrucción de Israel, su sola existencia al igual que ser un Estado con mayoría de judíos, lo ve como una provocación. Al igual que Irán, lo suyo es el califato (aunque en algún momento se enfrentarán por si es chiita o sunita).
Mas que una cuestión territorial, en el medio oriente sigue presente el sueño de ISIS, un califato en toda tierra que alguna vez tuvo presencia islámica (también en España, que Hamas sigue llamando Al Ándalus). Para este propósito la vida humana no tiene gran importancia, toda vez que todo judío o cristiano (u otros islámicos que no reconoce como tales) son herejes por lo que se merecen la muerte, y tampoco respeta la vida de los suyos a quienes usa como escudo humano, ya que los ve como mártires. Y si no se entiende esto, no se entiende nada de lo que también pasa con Hamas.
Israel lo tiene claro, y las masacres del 7 de octubre le han permitido sacarse los guantes y tener una comprensión internacional que antes le había sido negada. Por ello, los dirigentes de Hamas que las ordenaron, aunque no sean capturados en esta ofensiva, serán perseguidos donde se encuentren, sirviendo como base lo que ocurrió con quienes dieron órdenes para la matanza de los juegos olímpicos de Múnich en 1972, que fueron perseguidos por un equipo especial hasta ser ubicados. Quizás exista un juicio a algún jerarca, parecido al de Eichmann.
El problema para Israel en Gaza es ingresar y poder salir, es decir aprender del fracaso de USA en Afganistán e Irak, en el primer caso, le entregaron el poder al Talibán después de 20 años, y en el otro, hoy el país más influyente en Bagdad es nada menos que su antiguo enemigo, Irán. Para Israel, el equivalente (dentro de las posibilidades) sería encontrarse con una alternativa peor, aun menos proclive a la negociación, en la forma de la Yihad Islámica o de Hamas con un nombre distinto. Y si se retiró unilateralmente de Gaza el 2005 llevándose hasta el último judío, fue para no volver. Y fracasó ese objetivo.

¿Se estará pensando en quien se hace cargo de Gaza? Lo más lógico sería un grupo de países árabes que respalden a la Autoridad Palestina, en caso de que esta quiera hacerse cargo, como también cumplir con sus responsabilidades de Oslo, incluyendo las que nunca quiso o pudo honrar, como las de seguridad.
Sería la forma de relanzar el proceso de paz, y quizás, de que aparezca en la sucesión de Mahmoud Abbas lo que ha faltado desde 1948, es decir, un socio para la paz.
Lo que ocurrió el 7 de octubre y la cadena de masacres y horrores fue una falla imperdonable de seguridad e inteligencia. El Estado le falló a sus habitantes, quizás por primera vez en forma tan grave. Peor que Yom Kippur y peor que el 11 de septiembre en USA, ya que la cantidad de muertos en una población tan pequeña equivale a más de 35.000 muertos, amen que en Estados Unidos participaron una docena de terroristas, mientras que en Israel superaron los mil.
No solo eso, Netanyahu al igual que los sistemas de inteligencia y seguridad, no solo fueron sorprendidos, sino que fueron engañados, convencidos como estaban que Hamas no quería la guerra sino negociar de buena fe, aceptando el ingreso de 20.000 trabajadores cada día y el traspaso de dineros desde Qatar a Gaza.
Ese error fue la base de una inteligencia laxa que desoyó todas las señales, y según lo publicado por el New York Times, además se centró en un exceso de tecnología, bastando drones para desacoplar la señal. Y al igual que USA el 2001, se había olvidado la importancia de la inteligencia humana, agrego yo.
Y no solo se equivocó Israel, sino también USA, bastando al respecto la entrevista al consejero de Seguridad Nacional Jake Sullivan, quien dijo pocos días antes que, a diferencia de otras épocas, en el medio oriente no estaría pasando mucho. Si de algo sirve el pasado, fue que seguramente habrá una Comisión de Alto Nivel que no dudará en exigir responsabilidades. En Yom Kippur, el Informe terminó con las carreras políticas de nada menos que Golda Meir y Moshe Dayan, dos fundadores del país.
Ahora, con cierta probabilidad le ocurrirá a Netanyahu, y de ser encontrado responsable, independientemente de lo que pase en Gaza, sería su fin como primer ministro.
Para Hamas, es la repetición de lo que ha pasado con el yihadismo y el daño que le ha hecho el islam político a los musulmanes, que han terminado confrontando a otras culturas donde han compartido vecindad. No solo judíos, sino también cristianos en las cruzadas, por mucho que las hayan iniciado los otros, China (el final de la Ruta de la Seda), Rusia (Chechenia), Armenia (Nagorno Karabaj y Azerbaiyán), India (Pakistán) y budistas (Myanmar).
En lo personal, lo que más me ha impactado, es la sobrevivencia de la más antigua de las fobias, la judeofobia, que reaparece en la forma de anti-sionismo, en la cantidad de gente que justificó el horror del 7 de octubre alrededor de todo el mundo, y especialmente en occidente, incluyendo los aplausos de tanta federación de estudiantes progresistas en un lugar tan inesperado como USA, ante la mirada complaciente y cómplice de mucha autoridad universitaria.
Igual que tanta opinión en medios de comunicación y redes sociales de quienes se niegan a condenar, argumentando contexto y buscando pretextos para empatar las responsabilidades, en vez de condenar el horror vivido, que sin duda recuerda el negacionismo del Holocausto. En el fondo, solo por ser judías las víctimas.
Y lo que sigue siendo incomprensible para mí, el respaldo a Hamas, de algunas o muchas feministas y de quienes exhiben banderas de LGTBQIA, con la duda de si ignoran o están desinformados de lo que les ocurriría si de esos jerarcas dependiera.
Como conclusión, por un lado, el tema palestino no va a desaparecer, y aunque Arabia Saudita solo ha postergado su normalización con Israel, el Estado palestino sigue siendo la exigencia para la aceptación definitiva en la región, mientras que, por el otro, a pesar de su reiterado fracaso, demasiada gente sigue confundiendo la causa palestina con la justificación del terrorismo.