Rueda de empates. ¿Solo en fútbol?

Por David Ochoa

La Copa América 2011 comenzó con muchos empates, ni la propia anfitriona se ha librado de un resultado vacío. Un partido empatado puede ser muy bueno pero siempre hace falta el grito de gol. Parece ser el escenario ideal para el técnico Reinaldo Rueda, el Breve, un experto en empates en el tiempo que lleva al frente de la selección.

Pero no somos los únicos: Argentina carga el lastre de dos empates continuos y, si no gana a Costa Rica, puede incluso quedarse fuera de la fiesta que organiza. El propio Brasil, la gran potencia futbolística y que ha ganado cuatro de las últimas cinco ocasiones el torneo continental, terminó a cero goles con una Venezuela cerrada que defendió su arco con mucho esfuerzo pero también con mucho orden. También han empatado uruguayos, paraguayos, peruanos y bolivianos.
Seguramente en los siguientes partidos ya se comenzarán a ver más goles y resultados más llamativos, y es de esperarse que quien se corone campeón, sea merecedor de la copa no sólo por el marcador sino principalmente por la calidad de juego.

Al ver a Venezuela jugando de igual con Brasil, se confirma lo que los expertos ya llevan años analizando: el fútbol en América del Sur es ahora más parejo. Ya no se ven las grandes brechas entre los grandes equipos (Brasil y Argentina) y los tradicionales colistas: llaneros, peruanos, bolivianos y, aceptémoslo, nosotros. Por eso, las próximas eliminatorias serán más difíciles y no hay como dejarlo todo a la altura quiteña.

No puedo evitar pensar qué pasaría si nos enfocáramos en dar un salto cualitativo similar, pero en otros órdenes: en calidad, en productividad, en investigación y desarrollo,…

Conversaba con una prima que trabaja en una empresa colombiana. Me contaba que los inversionistas extranjeros se desesperan por la pasividad del ecuatoriano común: piden cotizaciones a proveedores y les llegan al día siguiente (o varios días después), a veces con errores. Los errores en la facturación son tan comunes como los atrasos, los envíos equivocados, las llamadas para volver a apuntar información que ya fue dada, etc. Y si eso pasa con los proveedores, en muchos trabajadores abunda la “ecuatorianidad”: llegar tarde, faltar, no avisar cuestiones importantes, trabajar mecánicamente: sin iniciativa ni buena voluntad, son algunas muestras de nuestra forma de ser. Los empleados llegan chuchaquis (¡en jueves!) y las trabajadoras se embarazan (¡aún las jovencitas!). No se si eso sea común en otros países, pero ciertamente en el nuestro la calidad del trabajo está muy por debajo del óptimo.

Desde luego que existen excepciones: cada uno de nosotros tiene –unos más que otros- días de mucha productividad y otros, de medio gas o de explícito “san viernes” (¡sin que necesariamente caiga viernes!).

Algunos extranjeros con los que he conversado se sorprenden de la cantidad de feriados que tenemos aquí: enero 1, carnaval, viernes santo, el irónico día del trabajo, 24 de mayo (que hoy cayó 27), 10 de agosto (caerá 12), 2 y 3 de noviembre y navidad: diez feriados, sin contar con el 9 de octubre que caerá domingo ni con los días de fiesta local, como el 6 de diciembre.

En Quito, diciembre es, con mucho, el mes menos productivo y de mayor consumo. Los feriados no establecidos en ley (como carnaval o diciembre 24 y 31) deben, teóricamente, recuperarse en días posteriores, pero muchas oficinas privadas no abren en la jornada de recuperación y las entidades públicas abren, pero no atienden.

Lo más común que escuchamos de algunos dirigentes empresariales o analistas económicos es culpar a la política económica del gobierno (de cualquier) de la bajísima inversión que recibimos, pero sospecho que buena parte de la culpa está en nuestra mala y vieja costumbre de ser improductivos. Desde luego que el gobierno tiene una gran tarea de crear y mantener un ambiente seguro para la inversión, dar seguridad jurídica, ofrecer oportunidades de negocio que incluyen tanto un mercado interno robusto como una estable oportunidad de acceder a mercados en el exterior y, principalmente, educar y crear incentivos a comportamientos deseables, pero creo que el sector privado puede hacer mucho más que sólo quejarse.

Desde el sector privado debiéramos ser más exigentes frente a nosotros mismos: cumplir con nuestro trabajo con calidad y a tiempo, generar y transmitir conocimiento, medir y evaluar nuestros resultados (no sólo contables), investigar para mejorar, sorprender positivamente al extranjero y a nosotros mismos. Y también ser inflexibles frente a la corrupción. No creo que todo dependa del gobierno. Ojalá algún día podamos empatar en algo más que fútbol. Ojalá pudiéramos medirnos, codo a codo, con la productividad y calidad de los vecinos y de otros países latinoamericanos. ¡Y ojalá con ese impulso podamos superarlos!

Más relacionadas

3 Comments

  1. De cuando acá sabes algo de fútbol ?
    Deja eso para los entendidos ( Entre ellos está el famoso «cara de dedo» )
    Tú a lo tuyo, esto es a escribir desde el sector privado…

Los comentarios están cerrados.